Bastones en la rueda
SI EN las elecciones presidenciales de Chile del pasado 14 de diciembre el candidato de la oposici¨®n unida, Patricio Aylwin, result¨® vencedor por un amplio margen, los partidos opuestos a la dictadura, aun habiendo resultado triunfadores, no alcanzaron la mayor¨ªa necesaria en las dos C¨¢maras legislativas para desmontar con sus votos el sistema de trampas legales introducidas por el dictador Pinochet para perpetuar su poder.La tarea que el nuevo presidente tiene por delante no es f¨¢cil: se trata de desembarazarse de la herencia de 16 a?os de tiran¨ªa. Por esta raz¨®n, no es balad¨ª el primer desacuerdo que ha surgido entre Aylwin y Pinochet: por mandato de la Constituci¨®n, el general debe abandonar su magistratura el pr¨®ximo 11 de marzo. El nuevo presidente no quiere recibir el testigo de sus manos, e insiste en que, por el mismo imperativo legal, su toma de posesi¨®n se produzca a los 90 d¨ªas de la elecci¨®n, es decir, el 14 de marzo, con lo que Pinochet, que ensangrent¨® la democracia en 1973, no podr¨ªa ser su restaurador glorioso en 1990.
Aylwin triunfar¨¢ como presidente en la medida en que sea capaz de extraer de la rueda chilena los bastones que Pinochet le ha puesto. El primero es la proyectada autonom¨ªa del Ej¨¦rcito respecto del poder civil. El dictador hab¨ªa empezado por advertir que nunca permitir¨ªa la "vejaci¨®n" (l¨¦ase enjuiciamiento) de los militares por su actuaci¨®n durante la dictadura. Aylwin hizo bien en guardar silencio: no es ¨¦ste el momento de exigir responsabilidades. Pero al calor de esta prudencia ha ganado su primera batalla. Si, como reiter¨® a Aylwin durante la reuni¨®n que celebraron el 21 de diciembre, Pinochet seguir¨¢ siendo jefe supremo del Ej¨¦rcito hasta 1997 (es decir, tres a?os m¨¢s que Aylwin presidente), el nuevo mandatario ha conseguido que la Junta Militar de Gobierno posponga la aprobaci¨®n de la ley org¨¢nica de las Fuerzas Armadas, que deb¨ªa consagrar la independencia de ¨¦stas frente al poder civil. Es un primer paso para la evitaci¨®n de futuras tentaciones golpistas. Otros acuerdos sobre temas en los que hay divergencia ser¨¢n discutidos por comisiones t¨¦cnicas.
El entramado legislativo tras el que se ampara el Ej¨¦rcito chileno es complejo. La ley electoral forzaba a la oposici¨®n a duplicar el n¨²mero de votos de las listas de la derecha para que sus candidatos a diputados triunfaran en cada circunscripci¨®n. El Ej¨¦rcito, la Corte Suprema -recientemente renovada con jueces adictos a Pinochet- y el propio dictador reten¨ªan el derecho a nombrar a nueve senadores. Ambas cosas han hecho imposible el triunfo aplastante que se habr¨ªa correspondido con los porcentajes de voto obtenidos por la oposici¨®n. En el Senado, ¨¦sta ha obtenido 22 esca?os, frente a 16 de la extrema derecha; parad¨®jicamente, una mayor¨ªa insuficiente, puesto que los conservadores se agregan nueve senadores designados por los poderes f¨¢cticos de la antigua dictadura. En la C¨¢mara de Diputados, la coalici¨®n de Aylwin logr¨® 71 esca?os, por 49 de los oficialistas. Le hac¨ªan falta 80, que con 32 senadores constituir¨ªan los dos tercios necesarios para mandar a Pinochet al retiro o para exigir que sea el Gobierno reci¨¦n elegido el que designe a los nueve senadores en disputa. Otras reformas esenciales para garantizar la consolidaci¨®n de la democracia, como la de la Constituci¨®n -para limitar los poderes del Ej¨¦rcito-, requieren una mayor¨ªa de tres quintos, que tampoco tiene la oposici¨®n.
Ello quiere decir que el presidente Aylwin va a tener que dejar de hablar con los generales y, como en cualquier democracia en la que se carece de mayona absoluta, va a tener que entenderse con los partidos de la ahora oposici¨®n conservadora. Lo dem¨¢s vendr¨¢ por a?adidura.
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