Gayarre, en la historia y en la copla
Se cumple un siglo de la muerte del gran tenor navarro
Se cumple ahora un siglo de la muerte de Juli¨¢n Gayarre, uno de los m¨¢s grandes tenores en la historia de la ¨®pera, nacido en 1844 y muerto el 2 de enero de 1890 en un piso de la plaza de Oriente madrile?a, vecino al teatro Real, en cuyo escenario se le quebr¨® la voz el 8 de diciembre de 1889 cuando cantaba El pescador de perlas, de Bizet. Dicen las cr¨®nicas que el luto fue general y que hasta la instituci¨®n sacralizada de las tertulias de caf¨¦ cerr¨® en se?al de duelo.
Cada pa¨ªs tiene sus formas peculiares de popularidad, medida extremada del prestigio y de la fama. En Navarra no se alcanza ¨ªntegramente la popularidad si no se penetra en las coplas de jota. Desde hace tiempo, el pueblo rinde homenaje a Gayarre en esa jota tan conocida de todos: "Dos hombres tuvo Navarra que la hicieron inmortal / el famoso Sarasate y Gayarre, el del Roncal".El m¨ªtico cantante hab¨ªa actuado por primera vez en el coliseo oper¨ªstico de la capital el 4 de octubre de 1877 en el papel de La favorita, de Donizetti, junto a la bella Elena Sanz, tan comentada por su arte como por sus amores.
La historia de Gayarre, que parece leyenda, comenz¨® en Lumbier, a orillas del Irati, cuando el futuro divo trabajaba como herrero. Ni siquiera se llamaba Juli¨¢n, sino Sebasti¨¢n, que era en realidad su primer nombre, si bien los amigos de trabajo y afici¨®n musical le conoc¨ªan con el apelativo de Lagartija. El amor al canto le llev¨® a formar parte del orfe¨®n que dirig¨ªa Joaqu¨ªn Maya, y de las filas de los tenores primeros pas¨® un d¨ªa a cantar como solista un aria de Stravella.
El descubrimiento estaba hecho, pero faltaban el impulso y la ayuda, que vinieron de manos del gran Hilari¨®n Eslava, que qued¨® entusiasmado con la hermosa voz de Gayarre, pero objet¨®: "Es demasiado feo para triunfar. Con barba quedar¨¢ mucho mejor". Una beca de 2.000 reales permiti¨® al joven tenor el traslado a Madrid, en donde estudia con Eslava y con el marqu¨¦s de Gauna. En 1868 se presenta en Tudela con tres zarzuelas: Una vieja, Por derecho de conquista y Luz y sombras. La carrera est¨¢ en marcha, y a partir de aqu¨ª la biograf¨ªa de Gayarre ir¨¢ envuelta en aplausos. Su nombre se convirti¨® en habitual en el Covent Garden de Londres, y recibi¨® el visado definitivo en la Scala de Mil¨¢n al interpretar por vez primera el Enzo de La Gioconda y el duque de Alba en la ¨®pera as¨ª titulada, de Donizetti, despu¨¦s de estrenar en Londres La vida por el zar, de Glinka. En San Petersburgo triunfa con La africana, Mois¨¦s y Don Giovanni, y por toda Italia se comenta corno algo ¨²nico su spirito gentile. La cr¨ªtica se lanza y, como si frecuentara las presuntas actuaciones l¨ªricas de la esfera celeste, denomina a nuestro compatriota el "tenor de la voz de ¨¢ngel".
Potencia
Tanta dulzura y potencia deb¨ªan de tener los recursos vocales de Gayarre que a sus momentos de mayor lirismo pod¨ªa contraponer otros de fuerte impostaci¨®n dram¨¢tica.
No menos propicia para el tenor espa?ol fue Viena, en cuyo teatro tuvo como pareja a otra voz legendaria: Adelina Patti, hija de italianos pero nacida en Madrid un a?o antes de que Gayarre viniera al mundo.
Dif¨ªcil resulta aludir a ninguna caracter¨ªstica de Gayarre como cantante cuando nos falta el menor testimonio sonoro de su arte. ?l mismo lo dec¨ªa: "Todos los artistas dejan una obra; un escultor ofrece a la posteridad sus esculturas de m¨¢rmol o piedra; un escritor lega sus libros, y un pintor, sus lienzos. Pero yo, ?qu¨¦ va a quedar de m¨ª?". ?nicamente testimonios como el de Barbieri -"La cumbre del bel canto"- o el de Esperanza Isola: "Voz pura y fresca llena de ternura y encanto, dulce claridad en las notas de cabeza, espl¨¦ndidos naturales de pecho que arrebataban a las multitudes".
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