Batalla entre los herederos de Gaston Gallimard por el futuro de la editorial
Un follet¨ªn familiar y financiero anima los debates de los cen¨¢culos literarios parisienses y las p¨¢ginas culturales de los diarios y los semanarios franceses. Las causas son las querellas de los nietos de Gaston Gallimard por la posibilidad de que una parte del capital de la editorial pase a manos de alg¨²n tibur¨®n de las finanzas internacionales.
A Fran?oise Gallimard, una de las partes directamente implicadas en el follet¨ªn, todo lo que le est¨¢ ocurriendo le recuerda un libro norteamericano titulado Pasi¨®n y prejuicio, que contaba la historia de una disputa familiar en Louisville por la herencia de una cadena de peri¨®dicos. Fran?oise, al fin y al cabo nieta de Gaston Gallimard, el m¨¢s grande editor franc¨¦s del siglo, utiliza un s¨ªmil literario, pero para el gran p¨²blico todo este asunto parece m¨¢s bien obra de los guionistas de la serie televisiva Dallas.Los cuatro nietos de Gaston Gallimard son todos de mediana edad, guapos, elegantes y cultos, y todos han trabajado o trabajan en el n¨²mero 5 de la calle S¨¦bastien-Bottin, sede hist¨®rica de la editorial. Como recuerda esta semana el semanario Le Nouvel Observateur, Gallimard es tres cosas al mismo tiempo: una casa editorial de tama?o mediano, con unos beneficios anuales de unos 400 millones de pesetas; una instituci¨®n de la alta cultura francesa, una de las pocas que siguen manteni¨¦ndose independientes del Estado y el gran capital, y un negocio familiar.
La guerra de los herederos comenz¨® en 1988, en el momento del reparto del patrimonio de Claude Gallimard, el hijo de Gaston y el segundo gran patr¨®n de la editorial. Claude ten¨ªa cuatro reto?os, dos varones y dos hembras, a los que hab¨ªa prometido que repartir¨ªa de modo salom¨®nico la mitad del capital de la empresa, a raz¨®n de un 12,5% por cabeza. As¨ª fue, pero con una salvedad: Antoine, el segundo. var¨®n, dispuso de un 21% de acciones suplementarias.
Accionista mayoritario
Antoine Gallimard fue as¨ª convertido en accionista mayoritario, presidente indiscutible de la editorial y tercer portaestandarte de la tradici¨®n de la casa. "Sin el paquete suplementario de acciones que me otorg¨® mi padre y que me asegura el control del capital", acaba de declarar Antoine, "Gallimard habr¨ªa muerto y los carro?eros se hubieran repartido sus restos". Sus tres hermanos no est¨¢n de acuerdo con este an¨¢lisis. Christian, el despechado primog¨¦nito, se apart¨® de la editorial y comenz¨® a trabajar para la competencia. Fran?oise e Isabelle se declararon tambi¨¦n contrarias a la hegemon¨ªa de su hermano Antoine, pero no llegaron a abandonar la editorial.El esc¨¢ndalo, latente desde 1988, estall¨® hace un par de semanas cuando, para evidenciar su enfado con el desigual reparto del capital, Fran?oise Gallimard anunci¨® que pon¨ªa en venta a trav¨¦s de un banco de Nueva York su paquete del 12,5% de las acciones. La noticia de que parte de la editorial iba a ser vendida en p¨²blica subasta fue vista de inmediato como un sacrilegio.
El temor del mundo literario franc¨¦s es que el 12,5% de las acciones de Gallimard puestas a la venta sea adquirido por alg¨²n tibur¨®n de las finanzas como el brit¨¢nico Maxwell, los italianos Berlusconi o De Benedetti o el alem¨¢n Bertelsman. Un escalofr¨ªo recorre a cr¨ªticos y escritores a la mera evocaci¨®n de la posibilidad de que alguno de esos hombres ponga sus manos sobre un cat¨¢logo que cuenta con 17 premios Nobel, una casa donde incluso Sartre y Camus pudieron cohabitar, la editorial de Proust, Claudel, Val¨¦ry, Aragon, Malraux, Breton, Bataille, Artaud y, en nuestros tiempos, Kundera, Le Cl¨¦zio y Tournier.
Babelia
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