"Nueva ¨¦poca"
LA CONFERENCIA de prensa conjunta que los presidentes Bush y Gorbachov celebraron al t¨¦rmino de su reuni¨®n en Malta ha sido la manifestaci¨®n m¨¢s clara del alto nivel de acuerdo que han alcanzado sobre muchos de los principales problemas de la situaci¨®n internacional. Nunca se hab¨ªa producido algo semejante y ni siquiera estaba prevista tal conferencia en los planes de Malta. Con los dos presidentes sentados juntos, contestando a las preguntas de la prensa e incluso discutiendo entre s¨ª, el mundo ha visto una plasmaci¨®n risica del nuevo clima, de la distensi¨®n que se ha establecido entre la Uni¨®n Sovi¨¦tica y Estados Unidos. Incluso el tratamiento de los puntos de desacuerdo, sobre Centroam¨¦rica y el desarme naval, se hizo de una manera que pon¨ªa de relieve una voluntad mutua de evitar el choque.Esta idea de que la guerra fr¨ªa ha terminado, de que ha empezado una nueva era en la vida internacional, es la que Bush ha transmitido en la reuni¨®n de ayer de la OTAN, y sin duda es igualmente la reflejada por Gorbachov ante sus aliados del Pacto de Varsovia en Mosc¨². Si se compara el temario de la anterior cumbre de la OTAN en mayo pasado -centrada en el conflicto entre EE UU y la RFA sobre la modernizaci¨®n del armamento nuclear de corto alcance- y el de la que tuvo lugar ayer, en la que los aspectos militares fueron relegados a segundo t¨¦rmino para colocar en primer plano las nuevas perspectivas que se abren en Europa a consecuencia de los cambios en el Este, aparece con claridad la aceleraci¨®n del proceso hist¨®rico que estamos viviendo.
El ¨¦xito de Malta parte de una novedad fundamental: el apoyo resuelto de Bush a la pol¨ªtica de perestroika de Gorbachov. Ello tendr¨¢ traducciones en el terreno econ¨®mico y pol¨ªtic¨®, algunas de las cuales s¨®lo se conocer¨¢n al cabo de cierto tiempo. Pero Gorbachov necesitaba, por razones interiores y exteriores, que EE UU comprendiese el sentido de su reforma y se manifestase resuelto a apoyarla.
Ante los problemas europeos, los presidentes han llegado a una actitud concertada, basada en la prudencia y el realismo. Imaginemos qu¨¦ situaci¨®n tendr¨ªamos si Bush pretendiese, ante los cambios en el Este, tensar los sentimientos anticomunistas al m¨¢ximo. Est¨¢ haciendo lo contrario. Afirma su voluntad de ayudar a que los cambios transcurran dentro de la estabilidad y de evitar reacciones que puedan provocar retrocesos, en un pa¨ªs u otro. Bush ha llegado a la convicci¨®n de que Gorbachov empuja la evoluci¨®n hacia la democracia. Ello crea la posibilidad de una concertaci¨®n entre EE UU y la URSS para que esos cambios, de enorme trascendencia, se hagan sin poner en cuesti¨®n las estructuras de seguridad -los dos conjuntos militares- existentes. Los bloques deber¨¢n, sin duda, cambiar de car¨¢cter; pero Bush y Gorbachov quieren que ello se haga de com¨²n acuerdo y sin rupturas. Esta actitud afecta de modo directo al tema alem¨¢n: los dos presidentes han evitado expresar discrepancias sobre este punto.
En materia de desarme, los planes trazados en Malta son sensacionales. Si en 1990 se cumple lo anunciado por Bush y Gorbachov -una reducci¨®n del 50% de los dispositivos nucleares estrat¨¦gicos, una disminuci¨®n dr¨¢stica de las armas convencionales en Europa y un acuerdo sobre supresi¨®n de armas qu¨ªmicas-, ser¨¢ efectivamente la entrada en una nueva ¨¦poca" de la historia humana, con unas posibilidades inimaginables de dedicar a tareas constructivas sumas gigantescas absorbidas ahora por las exigencias de la defensa y de la seguridad. Si 1989 ha sido el a?o de la revoluci¨®n democr¨¢tica en el Este de Europa, 1990 puede ser el inicio de pasos revolucionarios hacia el desarme en el mundo.
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