Despu¨¦s de la "perestroika"
De lo que se trata en todos los pa¨ªses del Este no es de reformar el sistema comunista, sino de salir de ¨¦l; y as¨ª, lo que en estos d¨ªas tenemos la oportunidad de observar es el progresivo fracaso de unos dirigentes rumanos que han intentado negar esta evidencia frenando la voluntad popular de liberaci¨®n. Y esto, que es cierto de los pa¨ªses del Centro-Este europeo, lo es tambi¨¦n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. La perestroika no tiene fines distintos a los del movimiento de liberaci¨®n nacional rumano. Su singularidad estriba en que ella recurre a medios muy diferentes para franquear el muro que a¨ªsla al mundo comunista del resto de Europa. Desde esta perspectiva, la obra de Gorbachov aparece todav¨ªa m¨¢s admirable, pues nadie hab¨ªa previsto que el poder central pudiera dirigir durante tanto tiempo ni llevar tan lejos la descomposici¨®n, que no la reforma, del sistema. Imaginemos a Luis XVI en los inicios de la Revoluci¨®n Francesa: desde los primeros d¨ªas de los Estados Generales y con las primeras manifestaciones en las calles se crispa y anda enloquecido; no entiende lo que est¨¢ pasando y, desbordado por los acontecimientos, no piensa m¨¢s que en compl¨®s o en huir. No fue precisamente ¨¦l quien organiz¨® la noche del 4 de agosto, pero s¨ª ha sido Gorbachov quien ha organizado el 5 de enero y el abandono de la hegemon¨ªa pol¨ªtica del, partido comunista, imponi¨¦ndolo a un comit¨¦ central formado en su mayor¨ªa por gentes del aparato pasadas y reaccionarias. La Uni¨®n Sovi¨¦tica seguir¨¢ en perestroika mientras la acci¨®n del poder central sea la de un d¨¦spota iluminado que act¨²a fuera de la ley o incluso contra ella, pero se aproxima veloz hacia los l¨ªmites de esa perestroika pese a que Gorbachov parece todav¨ªa campaz de distanciarlos cuanto sea conveniente. Estos l¨ªmites est¨¢n definidos por la salida del sistema sovi¨¦tico, es decir, por la formaci¨®n de movimientos sociales y de fuerzas pol¨ªticas que impongan el reemplazo de los actuales detentadores del poder por otros m¨¢s representativos de las demandas de la poblaci¨®n. Nada ni nadie puede impedir que este paso de la frontera sea dificil e incluso dram¨¢tico. Pero lo ser¨¢ menor de cuanto se tem¨ªa, ya que la perestroika ha durado m¨¢s tiempo y ha logrado mayores ¨¦xitos de los previstos; en cualquier caso, la Uni¨®n Sovi¨¦tica debe atravesar ese punto de no retorno del que se halla cerca y al que muchos temen. Puede pensarse que la extraordinaria inteligencia de Gorbachov y de sus consejeros consiste en haber comprendido antes que nadie que la actual alternativa pol¨ªtica no oscila entre el conservadurismo y la reforma, entre los reaccionarios y los progresistas, entre Ligachov y Eltsin, sino entre la gobernabilidad y el caos. En t¨¦rminos m¨¢s concretos, lo que a muchos aparece como una amenaza contra su poder, el levantamiento de las nacionalidades sobre todo, constituye, tal vez, la principal fuerza de Gorbachov.En el terreno econ¨®mico, el descontento de la poblaci¨®n es grande y se va incrementando, pero suele olvidarse en Occidente que el gran movimiento de reivindicaci¨®n y de contestaci¨®n se expresa a trav¨¦s de miles de grupos locales, entre ellos los de los mineros, quienes con sus huelgas han demostrado su fuerza. Pero, ?qui¨¦n sino Gorbachov puede impedir la ruptura violenta y total entre la poblaci¨®n y el partido?
Lo singular del sistema sovi¨¦tico es que no es reformable y que las dos maneras posibles de salir de ¨¦l, aparte la de Gorbachov, es decir, el caos por un lado y el golpe de Estado pol¨ªtico-militar a la manera de Jaruzelski o a la china, comportan hoy unos riesgos mayores que el tr¨¢nsito a la democracia, que es la puerta de salida del sistema comunista que ha escogido Gorbachov. Pero todas estas v¨ªas de salida, las mejores y las peores, suponen el fin del reformismo dirigido, la revancha de Sajarov sobre Gorbachov y, en consecuencia, el debilitamiento de un poder central que deber¨¢ encarar todas las tensiones exasperadas por el fin del r¨¦gimen comunista.
Partiendo del supuesto de que todas las soluciones implican mayores riesgos y que el tr¨¢nsito a la democracia es la salida m¨¢s segura, la cuesti¨®n se centra en la estrategia a seguir. Tambi¨¦n, en este caso, la respuesta viene de Gorbachov: hay que acelerar la marcha, terminar lo m¨¢s r¨¢pidamente posible con el monopolio pol¨ªtico del partido y renovar el comit¨¦ central. Semejante obst¨¢culo no se salva en dos o tres d¨ªas, pero el 5 de enero la Uni¨®n Sovi¨¦tica ha entrado en el proceso de salida del r¨¦gimen comunista y tiene que franquear el punto de no retorno antes del verano. Durante estos meses la Uni¨®n Sovi¨¦tiva va a conocer grandes peligros, y mucho mayores en el momento de la instalaci¨®n de los nuevos poderes, ya que todos los grupos de presi¨®n van a intentar radicalizar sus demandas. No es improbable que Gorbachov sea el nuevo Mois¨¦s de la democracia sovi¨¦tica, desapareciendo antes de entrar en la Tierra prometida. Pero tambi¨¦n cabe que la gravedad de las amenazas que pesan en estos momentos y las que van a pesar sobre el poder sovi¨¦tico sean el arma que permita a Gorbachov alcanzar un ¨¦xito con su estrategia, asegurar el pluralismo pol¨ªtico, limitar el poder comunista y convertirse en el creador y el jefe de un verdadero Estado.Durante la Revoluci¨®n Francesa, el Gobierno de salvaci¨®n p¨²blica fue el instrumento de construcci¨®n de una dictadura y de la imposici¨®n del terror. En la Uni¨®n Sovi¨¦tica se produce lo contrario, ya que no se trata de entrar en la era de las revoluciones, sino de salir de ellas. Para este Gobierno de salvaci¨®n p¨²blica, los peligros interiores y exteriores con los que debe gobernar ser¨¢n los medios m¨¢s seguros de pasar de la dictadura a la democracia.
Si hay que sostener a Gorbachov con m¨¢s firmeza que nunca no es por su condici¨®n de sincero reformador, sino porque, lo quiera o no, su acci¨®n, si no se ve interrumpida, s¨®lo puede desembocar en una victoria de la democracia y en el fin de la dictadura del partido comunista. Y todo parece indicar que Gorbachov se transforma a medida que se agota la perestroika y que se sabe l¨²cidamente condenado a aceptar la democracia como ¨²nica manera de evitar el caos.
?Qu¨¦ lejos quedan los tiempos, en que los analistas occidentales denunciaban la astucia de Gorbachov, quien, con unas apariencias reformistas, pretend¨ªa ante todo separar a Europa de Estados Unidos! Esos analistas no adivinaban el estado de agotamiento en que se encontraba la econom¨ªa y la sociedad sovi¨¦ticas. Cre¨ªan que Gorbachov era todopoderoso, mientras ¨¦l se esforzaba en impedir la descomposici¨®n de un sistema ineficaz e incapaz de motivar a los ciudadanos sovi¨¦ticos. Hoy se han disipado esas ilusiones y todos se dan cuenta de que Gorbachov no es un demiurgo todopoderoso, que ni siquiera es un audaz reformista, que no existe salvaci¨®n posible para el r¨¦gimen sovi¨¦tico y que el salto hacia la democraica es menos peligroso que el salto hacia el caos con el consiguiente estallido del Estado sovi¨¦tico. Gorbachov, tras haber inventado e impuesto la perestroika, conduce a su pa¨ªs y al partido comunista bastante m¨¢s all¨¢ (le lo que en principio s¨®lo era una fase transitoria, y no tiene mas que un camino ante ¨¦l: el de la democracia.
es soci¨®logo.
Traducci¨®n: J. M. Revuelta.
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