"Ese japon¨¦s..."
Debo confesar que siento un gran respeto por M. V¨¢zquez Montalb¨¢n, especialmente por su sensibilidad hacia las injusticias, la hipocres¨ªa y otras causas perdidas, como la de Panam¨¢. Por eso me ha extra?ado el tono de su columna (publicada el pasado 4 de enero).El inicio de su art¨ªculo merece una p¨²blica repulsa. "Ese japon¨¦s que est¨¢ asesorando a Bush"... Sin duda, V¨¢zquez Montalb¨¢n (yo no digo "ese catal¨¢n") se refiere Francis Fukuyama, autor de un pol¨¦mico libro sobre el fin de la historia.
Prescindiendo de las opiniones positivas o negativas hacia su libro, resulta ir¨®nico que M. V¨¢zquez Montalb¨¢n, que intenta romper una lanza en contra de Bush y a favor de los invadidos paname?os, utilice expresiones y tonos tan racistas como "Ese japon¨¦s", cuando mister Francis Fukuyama tiene un nombre propio y, para mayor inri, no es japon¨¦s, sino americano de nacionalidad y nacimiento. Que sus antepasados fueran japoneses y le dejaran su nombre, no parece cambiar mucho las cosas ni para V¨¢zquez Montalb¨¢n ni para m¨ª.
Mientras otros personajes de su art¨ªculo -Bush, Noriega, Marx, etc¨¦tera- son citados correctamente por sus nombres, nuestro columnista ha cre¨ªdo -quiz¨¢ sin mala voluntad, y esto es peor- como m¨¢s impactante la f¨®rmula "ese japon¨¦s", subi¨¦ndose facilonamente al tren del actual racismo antijapon¨¦s, tan de moda entre los mismos americanos, a los que M. V. M. trata de condenar y ridiculizar.
"El esp¨ªritu del liberalismo se ha refugiado en los bunkers de las multinacionales y en los centros de poder" -y yo a?adir¨ªa en ciertas columnas de algunos peri¨®dicos-. Y cuando acabe la historia, y si lo contamos, no habr¨¢ "dos conciencias", como dice V¨¢zquez Montalb¨¢n, sino seguir¨¢ habiendo una sola conciencia que dar¨¢ la raz¨®n no al m¨¢s fuerte ni al m¨¢s d¨¦bil, sino simplemente al que la tenga, sea blanco, negro, amarillo o japon¨¦s. "Cuando caigan todos los draculescos", contin¨²o citando, "la mirada cr¨ªtica de la humanidad tendr¨¢ los ojos m¨¢s claros que nunca para contemplar cara a cara" a las personas, sin distinci¨®n de nacionalidad, raza o color, y diferenci¨¢ndolas s¨®lo por sus nombres propios.- Antonio Gonz¨¢lez Molina.
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