As¨ª fue y as¨ª cay¨® una revoluci¨®n
Los sandinistas tendr¨¢n que mantener su unidad y recuperar su capacidad de encanto para volver al poder
ENVIADO ESPECIAL"No se pod¨ªa entender la guerra de guerrillas contra la Guardia Nacional sino como continuaci¨®n de la lucha sostenida por el peque?o ej¨¦rcito loco contra el ej¨¦rcito de canallas y contra los invasores yanquis. As¨ª fue, recu¨¦rdalo, hermano". As¨ª fue la historia de Nicaragua, as¨ª fue la insurrecci¨®n contra la dictadura de Anastasio Somoza, y as¨ª lo cuenta el comandante Tom¨¢s Borge, el ¨²nico vivo de los fundadores del Frente Sandinista para la Liberaci¨®n Nacional (FSLN) en 1961. El general del peque?o ej¨¦rcito loco era Augusto C¨¦sar Sandino, de quien el propio Borge recuerda un relato, extra¨ªdo de la memoria de su padre, en el que se cita la vez en que el llamado general de hombres libres brind¨® por la paz con el primero de la saga de los Somoza. "A Somoza le temblaba la chingada mano".
El relato a?ade que Sandino era un hombre flexible como un junco; capaz de pasarse una pierna, e incluso las dos, por detr¨¢s del cuello. Quiere, probablemente, el relator destacar as¨ª, no s¨®lo la perfecta condici¨®n f¨ªsica del inspirador del nacionalismo revolucionarlo nicarag¨¹ense, sino su capacidad de adaptaci¨®n pol¨ªtica al medio.Algo de eso -pero quiz¨¢ no lo suficiente- heredaron los que hoy se consideran hijos de Sandino, los dirigentes del FSLN, que llevaron al poder el 19 de julio de 1979 lo que quer¨ªa ser una revoluci¨®n de nuevo tipo, basada en tres principios: pluralismo pol¨ªtico, econom¨ªa mixta y no alineamiento.
Sin embargo, no era s¨®lo la leyenda de Sandi:no la que hab¨ªa forjado los esp¨ªritus revolucionarios de los nueve: muchachos que desde esos momentos hasta hoy en d¨ªa forman la Direcci¨®n Nacional del FSLN: Daniel Ortega, Humberto Ortega, Tom¨¢s Borge, Bayardo Arce, Carlos N¨²?ez, Henry Ruiz, Jaime Wheelock, Luis Carri¨®n y V¨ªctor Tirado. En su formaci¨®n se cruzaban y chocaban las diferentes corrientes del socialismo de entonces, y tuvo que ser Fidel Castro, entusiasmado con la posibilidad de un triunfo revolucionario en Nicaragua, quien en una reuni¨®n en La Habana en 1978 obligara a las tres tendencias que entonces divid¨ªan el Frente a unirse en un solo partido.
Debieron de ser muy contundentes los argumentos de Fidel Castro -o muy dura la experiencia de la divisi¨®n-, pero lo cierto es que desde entonces nadie ha podido encontrar una sola fisura en ese organismo de nueve coniandantes guerrilleros que ha dirigido Nicaragua por m¨¢s de 10 a?os. Lo m¨¢s que se ha producido es el l¨®gico reparto del poder en funci¨®n de las cualidades que cada uno va revelando en el transcurrir del Gobierno. Los liermanos Ortega se han llevado -en este aspecto- la mayor tajada, hasta el punto de ser considerados hoy en d¨ªa el ¨²nico y ver(ladero centro de poder en el FSLN. Tras ellos, Tom¨¢s Borge, con su habilidad, su historia y su Ministerio del Interior, es una refierencia obligada. Y despu¨¦s habr¨ªa que mencionar a Bayardo Arce, responsable de la organizaci¨®n interna del partido.
Presi¨®n de EE UU
La unidad de los sandinistas ha sido un factor determinante para resistir la enorme presi¨®n a la que la revoluci¨®n ha estado sometida desde el ascenso de Ronald Reagan a la presidencia en Estados Unidos.
La llegada de Reagan a la Casa Blanca coincide con la decisi¨®n del FSLN de romper su pacto con la burgues¨ªa nacional -que estaba representada en la primera junta de Gobierno por Violeta Chamorro y Alfonso Robelo- y emprender una v¨ªa de transformaciones econ¨®micas y acuerdos militares que alejaban al r¨¦gimen de los principios promotores.
Una de las inc¨®gnitas no resueltas de la revoluci¨®n sandinista es saber si fue la presi¨®n norteamericana la que provoc¨® el giro a la izquierda del movimiento que hab¨ªa surgido de una conjunci¨®n de fuerzas de todo el pueblo, o, por el contrario, los norteamericanos presionaron despu¨¦s de percibir el peligro de una Cuba en Centroam¨¦rica. Es el dilema del huevo y la gallina.
Nace la 'contra'
El 9 de marzo de 1980 el presidente Reagan firm¨® el decreto presidencial que desata oficialmente la guerra secreta contra Nicaragua. Nace ah¨ª la contra, integrada inicialmente por dos grupos rivales entre s¨ª: La Fuerza Democr¨¢tica Nicarag¨¹ense (FDN), dirigida por el antiguo coronel de la guardia somocista Enrique Berm¨²dez, y la Acci¨®n Revolucionaria Democr¨¢tica (ARDE), encabezada por Ed¨¦n Pastora, el m¨ªtico Comandante Cero del asalto al Palacio Nacional que abandon¨® el Gobierno sandinista en protesta por la l¨ªnea radical que tomaba.
En pocos meses Nicaragua hab¨ªa recibido miles de m¨¦dicos, t¨¦cnicos y asesores militares procedentes de Cuba, la Uni¨®n Sovi¨¦tica, la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana y otros pa¨ªses del este de Europa. Asimismo orientaba sus relaciones comerciales y sus contactos diplom¨¢ticos hacia ese bloque.
Con adiestramiento y financiaci¨®n por parte de Estados Unidos, el FDN, por su parte, se convirti¨® pronto en una verdadera fuerza militar. La presi¨®n norteamericana lleg¨® a veces hasta la utilizaci¨®n directa de comandos de la Agencia Central ce Inteligencia (CIA) contra instalaciones nicarag¨¹enses, como el minado de los puertos de Corinto y Sandino en 1983.
En 1984 el FDN, base de lo que hoy es la Resistencia Nicarag¨¹ense, era ya un ej¨¦rcito con presencia en todo el norte y el noroeste del pa¨ªs. Se viv¨ªan mientras tanto en el interior de Nicaragua los peores momentos de la militarizaci¨®n del r¨¦gimen, de la censura, de los cierres de La Prensa y de las tensiones con la Iglesia.
Primeras elecciones
?se es, precisamente, el a?o en el que se celebran las primeras elecciones desde el triunfo revolucionario. En los primeros d¨ªas del Gobierno sandinista, Fidel Castro hab¨ªa recomendado a los que ya eran sus mejores aliados en Am¨¦rica Latina que convocasen elecciones lo antes posible, pero sus consejos no fueron escuchados y las elecciones tuvieron lugar cinco a?os despu¨¦s, en el momento m¨¢s profundo de la crisis.
El candidato de la coalici¨®n opositora era entonces Arturo Cruz, un empresario conservador que hab¨ªa participado en los primeros meses del r¨¦gimen sandinista como presidente del banco central. Pero las posibilidades de derrota del FSLN eran entonces inferiores a las que ten¨ªa este pasado 25 de febrero, y la oposici¨®n, en plena concordancia con Estados Unidos, decidi¨® retirarse y deslegitimar unos comicios que no sirvieron para democratizar el pa¨ªs.
Por el contrario, tras su victoria electoral, el Gobierno sandinista, sometido a la presi¨®n militar y al embargo econ¨®mico de Estados Unidos, progresivamente aislado de los pa¨ªses de Europa occidental, desgastado pol¨ªticamente en el interior del pa¨ªs por el continuo deterioro de la econom¨ªa, se encerr¨® en sus propios errores.
La intervenci¨®n del Estado en la agricultura y el incremento de una guerra que ha costado 50.000 muertos redujeron dram¨¢ticamente la producci¨®n de alimentos. Las expropiaciones terminaron por espantar a los empresarios, muchos de los cuales, as¨ª como profesionales destacados y j¨®venes que hu¨ªan del servicio militar, decidieron abandonar el pa¨ªs.
La revoluci¨®n se debilitaba en la misma proporci¨®n en que el pa¨ªs se empobrec¨ªa. Los sandinistas dispon¨ªan, sin embargo, de? mayor ej¨¦rcito de Centroam¨¦rica y de un papel determinante en la regi¨®n, por su apoyo al Frente Farabundo Mart¨ª para la Liberaci¨®n Nacional (FMLN) de El Salvador y por el permanente estado semib¨¦lico que reinaba en la frontera entre Nicaragua y Honduras, en cuyo territorio los norteamericanos hab¨ªan instalado a la contra. Los sandinistas estaban necesitados de una negociaci¨®n y ten¨ªan mucho que ofrecer a cambio.
Esquipulas 2
En 1986 lleg¨® a la presidencia de Costa Rica Oscar Arias, quien r¨¢pidamente impuls¨® un plan de paz que un a?o despu¨¦s floreci¨® en los acuerdos de Esquipulas 2. A la luz de esos pactos, el r¨¦gimen sandinista se fue abriendo pol¨ªtica y econ¨®micamente hasta llegar a las elecciones ejemplares del pasado domingo. Pero, desgraciadamente para los sandinistas, no fueron los esfuerzos de flexibilidad hechos por el Gobierno en los dos ¨²ltimos a?os lo que han juzgado los votantes nicarag¨¹enses sino el balance econ¨®mico de 10 en los que el pa¨ªs ha retrocedido un cuarto de siglo en su desarrollo hasta convertirse en el m¨¢s pobre de Centroam¨¦rica.
Pocas revoluciones habr¨¢n contado en sus comienzos con tal grado de respaldo internacional. La revoluci¨®n nicarag¨¹ense, las gestas de Le¨®n, de Masaya, de Matagalpa, se metieron en los corazones de millones de personas en todo el mundo, personas que tal vez repugnaron el domingo del sentido pragm¨¢tico de su idealizado pueblo nicarag¨¹ense. El sandinismo, dec¨ªa un viejo pol¨ªtico centroamericano, es un donju¨¢n rompecorazones del que uno no se puede fiar. Algo desgastado y con varias cicatrices en su cuerpo, el sandinismo, ahora en la oposici¨®n, tendr¨¢ que hacer uso de dos armas para volver al poder: mantener su unidad y recuperar su capacidad de encanto.
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