La 'perestroika' ronda al PCP
Los comunistas de Cunhal comienzan a debatir t¨ªmidamente la influencia del 'terremoto' del Este en el partido portug¨¦s
?Ser¨¢ necesario empezar todo de nuevo?". La frase, atribuida a ?lvaro Cunhal, y que el secretario general del Partido Comunista Portugu¨¦s (PCP) pronunci¨® supuestamente durante su segunda y ¨²ltima intervenci¨®n en la reuni¨®n exigida por los intelectuales del partido, resume la angustia existencial que se apoder¨® de los "comunistas sinceros" ante el terremoto que sacude a los pa¨ªses del socialismo real y barre las certezas de muchas d¨¦cadas de lucha por las "ma?anas que cantan".
Un drama que fuerza el respeto e impide a los adversarios pol¨ªticos sacar todo el provecho posible del visible desconcierto de la vieja guardia comunista portuguesa.La imagen de militancia valiente y desinteresada de los comunistas portugueses cal¨® tan hondo en la conciencia colectiva portuguesa que cuando hace dos semanas los cr¨ªticos del partido empezaron a pedir abiertamente la dimisi¨®n de Cunhal, anticomunistas de siempre tomaron la palabra y la pluma para pedir a los jovencitos un poco m¨¢s de consideraci¨®n, no por las canas de su secretario general, sino por medio siglo de lucha inteligente y coherente contra la dictadura salazarista, por toda una ¨¦poca en que los comunistas fueron la espina dorsal de la resistencia a la opresi¨®n bajo todas sus formas.
?Pero c¨®mo fue posible que durante tantos a?os estos hombres sacrificaran sus vidas, se enfrentaran a la c¨¢rcel, la clandestinidad y el exilio, para tratar de instaurar un sistema que los pueblos que lo experimentaron rechazan ahora con el mismo fervor y el mismo entusiasmo que salud¨® hace 15 a?os en Portugal la ca¨ªda de la dictadura?
Las im¨¢genes de los acontecimientos en Praga (Checoslovaquia) o en Leipzig (RDA) son demasiado parecidas a las que los portugueses conservan de los d¨ªas inmediatos al 25 de abril de 1974 para que todos aquellos que entonces lloraron de alegr¨ªa no se sientan trastornados por estas revoluciones de los claveles de sentido inverso. Como dec¨ªa un viejo militante, con m¨¢s tristeza que indignaci¨®n: "Me siento como el marido cornudo, que es siempre el ¨²ltimo en saber la verdad".
Sin este tel¨®n de fondo ser¨ªa f¨¢cil re¨ªrse de Cunhal cuando confiesa, con desconcertante ingenuidad, que en sus viajes a Corea del Norte le sobrecogi¨® "el endiosamiento de Kim II Sung", o del escritor Jos¨¦ Saramago cuando se atreve a sustentar que Ceaucescu y el Partido Comunista Rumano "no pueden seguir siendo considerados hermanos"
Claro que, como se?alan los cr¨ªticos del partido, se trata toda v¨ªa de "tomar el problema por las ramas" en vez de ir directamente al meollo de la cuesti¨®n, con un debate profundo y urgente sobre el pasado y, sobretodo, el futuro del comunismo, del socialismo, el papel del partido como vanguardia, el obrerismo, el central sino, la libertad pol¨ªtica, econ¨®mica e intelectual.
"Tarde y en mala hora"
Los 300 intelectuales que se reunieron la semana pasada con Cunhal dijeron a ¨¦ste, que se present¨® solo ante un auditorio que sab¨ªa de antemano mayoritariamente hostil, que las lac¨®nicas notas oficiales del PCP sobre el muro de Berl¨ªn y la invasi¨®n de Checoslovaquia, adem¨¢s de surgir "tarde y en mala hora", eran a¨²n m¨¢s torpes que el obstinado silencio de los ¨²ltimos a?os.Los intelectuales no insistieron, en presencia de Cunhal, sobre la necesidad de un congreso extraordinario, y se contentaron con la promesa vaga de un debate nacional. Saben, sin embargo, que s¨®lo el congreso podr¨ªa "ir hasta el fondo y sacar todas las consecuencias" de la discusi¨®n, como pide el l¨ªder del poderoso sindicato de profesores y maestros, Antonio Teodoro: los dirigentes elegidos en congreso s¨®lo pueden ser sustituidos por otro congreso, y es el ¨®rgano supremo el que puede modificar los estatutos y el programa, como exige Vital Moreira, el te¨®rico de los cr¨ªticos.
Tampoco es por casualidad que, seg¨²n testimonios, los ¨²nicos dos oradores aplaudidos en la famosa reuni¨®n de los intelectuales con Cunhal fueran el secretario general y el escritor Jos¨¦ Saramago, cabeza de fila de la tercera v¨ªa. Saramago, dicen, ech¨® un capote a Cunhal y considera que el viejo l¨ªder debe prestar el ¨²ltimo y tal vez m¨¢s grande servicio a la causa a la que dedic¨® su vida, preparando y conduciendo la transici¨®n para salvar "lo que merece ser salvado".
Cunhal est¨¢ viejo y cansado, y tambi¨¦n ¨¦l parece agobiado por el v¨¦rtigo del vac¨ªo que se abre ante sus ojos. Se pregunta si los cr¨ªticos no est¨¢n ellos mismos enga?ados, si son realmente comunistas o quieren otro partido cualquiera, que ya no ser¨ªa el PCP. Pero a¨²n encuentra la fuerza necesaria para avisar, que "pueden desenga?arse ya los que piensan transformar el Partido Comunista Portugu¨¦s en un partido socialdem¨®crata".
Si las cosas no son a¨²n irremediables para el PCP es porque el Partido Socialista (PS) se muestra igualmente impotente y desarmado. Sus dinosaurios se cierran en banda ante los cr¨ªticos y el secretario general, Jorge Sampaio, recuerda, al analizar lo ocurrido en Europa del Este, que comunistas y socialistas saben muy bien "cu¨¢n infranqueable es el muro que les separa" desde hace 100 a?os.
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