Gorbachov y Bodin
La preocupaci¨®n por los cambios de r¨¦gimen ha sido una constante en el pensamiento pol¨ªtico. Plat¨®n y Arist¨®teles ya plantearon los problemas del peligro revolucionario inherente a los cambios de Estado. Siguiendo la larga tradici¨®n, Jean Bodin, uno de los grandes te¨®ricos del Estado absoluto, establec¨ªa como condici¨®n para evitar los cambios de Estado que el pol¨ªtico posea un profundo conocimiento de la "naturaleza de la Rep¨²blica [Estado]". Pero a?ad¨ªa como condici¨®n necesaria la prudencia. Si "todo fluye", como pensaba Her¨¢clito, es preciso admitir que no s¨®lo la sociedad est¨¢ sometida a un constante movimiento. La econom¨ªa y el propio Estado tambi¨¦n soportan la tensi¨®n permanente que desarrolla la evoluci¨®n y el progreso de la sociedad. Marx, por su comprensi¨®n de Hegel, criticaba a la burgues¨ªa por su creencia de que el Estado que ella sustentaba fuese el ¨²ltimo en la historia. Por eso, aunque no se hubiesen enterado los dirigentes comunistas, la rueda de la historia" sigue girando y alcanza al Estado comunista una crisis que pone en juego su existencia.La situaci¨®n en el bloque sovi¨¦tico es delicada desde hace ya varios a?os. Con Gorbachov no aparecen los problemas econ¨®micos. ?stos preexist¨ªan a la llegada del nuevo dirigente del PCUS. Tampoco los problemas pol¨ªticos han sobrevenido por su mandato. El punto de referencia en el que aflora la crisis con sus perfiles actuales tiene lugar en Polonia en la primavera de 1980.
Aun contando con unas ex
celentes condiciones, lo que Maquiavelo denomina virtud, el pol¨ªtico tiene que enfrentarse en ciertas ocasiones al hecho de un cambio de Estado. Por sobresalientes que sean las cualidades de un pol¨ªtico eminente, no son suficientes para detener el impulso de la historia. En esa situaci¨®n parece que se encuentra Mijail Gorbachov. Afortunadamente para el progreso de la humanidad, a todo un pueblo no se le puede detener y amordazar para siempre.
El proceso de apertura conocido como perestroika trata de someter al sistema sovi¨¦tico a un profundo cambio en lo econ¨®mico y pol¨ªtico. Las razones para efectuar tales reformas son obvias. La econom¨ªa de los pa¨ªses del Este se halla sumida desde hace a?os en una profunda crisis y ha demostrado probadamente su incapacidad para hacer que la poblaci¨®n pueda disfrutar de unas condiciones de bienestar suficientes. Crisis de producci¨®n, subsistencias y distribuci¨®n han puesto claramente al descubierto el bloqueo que sufre el complejo entramado planificador de las econom¨ªas del bloque del Este.
Gorbachov ha reconocido expl¨ªcitamente la situaci¨®n y se apresta a introducir mecanismos de mercado para tratar de limitar los efectos de la crisis. Pero en este punto se llega a plantear el nivel pol¨ªtico, porque el mercado descansa en la garant¨ªa de la propiedad privada, y esto supone que es el Estado quien tiene que realizar tal funci¨®n. Aceptar el mercado lleva impl¨ªcito reconocer el individualismo, y para eso es preciso establecer una serie de derechos y libertades que suponen la destrucci¨®n del actual Estado sovi¨¦tico. Desde esa perspectiva, la f¨¦rrea dictadura instaurada por la Revoluci¨®n de Octubre tiene que ser necesariamente superada.
Por los pasos que se est¨¢n dando en los pa¨ªses del Este podemos pensar que el an¨¢lisis de las causas que han originado la presente crisis es correcta. No s¨®lo el diagn¨®stico es acertado. Tambi¨¦n el camino emprendido conduce al aparcamiento definitivo de un sistema y una ideolog¨ªa anacr¨®nica.
El problema no es el an¨¢lisis efectuado por los dirigentes del PCUS; tampoco lo es el remedio que se empieza a practicar. La cuesti¨®n central es la dosis y el ritmo en la curaci¨®n del mal. En este punto da la impresi¨®n de que Gorbachov se ha precipitado. Est¨¢ quemando etapas con demasiada rapidez. No parece que los actuales dirigentes del Kremlin tengan definido con precisi¨®n el modelo al que quieren llegar. Tampoco existe una planificaci¨®n de las fases de transformaci¨®n; m¨¢s bien, los movimientos que se est¨¢n produciendo son el resultado de la creciente presi¨®n de los acontecimientos. Las medidas se est¨¢n tomando en caliente y a borbotones. Las dificultades que encuentra a su paso Gorbachov trata siempre de superarlas dando un salto hacia el exterior para recabar el apoyo y asistencia del mundo occidental. Ese movimiento constante, aun llegando a importantes acuerdos con Estados Unidos, le lleva a tener que asumir una reducci¨®n sustancial de la capacidad militar de la URSS de forma unilateral debido a la superioridad de las fuerzas sovi¨¦ticas en muchos aspectos. La repercusi¨®n que esto puede tener en sus fuerzas armadas puede ser, cuando menos, un factor de tensi¨®n a?adido. Hungr¨ªa, la RDA y Polonia est¨¢n cambiando su status por momentos. En la URSS se han desencadenado importantes movimientos nacionalistas y huelgu¨ªsticos. El proceso s¨®lo acaba de empezar, pero es evidente que las autoridades del Este est¨¢n sometidas a un ritmo de transformaciones excesivamente r¨¢pido y, por tanto, peligroso.
Transformar un r¨¦gimen como el sovi¨¦tico, definido por Ernesto S¨¢bato como "un sistema de vasos comunicantes", requiere un plazo m¨ªnimo de 15 o 20 a?os. Supone fundamentalmente operar desde las posibilidades reales y no desde el deseo o la enso?aci¨®n porque los precios que se pagan son altos. La pol¨ªtica no es otra cosa que arte y artesan¨ªa para administrar la realidad y acomodar con los ritmos precisos la estructura y funci¨®n del Estado a las necesidades de la sociedad, teniendo como norte y ¨²nico objetivo la "salud p¨²blica". El problema de la pol¨ªtica futura no debe ser el qu¨¦, sino el c¨®mo. Energ¨ªa y valor son dos grandes cualidades pol¨ªticas que cuando van acompa?adas del fr¨ªo c¨¢lculo y la serenidad de la acci¨®n medida, sin buscar el aplauso f¨¢cil o la adhesi¨®n inmediata de los ciudadanos, pueden otorgar al pol¨ªtico la comprensi¨®n y la admiraci¨®n de su pueblo. No hay recompensa m¨¢s alta.
En la actual situaci¨®n, Gorbachov se ha situado en un punto de no retorno. Esperemos que todos los recodos del camino est¨¦n perfectamente estudiados y que el veh¨ªculo no deje de estar bajo control. Si en alg¨²n campo los errores son muy peligrosos, en ninguno lo son tanto como en el de la pol¨ªtica, sobre todo en momentos de especial trascendencia para muchos pueblos, para cientos de millones de personas a quienes no se debe arrebatar la esperanza. Ya lo dijo Trotski: "La pr¨¢ctica no perdona ni el menor error te¨®rico". Gorbachov puede pasar a la historia como un pol¨ªtico genial o como gran irresponsable que puede llevar a su pueblo un enorme sufrimiento y dolor.
Bodin se?al¨® con precisi¨®n algunas de las causas de los cambios; entre ellas cabe destacar la pobreza, la extrema desigualdad en la propiedad y la "crueldad y opresi¨®n de los tiranos". Pero no dejaba de advertir, para evitar los olvidos, que "en materia pol¨ªtica existe una m¨¢xima indiscutible: es due?o del Estado quien dispone de las fuerzas armadas".
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