Entre el fandango y Zaratustra
Dirig¨ªa Crist¨®bal Halffter y nos daba, junto a la Sinfon¨ªa n¨²mero 1 de Mahler, dos estrenos madrile?os: el Fandango, para ocho violonchelos, del propio Halffter, y la Quinta sinfon¨ªa, de Tom¨¢s Marco. Madrile?os ambos, madrile?a la orquesta y casi madrile?o el Fandango, esta vez nuestro inexistente pundonor auton¨®mico podr¨ªa haberse sentido satisfecho.El fandango se esparce por toda Espa?a y se divulga por Europa desde finales del siglo XVII con una rara fidelidad a un determinado patr¨®n que encontramos tanto en Andaluc¨ªa como en Castilla o el Pa¨ªs Vasco. El que denominamos fandango de Soler puede hallarse antes y despu¨¦s de ¨¦l, en compositores de vario talante y en infinitas versiones an¨®nimas.
Orquesta Sinf¨®nica de Madrid
Director: C. Halffter. Obras de Halffter, Marco y Mahler. Auditorio Nacional. Madrid, 27 de febrero.
El compositor se ha dejado seducir por un aspecto del fandango: el obstinato de dos compases, y sin salirse del estilo, ni del ritmo o el melos, lo ha haffterizado con singular talento en una bella disposici¨®n para ocho violonchelistas. Es acierto la lenta formaci¨®n del obstinato y alguna de las transformaciones lejanas de las tradicionales. En definitiva, Halffter ha hecho, aqu¨ª y ahora, lo que Soler, Scarlatti o Boccherini hicieran en su tiempo: interpretar el aire emblem¨¢tico del baile espa?ol.
Desde el Fandango saltamos a Zaratustra, seg¨²n Strauss, pues Tom¨¢s Marco no ha encontrado m¨¢s luminosa cita para aludir al sol de las Canarias que la del comienzo del c¨¦lebre poema nietzscheano. La Quinta sinfon¨ªa, en la que no falta alguna leve alusi¨®n a la quinta de las quintas, esto es, la de Beethoven, Tom¨¢s Marco, bajo el subt¨ªtulo Modelos del universo, organiza su amor ¨ªntimo y cosmog¨®nico a las islas, aludidas con su nombre prehisp¨¢nico y cantadas sin la menor alusi¨®n folclor¨ªstica.
Quiz¨¢ la Quinta sinfon¨ªa cierra un periodo en la m¨²sica orquestal del compositor, pues es consecuencia y superaci¨®n de sus sinfon¨ªas anteriores, tanto en el tratamiento instrumental como en la palpitaci¨®n interna y la ideaci¨®n unitaria, flexible y amena. El conjunto, de una media hora, se sigue en todo momento con inter¨¦s en espera de unas sorpresas que se producen.
El ¨¦xito de los dos autores fue grande e inusual trat¨¢ndose de creaciones actuales y para Crist¨®bal Halffter culmin¨® en su estupend¨ªsima versi¨®n de la Primera sinfon¨ªa de Mahler, en la que el director puso claridad, gracia, excelente fraseo y just¨ªsima planificaci¨®n en todos los ¨®rdenes. No falt¨® a la cita el tan cacareado " misterio", pero Halffter lo explic¨® suficientemente para que no se convirtiera en apesadumbrada tiniebla, con lo que pudimos vivir, ¨¦sta es la palabra, esa inmensa y nost¨¢lgica narraci¨®n hecha, a partes iguales, de vivencias ambientales y artesan¨ªa de primer orden. Fue una interpretaci¨®n de buen director, pero, adem¨¢s, digna de un compositor de la talla de Halffter.
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