Perplejidades ante el Manifiesto 2000
Es cierto, como dice un editorial de EL PA?S (29 de enero de 1990), que el socialismo necesita actualizar su discurso. ?sta es precisamente la tarea que viene desarrollando el Programa 2000, y que deber¨¢ culminar en un manifiesto cuyo borrador se ha publicado ahora. Los editorialistas de EL PA?S mostraron algunas perplejidades en torno a este documento, propias de quien se sienta sobre el horizonte y siente la tentaci¨®n est¨¦tica de pontificar.Conviene por ello, de salida, aclarar el significado de este documento, porque es la primera vez que se realiza en Espa?a un manifiesto para definir el marco estrat¨¦gico a largo plazo de un partido pol¨ªtico y es necesario centrar su funci¨®n.
Pretende, por encima de todo, situar al PSOE en l¨ªnea con el resto de los partidos socialistas occidentales, marcando distancias muy claras con las opciones liberales. Quien reflexione sobre el intenso proceso que ha llevado al PSOE desde las d¨¦cadas de clandestinidad a los ocho a?os de Gobierno comprender¨¢ la importancia de esta definici¨®n. Cualquiera que analice el borrador del manifiesto con una mente ecu¨¢nime podr¨¢ comprobar su coherencia interna como alternativa inequ¨ªvocamente socialdem¨®crata.
De eso se trata: de establecer una distancia n¨ªtida y actualizada, por supuesto frente a opciones como la neoliberal de Thatcher, pero tambi¨¦n frente a un modelo dem¨®crata a lo Kennedy. Que los verdaderos partidarios de la tesis de Occhetto y otros sectores de centro izquierda est¨¦n de acuerdo con el 70% o el 80% de lo que se plantea no es ninguna sorpresa. El futuro, en esta sociedad fluida y en cambio acelerado, va a ser testigo de una polarizaci¨®n creciente entre izquierdas y derechas, entre socialdemocracia y conservadurismo.
En segundo lugar, convendr¨ªa aclarar que no estamos ante un documento te¨®rico, ante un ensayo intelectual. Cierto es que se ha basado en el esfuerzo de reflexi¨®n de muchos respetados intelectuales. Ahora, sin embargo, el Programa 2000 ha pasado, con todas las consecuencias, al terreno pol¨ªtico, a la definici¨®n partidaria de las se?as de identidad futuras del socialismo espa?ol. Por ello, es pueril tacharlo de oficialista.
Efectivamente, ha sido la mayor¨ªa del PSOE la que ha decidido dotarse de este instrumento; una mayor¨ªa que, formando Gobierno hoy en Espa?a, ha tenido la vitalidad suficiente como para iniciar su renovaci¨®n y oxigenarse con un contacto m¨¢s directo con la sociedad, apoy¨¢ndose, adem¨¢s, en el impulso que han dado y seguir¨¢n dando esos intelectuales. A ellos, y a nadie m¨¢s, les compete decir si su sentido cr¨ªtico est¨¢ siendo respetado y si sus ideas de innovaci¨®n pol¨ªtica van siendo entendidas.
Este proyecto para debate, por lo dem¨¢s, no tiene un sello de originalidad, ni lo busca. En realidad, todo el socialismo y la socialdemocracia europea occidental se ha aplicado -est¨¦ en el Gobierno o en la oposici¨®n- a tareas similares desde 1985 con una particular intensidad que no se le escapa a los observadores pol¨ªticos. ?La raz¨®n? Probablemente porque, despu¨¦s de los fracasos electorales de los primeros a?os de la d¨¦cada de los ochenta, despu¨¦s de que por vez primera en este siglo los conservadores encontraran un respaldo te¨®rico en las nuevas teor¨ªas neoliberales, se impon¨ªa una revisi¨®n de las premisas y las recetas tradicionales del socialismo europeo para formular un proyecto que fuera m¨¢s lejos que el socialismo de la demanda, asimilando, al mismo tiempo, las lecciones del fracaso del comunismo estatista del Este europeo.
En la Rep¨²blica Federal de Alemania como en Suecia, en Austria como en Holanda, de un modo tan generalizado como espont¨¢neo, el socialismo ha invertido esfuerzos te¨®ricos y organizativos para adaptar los viejos ideales a las nuevas realidades. Y comoquiera que estos procesos de renovaci¨®n, entre los que se inscribe el Programa 2000, est¨¢n tocando a su fin, ya se puede realizar un balance de lo conseguido.
En este contexto internacional, la contribuci¨®n del socialismo espa?ol es, ciertamente, valiosa. Basta para ello repasar los documentos de ¨ªndole similar que han sido publicados en otros pa¨ªses. Pero m¨¢s all¨¢ de los m¨¦ritos del borrador de manifiesto, lo cierto es que todos los nuevos planteamientos renovadores del socialismo europeo avanzan -con ¨¦nfasis diferentes- por la misma senda: el reto de extender los controles democr¨¢ticos a la esfera internacional y al progreso tecnol¨®gico; el reto de hacer m¨¢s eficiente a un Estado que debe asumir nuevas funciones; el reto de la igualdad real para las mujeres, el de organizar colectivamente la calidad de vida, evitar el desarrollismo y practicar el ecologismo, o prevenir la dualizaci¨®n de la sociedad; el reto, en fin, de continuar la transformaci¨®n del capitalismo en las nuevas condiciones y teniendo en cuenta las pasadas experiencias, apostando por la democracia econ¨®mica, no aboliendo el mercado, sino someti¨¦ndolo a la din¨¢mica democr¨¢tica.
Todos estos elementos, dentro de una estructura precisa de opciones estrat¨¦gicas, y fundamentados en una concepci¨®n novedosa de lo que debe ser hoy el cambio social y la transformaci¨®n del capitalismo, se encuentran en el proyecto de Manifiesto 2000, para el que los quiera ver, con la necesaria concisi¨®n que impone un texto breve y sencillo.
No es de recibo ensalzar esas ideas como profundamente renovadoras cuando se enuncian en otros pa¨ªses y pasar por encima de ellas cuando se van abriendo camino en el socialismo espa?ol. Hay que ser consecuentes: si el proyecto que proponemos debatir se juzga y se condena como magro en contenido, por extensi¨®n se est¨¢ juzgando y condenando la renovaci¨®n y los intentos de nuevo programa que han surgido por doquier en el socialismo europeo.
Dejemos tal condena a los ide¨®logos de la derecha pol¨ªtica y econ¨®mica, interesados en de mostrar que el esfuerzo de - adaptaci¨®n del socialismo occidental -y dentro de ¨¦l, el socialismo espa?ol- es bald¨ªo, un canto de cisne de una filosofia ya agotada. Pero que tengan cuidado con sus profec¨ªas. El impulso de ideas de la derecha moderna se ha ido agotando. Y, sin embargo, el peligro de una sociedad decr¨¦pita y dual, la amenaza de un mundo cada vez m¨¢s polarizado, permanecen. Y es precisamente a esos problemas a los que, mediante una serie de propuestas para la d¨¦cada de los a?os noventa, est¨¢n dedicando sus esfuerzos de renovaci¨®n los socialistas espa?oles.
es coordinador del Programa 2000, del PSOE. Suscriben ¨¦ste art¨ªculo
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