Hungr¨ªa, ante las elecciones
A Hungr¨ªa le ha pasado como a los grandes corredores de fondo que encabezan una larga carrera desde el principio pero que en los metros finales son superados al sprint por los que han corrido detr¨¢s de su estela. Todos festejan luego a los ganadores, y, son ¨¦stos los que reciben la m¨¢xima atenci¨®n. Hungr¨ªa no es hoy el principal foco de atenci¨®n, pero fue en Hungr¨ªa donde se abrieron los procesos de reforma mucho antes que en los dem¨¢s pa¨ªses del Este, y fueron los gobernantes h¨²ngaros los que quebraron de hecho el muro de Berl¨ªn con su decisi¨®n de abrir las fronteras a los alemanes del Este que quer¨ªan huir al Oeste.Por esto, Hungr¨ªa es como un laboratorio en el que, salvando las diferencias de pa¨ªs a pa¨ªs, se pueden aprender muchas lecciones sobre los cambios en la Europa del Este. En definitiva, las elecciones que van a celebrarse el pr¨®ximo 25 de marzo ser¨¢n como el comienzo de la segunda y decisiva fase de los cambios pol¨ªticos en el Este.
Saber lo que no se quiere
El pa¨ªs ya vive inmerso en la campa?a electoral, y aunque de momento ¨¦sta no es muy espectacular, permite ya avanzar algunas conclusiones. El dato principal a retener -generalizable a todos los dem¨¢s pa¨ªses del Este- es que si todav¨ªa no se sabe muy bien a favor de lo que se va a votar, es decir, a favor de qu¨¦ programas, partidos y objetivos generales, est¨¢ muy claro, en cambio, lo que s¨ª se quiere rechazar; el pasado inmediato y las fuerzas que lo protagonizaron. Si hasta hace algunos meses esto quedaba condicionado todav¨ªa por el peso de la l¨®gica de los bloques, hoy esto ya no cuenta. Si en Polonia, por ejemplo, hace un a?o el partido comunista, en el poder todav¨ªa, pudo negociar unas elecciones que le aseguraban una presencia sustancial en el Parlamento, y luego pudo mantener algunos puestos clave en el Gobierno por el peso que todav¨ªa supon¨ªa la relaci¨®n con la URSS, hoy esto es ya impensable en Hungr¨ªa y en otros pa¨ªses.
En Hungr¨ªa, ciertamente, el partido comunista gobernante se escindi¨® en el mes de octubre, y sus principales exponentes fundaron un nuevo partido, el Partido Socialista H¨²ngaro, que hoy ejerce las principales responsabilidades de Gobierno. Este nuevo partido socialista es el continuador del esp¨ªritu reformista que desde hace ya bastantes a?os inici¨® los cambios econ¨®micos y pol¨ªticos en Hungr¨ªa y en los ¨²ltimos meses ha impulsado una serie de reformas pol¨ªticas y econ¨®micas que, en parte, han encauzado ya la soluci¨®n de algunos de los problemas m¨¢s arduos de la transici¨®n a la democracia. Pero tambi¨¦n es tributario de un pasado que la mayor¨ªa de la poblaci¨®n quiere borrar.
En privado, muchos reconocen que los actuales dirigentes socialistas son, en general, gobernantes capaces y reformistas sinceros, pero todo parece indicar que, en la medida que el condicionante sovi¨¦tico ya no existe, estos gobernantes socialistas de ahora ser¨¢n ampliamente derrotados en las pr¨®ximas elecciones. En octubre de 1989, los sondeos daban al nuevo partido socialista un 25%, de los votos. Los sondeos actuales le dan entre un 10% y 12%, y al partido comunista, entre un 3% y un 4%.
Las fuerzas que se perfilan como favoritas son el Foro Democr¨¢tico y la Alianza de los Dem¨®cratas Libres. A finales de 1989, el Foro Democr¨¢tico parec¨ªa un vencedor seguro, pero a partir del refer¨¦ndum celebrado en enero sobre el mecanismo de elecci¨®n del presidente de la Rep¨²blica y de la campa?a por la dimisi¨®n del ministro del Interior por un problema de escuchas telef¨®nicas, las fuerzas que impulsaron con ¨¦xito ambas iniciativas han ganado mucho terreno. La principal de estas fuerzas es la Alianza de los Dem¨®cratas Libres, aunque en torno a ella se han movido en relaci¨®n contradictoria otras, como el Partido Socialdem¨®crata, el Partido de los Peque?os Propietarios y el grupo juvenil Fidesz.
Catalogar
Hoy por hoy resulta dif¨ªcil catalogar a estas fuerzas seg¨²n los par¨¢metros de la pol¨ªtica occidental. En t¨¦rminos gen¨¦ricos y teniendo m¨¢s en cuenta el talante, el estilo y los respectivos contactos occidentales que los programas y los objetivos inmediatos -hoy todav¨ªa muy confusos-, uno puede arriesgarse a catalogar el Foro Democr¨¢tico como una formaci¨®n de centroderecha y a la Alianza de los Dem¨®cratas Libres como una formaci¨®n de centro-izquierda. Pero inmediatamente hay que introducir matizaciones. El Foro Democr¨¢tico, presidido por una personalidad prestigiosa como Jozsef Antal, de larga trayectoria opositora, ha tenido una actitud menos agresiva frente al partido socialista, actualmente gobernante, parece inscribirse en la connotaci¨®n gen¨¦rica de la democracia cristiana y parece m¨¢s implantado en las zonas rurales que la Alianza.
A su vez, la Alianza de los Dem¨®cratas Libres ha aparecido desde el primer momento como un adversario claro e implacable de los socialistas gobernantes, rechazando en todo momento la posibilidad de pactar con ellos.
Otro dato distintivo a retener es que los m¨¢ximos dirigentes de la Alianza son jud¨ªos, como el escritor Gy?rgy Konrad y Janos Kiss, destacado tratadista de los derechos humanos. Visto de lejos, esto puede parecer un dato secundario, pero en Hungr¨ªa no lo es, y no es ninguna casualidad que en la actual fase de la campa?a electoral el tema del antisemitismo haya hecho su aparici¨®n, y que a ra¨ªz de las declaraciones de un destacado dirigente del Foro Democr¨¢tico que fueron interpretadas como antisemitas se haya producido un duro enfrentamiento entre esta fuerza y la Alianza de los Dem¨®cratas Libres, con serias repercusiones internacionales. Finalmente hay que se?alar que no est¨¢ claro todav¨ªa el papel que van a tener otras formaciones pol¨ªticas, de reciente formaci¨®n unas, de a?eja tradici¨®n otras, ni cu¨¢l va a ser la influencia real de algunos l¨ªderes, como la dirigente del Partido Socialdem¨®crata, Anna Petrasovits.
De todos modos, lo m¨¢s probable es que el sistema de partidos que salga de estas primeras elecciones sea bastante provisional.
El pr¨®ximo Gobierno ser¨¢, sin duda, de coalici¨®n, pero en cuanto a la entidad de ¨¦sta, lo ¨²nico que se puede prever es que dif¨ªcilmente comprender¨¢ a los socialistas, y desde luego, no a los comunistas.
Desde esta perspectiva, los datos pol¨ªticos pueden variar mucho en los pr¨®ximos meses y a?os. El Gobierno que se forme deber¨¢ emprender en pocos meses grandes y muy dolorosas reformas del sistema econ¨®mico, hoy a medio camino entre la vieja autarqu¨ªa y la apertura total al exterior; tendr¨¢ que hacer frente a fuertes presiones sociales -sobre todo si se lanza por el camino de la privatizaci¨®n a ultranza y tiene enfrente a un sindicato que, como el actual sindicato oficial, puede encabezar las reivindicaciones sociales desde la oposici¨®n-; deber¨¢ tomar graves decisiones en pol¨ªtica internacional, especialmente en relaci¨®n con el desmantelamiento del Pacto de Varsovia y las relaciones con la OTAN y la CE, y emprender¨¢ sin duda importantes reformas institucionales, entre las cuales s¨®lo quiero se?alar dos de gran envergadura: la reforma de la Administraci¨®n, que puede convertirse en una purga de funcionarios, y la reforma constitucional.
Proceso constituyente
Aunque la reforma constitucional del pasado mes de noviembre ya resolvi¨® bastantes de los problemas institucionales de la transici¨®n, es casi seguro que se abrir¨¢ un proceso constituyente en el que o mucho me equivoco o lo que predominar¨¢ no ser¨¢ precisamente el esp¨ªritu de consenso, sino el de revancha y borr¨®n y cuenta nueva.
Es posible, por consiguiente, que los partidos que ganen las pr¨®ximas elecciones no acaben consolid¨¢ndose como tales y que dentro de un tiempo se abra paso a partir de ellos un nuevo sistema de partidos. Los socialistas y los comunistas pasar¨¢n seguramente por una dura experiencia de oposici¨®n, pero los socialistas pueden recuperar protagonismo a corto o a medio plazo, y no es de excluir que lleguen a acuerdos org¨¢nicos con otras fuerzas, del ¨¢rea de Gobierno o de la de la oposici¨®n. Est¨¢ a punto de empezar, pues, una nueva fase que sin duda ser¨¢ muy distinta de la actual.
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