Carlos P¨¦rez de Rozas y S¨¢enz de Tejada, periodista gr¨¢fico
Primero se lo confes¨® al amigo, y unos d¨ªas despu¨¦s, a la familia. Pap¨¢ era as¨ª. Sus amigos formaban parte de la familia, y, por supuesto, toda la familia era amiga suya. Era el patriarca de los P¨¦rez de Rozas, como antes lo hab¨ªa sido su padre, Carlos P¨¦rez de Rozas y Masdeu. Pap¨¢ sol¨ªa hablar casi siempre en plural cuando contaba algo referente, sobre todo, a sus 50 a?os de profesi¨®n, a su medio siglo detr¨¢s de la Leica, su m¨¢quina preferida. "Es el Rolls-Royce de las m¨¢quinas", sol¨ªa decir.Habla en plural porque se trataba de la historia, sobre todo, de su padre y de todos sus hermanos, vinculados de una u otra forma a la profesi¨®n de reportero. Y porque la vida de pap¨¢ es la vida de toda una generaci¨®n de fot¨®grafos, precursora del boom actual de la fotograf¨ªa.
Pap¨¢ distribuy¨® sus 50 a?os de profesi¨®n entre Las Noticia , El D¨ªa Gr¨¢fico, La Noche, La Solidaridad Nacional y La Vanguardia. Sobre todo, La Vanguardia; sobre todo, Pelayo, 28. Instalado con sus hermanos en la ronda de la Universidad, 23 -instalados todos-, pap¨¢ vivi¨® con pasi¨®n cada uno de los minutos de su vida, mimando sus Leica y rechazando cualquier cosa que fuera japonesa. Pap¨¢, como su gran amigo Ra¨²l Cancio, tambi¨¦n era de los que pensaban que dentro de una m¨¢quina de fotografiar japonesa "hay un japon¨¦s, que es el que hace la foto".
Los d¨ªas de pap¨¢ pasaban de las 24 horas. Y los de Manolo. Y los de Kike. Por eso la ronda est¨¢ llena de armarios que contienen la historia de Barcelona de las ¨²ltimas d¨¦cadas. Hay miles de pel¨ªculas, hechos rollitos con la fecha. All¨ª est¨¢ el 3 de febrero de 1948 y el 26 de mayo de 1982. Cada caj¨®n contiene dos meses. Hay decenas de cajones.
Alguien le pregunt¨® el 10 de octubre de 1985, un d¨ªa despu¨¦s de firmar su jubilaci¨®n -falsa, porque hasta hace un mes segu¨ªa con su Leica al hombro-, qu¨¦ har¨ªa a partir de entonces. La respuesta, por supuesto, la ten¨ªa pensada desde hac¨ªa semanas: "Ahora ser¨¦ lo que siempre he querido ser: mi propio director. Har¨¦ las fotos que quiera, las que me gusten".
El peri¨®dico en el que pap¨¢ desempe?aba todos los papeles, desde director a fot¨®grafo, cerr¨® ayer. No volver¨¢ a salir a la calle. Su redacci¨®n, su taller e incluso las furgonetas que distribu¨ªan su material, es decir, sus hijos, se han quedado solos, en compa?¨ªa de sus pel¨ªculas y, lo que es m¨¢s importante, de sus Leica.
Pap¨¢ soport¨® su cruel enfermedad con la misma entereza que vivi¨® la muerte de sus dos esposas, Rosario y Maruja, y la desaparici¨®n del que era, sin duda, su mejor amigo, Ram¨®n Dimas, otro de los grandes fot¨®grafos que ha dado esta profesi¨®n. Ellas dos y Ram¨®n murieron de algo muy parecido a pap¨¢.
Por eso, pap¨¢ sab¨ªa lo que ten¨ªa, aunque se lo ocult¨¢ramos. Porque algunos de sus seres m¨¢s queridos hab¨ªan sufrido un final similar. Se dir¨ªa,que durante las ¨²ltimas semanas sufri¨® m¨¢s por nosotros que por ¨¦l. Cuando los m¨¦dicos insinuaron que si se animaba pod¨ªa irse a casa, se le meti¨® el miedo en el. cuerpo. Miedo por nosotros, no por ¨¦l. Miedo a molestar.
Hace una semana escogi¨® a Agust¨ª Carbonell, responsable de fotograf¨ªa de La Vanguardia, su peri¨®dico, para decirle al o¨ªdo: "Esto se acaba, Agust¨ªn, esto se acaba". Llev¨¢bamos un mont¨®n de d¨ªas junto a ¨¦l y, sin embargo, escogi¨® a un amigo para decirle que ya sab¨ªa que le quedaban pocos d¨ªas de vida. Y lo hizo, estoy seguro, porque Agust¨ªn representa tres de las cosas que m¨¢s am¨®: la fotograf¨ªa, La Vanguardia y la amistad.
Luego, a punto ya de morir, tuvo el mismo gesto con su hijo mayor, Carlos."Ya lo hemos hecho todo, ?verdad?", le dijo. Verdad.
Con la muerte de Carlos P¨¦rez de Rozas y S¨¢enz de Tejada desaparece un extraordinario fot¨®grafo. Lo malo es que tambi¨¦n hemos perdido al mejor amigo, hermano y padre.
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