R¨¦plica de Rod¨¦s
En relaci¨®n con las informaciones aparecidas en su peri¨®dico en torno a mi persona, relativas a los sucesos de El Salvador, quisiera expresarle mi disgusto por el tratamiento de dichas informaciones, al mismo tiempo que mi convicci¨®n de que dicho tratamiento se escapa de las normas de la ¨¦tica period¨ªstica.En efecto, titula su peri¨®dico en el art¨ªculo del s¨¢bado 18 de noviembre que "el director de la academia de los mossos calific¨® en Catalunya R¨¤dio a Ellacur¨ªa de 'v¨ªctima inocente". Nunca el director de la Academia de Mossos (en realidad, Escola de Policia de Catalunya) efectu¨® esas declaraciones. Y entresacar del texto la definici¨®n "v¨ªctima no inocente" constituye, en mi opini¨®n, una deformaci¨®n del comentario que sobre los hechos de El Salvador hice en mi condici¨®n de comentarista pol¨ªtico de Catalunya R¨¤dio. Una tarea, la de comentarista pol¨ªtico, que vengo realizando desde la fundaci¨®n de dicha emisora.
Como usted no ignora, es una pr¨¢ctica habitual, en las colaboraciones en los medios de comunicaci¨®n de altos funcionarios o de altos cargos de las administraciones p¨²blicas, la referencia expl¨ªcita o impl¨ªcita de que las opiniones emitidas son estrictamente personales y no deben interpretarse como representativas de las instituciones con las que el autor est¨¢ conectado. La comunidad period¨ªstica de Barcelona, entre la que cabe contar a los redactores de EL PA?S, conoc¨ªa suficientemente mi situaci¨®n como director general de la Administraci¨®n catalana y mi actuaci¨®n, muy anterior, como comentarista pol¨ªtico, de tal manera que no cabe atribuir al cargo p¨²blico las opiniones del comentarista pol¨ªtico en el pleno ejercicio de su libertad de expresi¨®n.
Por otra parte, en el art¨ªculo citado, err¨®neamente se atribuye a mi comentario un encabezamiento que no se corresponde con la realidad. ?ste se iniciaba con la pregunta %cuantas muertes ser¨¢ necesario contar todav¨ªa para llegar, si no a la paz, por lo menos a la negociaci¨®n en El Salvador?". Era esta cuesti¨®n la que daba sentido a un comentario en el que se explicaba, adem¨¢s, c¨®mo la muerte de esos jesuitas nos golpeaba (a todos), para subrayar m¨¢s adelante el dolor que esa muerte nos produc¨ªa, afirmaciones suficientemente claras como para permitir, a su vez, expresar distancias y discrepancias con la acci¨®n de los citados sacerdotes jesuitas, lo que, por otra parte, resulta completamente comprensible y leg¨ªtimo.
Quiero poner de relieve que en ning¨²n momento pretend¨ª adoptar actitud ofensiva alguna, ni respecto de las personas ni de las instituciones a las que estaban vinculadas. Cierto es que quiz¨¢ hubiera podido matizar, respecto de la organizaci¨®n jesuita, que se trataba, desde mi punto de vista, de una organizaci¨®n jer¨¢rquica y centralizada al modo militar, y puede que la expresi¨®n que utilizara permitiera, como despu¨¦s se ha puesto de manifiesto, una interpretaci¨®n dudosa. Pero, sobre todo, y quiero hacer hincapi¨¦ en ello, el sentido de mi intervenci¨®n era el del lamento por los millares y millares de muertes absurdas producidas en el conflicto salvadore?o.
Despu¨¦s de ese primer art¨ªculo se han sucedido en EL PA?S otros escritos en los que, en plena ceremonia de la confusi¨®n, se sigue manteniendo la referencia al director de la Escola de Policia de Catalunya, lleg¨¢ndose a la exigencia de mi dimisi¨®n, al considerar que soy un "colaborador indeseable" del Gobierno de mi pa¨ªs, en base a un pretendido anticlericalismo "rancio y cavern¨ªcola", actitud que nunca ha sido la m¨ªa, aunque en materia de religi¨®n simpatizo m¨¢s con el de As¨ªs que con el de Loyola, sin presumir ni de lo uno ni de lo otro.
Lamentando que EL PA?S haya servido de veh¨ªculo a una campa?a de desprestigio y acoso personal, en la que se ha llegado a sugerir la aberrante afirmaci¨®n de que soy partidario o justificador de la violencia, le ruego que acepte el testimonio de mi consideraci¨®n m¨¢s distinguida.-
Director de la Escola de Policia de Catalunya.
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