Trofeo colombiano
La esfera armilar que se propone como s¨ªmbolo de Madrid no es un proyecto redondo: le falta iron¨ªa y le sobra peana.Una construcci¨®n tan extravagante como la que se han mostrado dispuestos a financiar la sociedad estatal (Quinto Centenario y la cooperativa de viviendas de UGT s¨®lo puede rescatarse a trav¨¦s del humor: esa esfera del tama?o del Bernab¨¦u y de la altura del edificio Espa?a, colocada en un pol¨ªgono de modestas viviendas de protecci¨®n oficial en la carretera de Vic¨¢lvaro, debe entenderse como un gesto surreal, como un ir¨®nico monumento pop, m¨¢s pr¨®ximo a los megalitos dalinianos o a los gigantescos prism¨¢ticos blandos de Oldenburg que al desaf¨ªo t¨¦cnico de la torre Eiffel o al desaf¨ªo simb¨®lico del monumento a la III Internacional de Tatlin. A la vista del coste de la folie -6.000 millones en primera aproximaci¨®n, y ya se sabe lo imprevisibles que son los prototipos-, los cooperativistas del sindicato socialista pueden pensar que se trata de humor negro, pero no deben preocuparse en exceso; aunque las cuentas que ahora se hagan resulten ser las de la lechera, ah¨ª est¨¢ la sociedad estatal para hacerse cargo de las c¨¢ntaras rotas y la leche derramada.
Como no llego a imaginar que el humor resida en la m¨²sica celestial que van a emitir las esferas -ya que los autores del proyecto mencionan esto de forma siempre muy seria-, me atrevo a pensar que la iron¨ªa distanciadora puede ubicarse en la enorme peana. Lo chato de su dise?o, que contrasta con la liviana esbeltez de los soportes en las esferas arm¨ªlares tradicionales, debe tener otro prop¨®sito que el de impedir que el proyecto se eche a rodar. Tampoco puede imaginarse que sean consecuencia de la diferente escala de la esfera, ya que ese important¨ªsimo factor estructural se ha obviado en el resto de su dise?o. Mi hip¨®tesis es la de que ese soporte perseguir¨ªa m¨¢s bien evocar los de las copas deportivas, que tantas veces, coronadas por un bal¨®n, sirven para confeccionar los trofeos futbol¨ªsticos.
Entendido como un trofeo colombino, el monumento habr¨ªa compensado la iron¨ªa deficiente con la peana sobrante: faltar¨ªa s¨®lo por definirse el tama?o y la ubicaci¨®n definitivos.
Sobre el tama?o, merece quiz¨¢ la pena recordar que la archifamosa pir¨¢mide del Louvre tiene s¨®lo 21 metros de altura, o que la geoda de La Villete se conforma con un di¨¢metro de 36 metros, por mencionar ¨²nicamente dos monumentos par?sienses recientes. Si se piensa que el volumen es proporcional al cubo del di¨¢metro, se ver¨¢ que nuestra armilar -de 80 metros de di¨¢metro y 92 metros de altura- tiene un volumen 10 veces mayor que la esfera de la geoda y una altura que cuadruplica la de la pir¨¢mide. Dado que parece irremediable que sus dimensiones sean simb¨®licas, ?por qu¨¦ no hacerla, por ejemplo, de 92 pies? Una esfera de la altura de un edificio de 10 lantas seguir¨ªa siendo bastante impresionante y costar¨ªa menos de la d¨¦cima parte de la actual.
En cuanto a la ubicaci¨®n de esta esfera n¨®mada, propuesta ya para tantos sitios, es dudoso que la calle principal del pol¨ªgono de Valdebernardo sea la m¨¢s apropiada. Resulta desconcertante que algunos artistas hayan defendido el emplazamiento, fruto probable del azar, como un gesto redentor del sur madrile?o. Antonio L¨®pez, que nos ha ense?ado a mirar con emoci¨®n esos paisajes humildes, ?propone ahora monumentalizarlos? Su colaboraci¨®n con el ingeniero Fern¨¢ndez Ord¨®?ez en el a¨²n incierto coloso caminante de la desventurada avenida de la Ilustraci¨®n, lo mismo que la de Eduardo Chiffida en la Sirena varada que suspendi¨® bajo el paso elevado de la Castellana, son actuaciones de un lirismo y una fuerza que por desgracia no posee la del escultor Trenor.
En el contexto siempre un poco disparatado de una exposici¨®n universal, que es donde surgi¨® la idea de la esfera, resulta por lo menos inteligible; en un barrio popular, y justificada como una forma que revaloriza los espacios comerciales de la promoci¨®n, linda con el desprop¨®sito. Si por alg¨²n motivo la esfera ha de construirse inapelablemente, la sociedad estatal Quinto Centenario deber¨ªa considerar de nuevo la ubicaci¨®n en Sevilla de este trofeo colombino: a fin de cuentas, la Expo 92 usa ya un globo terr¨¢queo como s¨ªmbolo, y en Madrid muchos de los vecinos nos consideramos servidos con la Cibeles y la puerta de Alcal¨¢.
es arquitecto.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.