Los cineastas espa?oles rinden homenaje a la figura de Jos¨¦ Antonio Nieves Conde
Como complemento a los premios que cada a?o otorga la Asamblea de Directores y Realizadores Cinematogr¨¢ficos y Audiovisuales de Espa?a (Adircae), esta instituci¨®n ofrece un homenaje a Jos¨¦ Antonio Nieves Conde, cineasta considerado un cl¨¢sico de esta parcela de la creaci¨®n art¨ªstica en los a?os cincuenta y autor de un filme, Surcos, que es por s¨ª solo un cap¨ªtulo de la historia del cine espa?ol.
Nieves Conde naci¨® en Segovia en 1915. La guerra civil le atrap¨® en Madrid cuando era estudiante y, como a tantos otros j¨®venes espa?oles, marc¨® su destino. Al finalizar la guerra su afici¨®n al cine se canaliz¨® a trav¨¦s del periodismo. Fue cr¨ªtico cinematogr¨¢fico del diario Pueblo y redactor de la revistas cinematogr¨¢fica Primer Plano. De ah¨ª al ejercicio del cine activo hab¨ªa un gran paso que Nieves Conde dio en 1946 con Senda ignorada.Angustia y Llegada de noche son obras de aprendizaje, que le condujeron en 1950 a su cuarto filme, Balarrasa, que fue uno de los grandes ¨¦xitos populares del cine espa?ol de aquellos a?os. Un a?o despu¨¦s realiz¨® Surcos, pel¨ªcula que tambi¨¦n convoc¨® mucha audiencia y un gran revuelo pol¨¦mico a?adido a su ¨¦xito.
Horizontes abiertos
Fue Surcos, en efecto, preludio de la renovaci¨®n del cine espa?ol protagonizada en aquella d¨¦cada principalmente por Juan Antonio Bardem y Luis Garc¨ªa Berlanga, y que condujo del acartonamiento del cine de la posguerra a los horizontes abiertos en las pantallas europeas por el movirniento neorrealista italiano.
Surcos fue revulsivo en aquel tiempo. Por vez primera en un filme espa?ol se vi¨® el rostro de la Espa?a cotidiana, una sociedad envilecida y con aguas turbias bajo la imagen acicalada que de ella se dictaba desde las c¨²pulas de la dictadura franquista, a las que el filme disgust¨® y relegaron a segundo plano, mientras encumbraban a la trivial e imperial Alba de Am¨¦rica de Juan de Ordu?a.
Nieves Conde sigui¨®, pese a que el ¨¦xito de Surcos se volvi¨® contra ¨¦l, haciendo pel¨ªculas hasta 1976. Se recuerdan t¨ªtulos como El inquilino (1957), donde el director volvi¨® tras las huellas de la triste Espa?a cotidiana, y Los peces rojos, La legi¨®n del silencio, Todos somos necesarios, Don Lucio y el hermano P¨ªo, Prohibido enamorarse y una veintena m¨¢s de pel¨ªculas, que conforman una filmograf¨ªa irregular, pero de las m¨¢s variadas y f¨¦rtiles del cine espa?ol en aquellos largos a?os de sorda y lenta transformaci¨®n en busca de su propia identidad.
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