Extraordinario filme ruso sobre el infierno del 'gulag'
Tras cuatro d¨ªas de Berlinale suenan ya nombres y t¨ªtulos para la lista de premios: Kathleen Turner, Jessica Lange, Caja de m¨²sica, La guerra de las rosas y, desde su mazazo de ayer, la sorprendente y dur¨ªsima pel¨ªcula rusa La patrulla.Es una obra de tan extrema violencia y tanta penetraci¨®n cr¨ªtica en el pasado sovi¨¦tico inmediato que pone de manifiesto que el cine, que fue vanguardia en la perestroika inicial, sigue siendo ahora quien abre caminos a la luz en los territorios m¨¢s oscuros e intransitables de la reciente historia rusa.
Atroz viaje
El asunto es ¨¦ste: en 1979 un tren de prisioneros cruza las estepas nevadas hacia uno de los agujeros del abismo del gulag, el enorme archipi¨¦lago de campos de concentraci¨®n. El vag¨®n que conduce a los penados -el ¨¢mbito m¨¢s parecido al infierno que se haya visto nunca en una pantalla desde los documentos sobre los genocidios nazis- est¨¢ custodiado por una patrulla del ej¨¦rcito, en la que hay un recluta que hace este atroz viaje por primera vez y participa en aquello hasta el fondo de la demencia. La bestial condici¨®n del convoy de prisioneros contagia a los soldados, que experimentan un progresivo deslizamiento, magistralmente graduado, hacia el embruteciiniento interior y la locura colectiva.El director del filme, Alexandr Rogoschin; su escritor, Ivan Loschilin; su fot¨®grafo, Valery Martinov; y los 20 actores que se api?an en este metaf¨®rico vag¨®n (del que nunca, salvo en la conciencia de un agonizante, escapa la c¨¢mara) son un conjunto de maestros del cine en el que no hay fisuras: todo es orden y precisi¨®n en la reconstrucci¨®n de esa amorfa y desordenada pesadilla de la historia. El gulag descrito por Soljenitsyn se parece a un cuento de hadas comparado con esta incursi¨®n visual en uno de los caminos que conducen a ¨¦l.
La pel¨ªcula tuvo y tiene dificultades en la Uni¨®n Sovi¨¦tica. El Ej¨¦rcito neg¨® permiso de rodaje, pero la autonom¨ªa de que gozan la productora Mosfilm logr¨®, por recovecos burocr¨¢ticos, sortear este escollo e iniciar la filmaci¨®n. Se rod¨® un metraje de m¨¢s de dos horas, pero hubo un sabotaje en la sala donde el filme se montaba y dos bobinas de negativo fueron robadas, apareciendo m¨¢s tarde trozos inutilizados en un basurero urbano.
Desmayos
Una vez montado el material que qued¨® se hizo una proyecci¨®n piloto en Mosc¨², en un cine de barriada: hubo desmayos hist¨¦ricos en el p¨²blico y parte de ¨¦l huy¨® de la sala despavorido no pudiendo soportar tal visi¨®n. El comit¨¦ central del PCUS pidi¨® ver el filme. Hubo un pleno dedicado a debatirlo y se filtraron posiciones muy encontradas y acaloradas. Hoy La patrulla tiene en su pa¨ªs este vergonzoso permiso de exhibici¨®n: cuatro o cinco copias para 200 millones de espectadores potenciales, cuando en la Uni¨®n Sovi¨¦tica se distribuyen normalmente centenares de copias de cada filme.Ni los m¨¢s audaces impulsores de la perestroika han osado llegar tan lejos. "Hay tanto horror a nuestras espaldas", dice Rogoschin, "que lo ¨²nico que hace falta al artista es tener buena memoria. Ese Cristo con su cruz a cuestas que un soldado entrev¨¦ desde la ventanilla vagar por la estepa es, en efecto, una met¨¢fora dentro de la met¨¢fora: la idea fugaz de la Pasi¨®n de mi pueblo". En este sentido a?ade Rogoschin: "Quiz¨¢ hemos sobrepasado los techos de la libertad establecida. Pero ¨¦se es el deber de todo artista. En eso consiste el arte".
El trabajo de Rogoschin y su equipo ha dado como resultado un extraordinario filme sovi¨¦tico sobre el infierno del gulag, que ha impresionado profundamente en la Berlinale de este a?o.
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