El canal de televisi¨®n 'porno' italiano cancela el comienzo de sus emisiones regulares
La cadena de televisi¨®n PAY-TV, de erotismo, creada en Bientina, un pueblecito de la provincia de Pisa, por un empresario que hab¨ªa trabajado en la revista cat¨®lica Familia Cristiana, no ha iniciado sus emisiones, pese al anuncio en sentido contrario. Los promotores de PAY-TV se anticiparon a difundir que hab¨ªan conseguido m¨¢s de 50.000 suscriptores, que han pagado 30.000 pesetas por un a?o, antes de comenzar sus emisiones.
La cancelaci¨®n del estreno del canal porno italiano ha suscitado comentarios dispares en la Prensa. Unos apuntan a que los propietarios de la televisi¨®n han recibido presiones tanto por parte de la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica como de las fuerzas pol¨ªticas. Se ha susurrado que el Ministerio del Interior estaba ya preparado para secuestrar los decodificadores.Todo ello ha llevado al diario La Stampa de Tur¨ªn a dedicar la apertura del especial Societ¨¢-Cultura del domingo a analizar la hipocres¨ªa que existe a la hora de abordar el problema del porno, una realidad, afirma Claudio Altorocca, "ignorada en su dimensi¨®n real o condenada, pero no estudiada".
El diario turin¨¦s ha hecho una investigaci¨®n sobre el porno, que juzga "interesante", y que revela "la desproporci¨®n que existe entre la carencia de conocimiento que se tiene del fen¨®meno y el clamor que suscita".
Libre circulaci¨®n
Curiosamente, del sondeo se desprende que en Italia disminuye a pasos forzados el fen¨®meno de los cines de luz roja (en Mil¨¢n han cerrado ya tres de ellos), las revistas de porno duro y los v¨ªdeos de este tipo. Por lo que se refiere a estos ¨²ltimos, el descenso de ventas, seg¨²n Arnaldo Albini, secretario nacional del sindicato SNAV, que agrupa a las 4.000 empresas de v¨ªdeos italianas, se debe m¨¢s bien a la severidad de la magistratura, que los persigue y que no permite su libre circulaci¨®n. O bien a la competencia de ciertas televisiones privadas, de las cuales cuatro de ellas de Mil¨¢n, por ejemplo, emiten por la noche fragmentos de pel¨ªculas porno.
Por el contrario, Michele Capozzi, un doctor en sociolog¨ªa que ha realizado una investigaci¨®n antropol¨®gica para probar que no existe una relaci¨®n entre pornograf¨ªa e instigaci¨®n a la violencia -"al rev¨¦s", dice, "para m¨ª, la pornograf¨ªa es liberadora"-, piensa que el fen¨®meno de la crisis de los v¨ªdeos porno se debe al hecho de que ahora los que desean el porno no son s¨®lo el p¨²blico de la raincoat crowd, es decir, los puros exhibicionistas, sino tambi¨¦n la "gente culta, exigente, que no quiere s¨®lo el wall-to-wall, es decir, el cuerpo a cuerpo, sin trama, arte ni iron¨ªa".
Capozzi, que acaba de asistir en Las Vegas a los oscars que se conceden a los cines de luz roja, afirma que en Am¨¦rica "el porno es una industria seria" y que se est¨¢n poniendo las bases para un nuevo g¨¦nero de pornograf¨ªa "m¨¢s cultivada e inteligente".
En Italia se calcula que son medio mill¨®n los consumidores de porno habituales, y ocasionales, tres millones, que facturan 150.000 millones de pesetas. Pero de este planeta de consumidores del porno, dice La Stampa, "se desconoce todo".
Seg¨²n el conocido escritor Fernando Camon, la pornograf¨ªa en Italia es s¨®lo "una respuesta desviada a una petici¨®n de sexo" y nace de "una mala educaci¨®n moral y sexual". Y a?ade: "La sexualidad es muchas veces infeliz porque es v¨ªctima de un tab¨² y del sentimiento de culpa. La nuestra es una sociedad esquizofr¨¦nica, en la que todo esta permitido y todo prohibido al mismo tiempo".
El sex¨®logo Giorgio Abraham propone una tesis curiosa: que a trav¨¦s del consumo de la pornograf¨ªa se refuerza la monogamia conyugal. "Por miedo al SIDA, adem¨¢s, muchas parejas en vez de fugarse o cometer adulterio se quedan en casa gracias a la pornograf¨ªa. Y yo no veo nada de malo en ello".
El psicoanalista Aldo Carotenuto afirma que los pa¨ªses que proh¨ªben la pornograf¨ªa lo que intentan es camuflar la poca calidad de la vida de sus ciudadanos. Seg¨²n La Stampa, en contra de lo que podr¨ªa pensarse son muchas las mujeres de cierta edad que compran revistas porno para d¨¢rselas a sus maridos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.