Beb¨¦s de mano en mano
V. SCHNITZER, El calor reinante y la larga espera para votar en las elecciones chilenas desencaden¨® toda clase de picaresca para evitar las colas: las mujeres se prestaban los beb¨¦s. En el barrio de Conchal¨ª, uno de las m¨¢s pobres del cintur¨®n de mi serl a al norte de Santiago, la capital, un presidente de mesa electoral tuvo que recurrir a manchar de tinta indeleble incluso a los beb¨¦s para evitar que las mujeres se colasen.
El fuerte calor provoc¨® que unas dos docenas de mujeres cayesen desmayadas. Para ahorrarse la espera, se inici¨® un tr¨¢fico de guaguas [beb¨¦s]. Las se?oras se prestaban los beb¨¦s y as¨ª evl.taban hacer cola.
Un teniente coronel del Ej¨¦rcito, vestido en su uniforme de campa?a, que controlaba la votaci¨®n, declar¨®: "Me siento muy feliz, porque Chile es como un hijo travieso al que dan un zarandeo, y como se port¨® bien, ahora lo dejamos".
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