Ideolog¨ªa, por peque?a que t¨² seas
A prop¨®sito de las crisis de los reg¨ªmenes del Este, o de las nuevas caracter¨ªsticas de los movimientos estudiantiles (e incluso de masas juveniles que se movilizan en la discoteca o en la hamburgueser¨ªa), se habla siempre del fin de la ideolog¨ªa o de las ideolog¨ªas. Habitualmente se intenta hacer referencia a la crisis de las ideolog¨ªas hist¨®ricas que todos hemos aprendido a conocer como tales, pero este uso ling¨¹¨ªstico me parece profundamente ideol¨®gico. Si por ideolog¨ªa se entiende, seg¨²n Jaspers, "el conjunto de ideas y de represertaciones que se le aparece como una verdad absoluta al sujeto pensante..., produciendo un autoenga?o, una ocultaci¨®n, una huida", o bien, citando a Engels, "un proceso que el as¨ª llamado pensador cumple conscientemente pero con falsa conciencia", creo entonces que cuando hablamos del fin de las ideolog¨ªas caemos en una trampa ideol¨®gica.La definici¨®n de la ideolog¨ªa ha hecho correr r¨ªos de tinta desde Destutt de Traey a Manheim. Cada uno presenta una definici¨®n distinta -y me parece que fue Napole¨®n quien dijo que la ideolog¨ªa era la opini¨®n de los propios adversarios-; tambi¨¦n el discurso marxista-leninista ha contribuido a sembrar mucha confusi¨®n, porque, por un Iado, cuando habla de "ideolog¨ªa burguesa", piensa como Napole¨®n, pero cuando habla de su propia ideolog¨ªa como arma intelectual que sirve para transformar la sociedad, piensa en la ideolog¨ªa como en algo bell¨ªsimo.
Me atengo a una definici¨®n comprensiva y gen¨¦rica, y defino la ideolog¨ªa como una visi¨®n del mundo, una perspectiva sobre las cosas, que cuando es consciente de su parcialidad, y la declara, puede convertirse en un ¨²til instrumento de acci¨®n pol¨ªtica (o de an¨¢lisis de la realidad), y si, en cambio, no se reconoce como tal y no admite ser parcial como todas las ideolog¨ªas, se convierte precisamente en falsa conciencia. Pero entonces el discurso sobre la muerte de las ideolog¨ªas es muy, ideol¨®gico.
De hecho, en el Este no est¨¢n muriendo las ideolog¨ªas, simplemente est¨¢n venciendo otras ideolog¨ªas, y el dominio de una es sustituido por la convivencia o por el conflicto de muchas. Pero hay tambi¨¦n una ideolog¨ªa del pluralismo, o del conflicto permanente. Y aunque no lo sepa, el rat¨®n de discoteca tiene su ideolog¨ªa, como tambi¨¦n la tiene el pasota y aquel para el que ya no es necesario confiar en los partidos. Hay una ideolog¨ªa de Liga V¨¦neta, del buen burgu¨¦s que no quiere un somal¨ª en el autob¨²s, hay una ideolog¨ªa ecologista, est¨¢ la ideolog¨ªa del que quiere meter en la c¨¢rcel al drogadicto y la ideolog¨ªa del que quiere legalizar la droga, etc¨¦tera.
El problema, para una buena filosof¨ªa y para una sociedad civilmente ordenada, consiste en saber que hay ideolog¨ªas y que se deben reconocer ah¨ª donde las haya. Y es tambi¨¦n el de saber que cada ideolog¨ªa tiene, por as¨ª decirlo, sus liturgias, sus t¨¦cnicas y sus t¨¢cticas. Si se cambia la ideolog¨ªa pero se mantiene una liturgia (sin reconocer el origen ideol¨®gico), nos encontramos en dificultades. Precisamente es de estos d¨ªas el debate sobre la encrucijada del movimiento estudiantil, que elige como propia estrategia, t¨¢ctica y liturgia el principio de asamblea y el rechazo a delegar (sin conseguir despu¨¦s encontrar una l¨ªnea com¨²n).
Es natural que asamblea y rechazo a delegar presuponen una ideolog¨ªa leninista, donde un partido muy organizado, con una ideolog¨ªa clara, logra la hegemon¨ªa en la asamblea. As¨ª eran las asambleas en 1968. Las asambleas de 1977 entraron en crisis porque la ideolog¨ªa subyacente ya no era la leninista, sino la "libidinosa transversal" (con sus buenos ascendentes de nobleza), por lo que la asamblea pod¨ªa ser lugar de ruptura, pero no de reconstrucci¨®n. Las Brigadas Rojas han tratado el inevitable teorema y se han puesto a trabajar fuera de toda asamblea.
Cu¨¢l es la ideolog¨ªa del actual movimiento no lo s¨¦. Ciertamente no es la leninista, y no es ¨²nica, pero el hecho de que no sea una sola no significa que haya muchas. De todos modos, estas ideolog¨ªas, fluctuantes e indefinidas (y todav¨ªa indefinibles), no se pueden canalizar en la liturgia de la asamblea, que presupone la ¨²nica ideolog¨ªa ausente, y en ¨²ltima hip¨®tesis no podr¨¢ m¨¢s que introducirla.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.