La semana vertical
La presencia del marqu¨¦s de Sade ha perturbado bastante esta ya de por s¨ª perturbable semana er¨®tica hispano-francesa que acaba de terminar. S¨®lo la invocaci¨®n de su nombre pon¨ªa nerviosos a los participantes, los enfrentaba entre s¨ª y confund¨ªa bastante al numeroso p¨²blico que llenaba las salas del C¨ªrculo de Bellas Artes o el peque?o cine del Instituto Franc¨¦s de Madrid. Si no han estado todos, s¨ª al menos han acudido personajes representativos, desde Luis Garc¨ªa Berlanga hasta la nueva novela er¨®tica espa?ola: Francisco Umbral, pasando por la nueva novela er¨®tica espa?ola, con las mujeres por delante: Almudena Grandes, Mar¨ªa Ja¨¦n, Beatriz Pottecher, o las editoras Ymelda Navajo y Beatriz de Moura.El erotismo parece haber cambiado de manos con esta predominante presencia femenina. La escritora francesa Annie le Brun, la principal exegeta de Sade en la actualidad, prestaba una ayuda profunda, severa, tr¨¢gica casi. Y como adem¨¢s la escoltaba el gran editor galo Jean-Jacques Pauvert, bi¨®grafo y ap¨®stol del divino marqu¨¦s, lo sadiano explotaba por todas sus costuras, y con estas inestimables ayudas traspasaba toda frontera. Con Le Brun y Pauvert convertidos en los guardianes del castillo sadiano, el director belga de la pel¨ªcula Marquis, Henri Xhonneux, realizada en colaboraci¨®n con Roland Topor, apenas pudo respirar. Sade sali¨® indemne de la prueba pero Marquis no, y s¨®lo Luis Garc¨ªa Berlanga reivindic¨® el poder de la sonrisa.
Vertical, claro est¨¢, como la colecci¨®n que el cincasta y erot¨®logo dirige tan excelentemente en Tusquets, y que ya ha triunfado entre las nuevas generaciones de lectores espa?oles. La Sonrisa Vertical es nuestra mejor colecci¨®n de literatura er¨®tica, la que ha difundido entre nosotros a los grandes maestros del g¨¦nero - Sade, Bataille, Harris, Lou?s y tantos otros- y, ha revelado j¨®venes vocaciones hispanas. Con sus desigualdades, esta colecci¨®n al menos posee un m¨¢ximo com¨²n denominador: todos sus t¨ªtulos quieren ser sobre todo literatura, lo que hubiera complacido al aut¨¦ntico Ovidio, al del Ars Amandi. Todo lo dem¨¢s son malas imitaciones.
La exposici¨®n que hizo Anie Le Brun sobre la tradici¨®n er¨®tica fue memorable. Pues no se olvide que el t¨¦rmino libertino, tan caracter¨ªstico en nuestros d¨ªas, tuvo en su origen otro significado, el de hombre libre, librepensador, o rebelde contra el sistema establecido. Pues en sus mejores y m¨¢s profundos momentos el erotismo desborda sus habituales l¨ªmites y se convierte en instrumento de liberaci¨®n.
?Y el p¨²blico? El p¨²blico quer¨ªa m¨¢s, se ensa?aba en los coloquios y ped¨ªa m¨¢s carne acaso. Frente al predominio femenino, alg¨²n espectador se?alaba que el hombre posee dos sexos y la mujer uno: genitalidad se llama la palabra, lo cual es reducir el erotismo. A veces una extra?a tensi¨®n cruzaba la sala. Todav¨ªa no hernos normalizado el tema, que sigue poblado de fantasmas.
Babelia
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