El rey que no quiso reinar
La monarqu¨ªa belga puede peder prerrogativas tras la renuncia temporal de Balduino
La objeci¨®n de conciencia aducida por el rey Balduino de B¨¦lgica durante 36 horas para no firmar una ley de interrupci¨®n del embarazo ha mostrado de pronto el rostro humano de la Corona. Demasiado fr¨¢gil para alguno de sus compatriotas, que llevaban 19 a?os discutiendo un asunto tan delicado, o demasiado apegado a sus convicciones cat¨®licas para otros, hasta el extremo de provocar con su actitud expresiones tales como "el Papa de Roma ha venido a reinar a B¨¦lgica". Pocos discuten, sin embargo, su popularidad y car¨¢cter unificador.
En 1934, cuando el pr¨ªncipe Balduino de B¨¦lgica contaba cuatro a?os de edad, su abuelo el rey Alberto 1 se despe?¨® durante una escalada dejando tras de s¨ª una leyenda de valent¨ªa y caballerosidad. A los cinco a?os, la muerte en accidente de autom¨®vil de su madre, la reina Astrid, nacida princesa sueca, quebr¨® uno de los romances m¨¢s envidiados de la ¨¦poca y sumi¨® a su padre, el rey Leopoldo III, en la desesperaci¨®n. Era un adolescente de 14 cuando en 1944 las fuerzas de ocupaci¨®n nazis le trasladaron con su familia a la fortaleza alemana de Hirchstein, al borde del r¨ªo Elba, tras el desembarco aliado en Normand¨ªa. Apenas ten¨ªa 20 a?os al prestar juramento constitucional como quinto rey de los belgas el 17 de julio de 1951. Ahora, su 602 cumplea?os y su 402 aniversario en el trono estar¨¢n marcados por el problema moral que le ha alejado de sus obligaciones constitucionales durante casi dos d¨ªas."El aborto, lo conozco", escribe en una carta al diario belga Le Soir A. M. Hamesse, una madre de dos hijos. "Ten¨ªa 20 a?os en 1968 y, como para muchos de mi generaci¨®n, el amor, ese gran ausente de todas las libertades ganadas, lleg¨® mucho m¨¢s tarde. Empezamos a darnos cuenta de ello ahora", contin¨²a, "y por eso el valor del rey me ha llegado al coraz¨®n". Francis, de 28 a?os, asegura, sin embargo, que, aunque ¨¦l tambi¨¦n es cat¨®lico, el aborto resulta a veces una necesidad, y un monarca actual no puede actuar como si la voluntad de la mayor¨ªa no tuviera valor. "?Qu¨¦ habr¨ªa pasado si en lugar de tener un Gobierno y unas instituciones ¨¦l hubiera mantenido su negativa?", pregunta.
Un soberano respetado
Raymond, un empleado de 55 a?os, piensa con Francis que la actitud del rey ha sentado un precedente peligroso para la monarqu¨ªa. Pero tambi¨¦n cree que s¨®lo la figura de un soberano tan Popular como ¨¦ste puede representar a un pa¨ªs "muy fraccionado y donde los problemas ling¨¹¨ªsticos no parecen tener soluci¨®n a pesar de la estructura seudofederal que adoptar¨¢ B¨¦lgica cuando se divida en Flandes, Valonia y la regi¨®n de B¨¦lgica".Lo cierto es que nadie ha puesto en duda la labor unificadora llevada a cabo por Balduino desde que lleg¨® al trono. "S¨®lo un rey puede representar a B¨¦lgica como pa¨ªs", asegura Laurette, una se?ora que ronda la cincuentena y degusta encantada bombones en la tienda que una conocida marca belga tiene abierta en el centro de Bruselas. "Mire, yo nunca me atrever¨ªa a votar en contra de una ley que, si bien no evitar¨¢ el drama ¨ªntimo de un aborto, s¨ª por lo menos la muerte in¨²til de una mujer que puede tener m¨¢s hijos". Laurette asegura que el rey no debe abdicar por que es amado y respetado. "El 21 de julio, durante la fiesta nacional, la gente no grita 'viva el rey' o cosas parecidas; gritan Balduino, y lo sienten de veras. Si su futuro sucesor, su sobrino el pr¨ªncipe Felipe, hijo de su hermano Alberto, tendr¨¢ la oportunidad de concitar el mismo respeto, ya no parece tan plausible".
Ello porque la actitud de Balduino obligar¨¢ a una reforma de la Constituci¨®n que seguramente recortar¨¢ las atribuciones del monarca. Por lo menos as¨ª lo pidieron todos los partidos pol¨ªticos durante la turbulenta sesi¨®n conjunta del Parlamento y el Senado que le devolvi¨® la corona el pasado jueves. "La fecundaci¨®n in vitro y la eutanasia tampoco est¨¢n bien vistas en Roma", casi grita Gerard, un joven vendedor de peri¨®dicos franc¨®fono. "Y ambas est¨¢n al caer".
"La uni¨®n hace la fuerza", reza el escudo de armas de B¨¦lgica. Seg¨²n la Prensa nacional, tanto franc¨®fona como flamenca, eso es lo que hizo la clase pol¨ªtica en el hemiciclo: evitar una crisis que hubiera podido resultar fatal para la reforma institucional en que est¨¢ enmarcado el pa¨ªs. Pero si Balduino pierde parte de sus atribuciones como monarca constitucional, ?qu¨¦ ser¨¢ entonces del actual ejercicio com¨²n del poder ejecutivo entendido como una "cooperaci¨®n permanente con su Gobierno?" Una idea esta con la que Pierre Harmel, ministro de Estado, introdujo en 1986 el libro El rey Balduino, di¨¢logo con la naci¨®n. El volumen es una compilaci¨®n de discursos del monarca, calificada tambi¨¦n por el propio primer ministro, Wilfried Martens, como una muestra de la sabidur¨ªa y continuidad transmitidas por el rey y que estabilizan el r¨¦gimen. Las librer¨ªas belgas no incluyen, como las brit¨¢nicas, numerosos libros profusamente ilustrados con fotos de la familia real. Para el 402 aniversario de Bal¨¢uino en el trono, sin embargo, ya han empezado a aparecer algunos vol¨²menes con excelentes reproducciones. Uno de ellos se titula Cinco reyes y recorre, de la mano de Pierre Step-hany y Henri van Daele, la historia de los cinco monarcas belgas desde Leopoldo 1 de Sajonia-Coburgo-Gotha, primer rey de los belgas (1831), hasta el propio Balduino I, entronizado el 17 de julio de 1951.
Triste pero encantador
El recorrido propuesto por ambos autores resulta ahora curioso, ya que muestra a un monarca celoso de su vida privada, pero encantador. De apariencia triste, aunque luego es su timidez la que le hace parecer algo seco. Un rey que "en nuestro extra?o pa¨ªs ha sido el ¨²nico hombre p¨²blico que incluso sometido a la responsabilidad del Gobierno se expresa tambi¨¦n en nombre propio".Quiz¨¢ esta vez fue demasiado lejos dejando que la religi¨®n -y la influencia de su esposa, la reina Fabiola, una cat¨®lica todav¨ªa m¨¢s ferviente- le llevara, seg¨²n la Prensa belga, a aceptar una incapacitaci¨®n temporal para reinar. O quiz¨¢ en la recta final de su reinado el art¨ªculo 82 de la Constituci¨®n haya removido el doloroso pasado que le llev¨® casi en volandas al trono.
Y es que Balduino I de B¨¦lgica no es s¨®lo el nieto de Alberto I, un rey estudioso que forj¨® su leyenda con un comportamiento heroico durante la I Guerra Mundial. Es sobre todo el hijo del rey Leopoldo III, sin duda el monarca m¨¢s amado y m¨¢s odiado por los belgas. El primog¨¦nito del rey caballero de 1914 era un joven bello y adorado por su pueblo cuando enviud¨® en 1935.
Ten¨ªa entonces 34 a?os y tres hijos peque?os: la princesa Josefina Carlota, ahora gran duquesa de Luxemburgo; Balduino, pr¨ªncipe real, y Alberto, pr¨ªncipe de Lieja. Un a?o antes hab¨ªa sido nombrado monarca entre aclamaciones.
Apenas 15 a?os despu¨¦s, la capitulaci¨®n de B¨¦lgica ante el III Reich, en 1940, "y su deseo de evitar una matanza le llevaron a no abandonar el pa¨ªs y a sufrir la infamia de ser llamado traidor", escribe Pierre Stephany.
La rendici¨®n del Ej¨¦rcito belga deriv¨® en la peor crisis de la historia del pa¨ªs, y Leopoldo III, que fue encerrado en su propio palacio y trasladado m¨¢s tarde a Alemania, se exili¨® despu¨¦s de la Il Guerra Mundial y debi¨® esperar en Suiza a que un plebiscito popular le reclamara.
Entre tanto se hab¨ªa casado en 1941 con Liliane Baels, cuya familia est¨¢ considerada en algunos libros de historia como cercana a los alemanes. Tuvo con ella otros tres hijos, Alejandro, Mar¨ªa Cristina y Mar¨ªa Esmeralda. Liberado por los americanos en 1945, Leopoldo III hab¨ªa sido ya declarado incapaz para reinar por el Parlamento belga en virtud del art¨ªculo 82 de la Constituci¨®n.
En marzo de 1950, el escrutinio se resolvi¨® con un 57% de los votos favorables a su regreso. Leopoldo III abdic¨® en su hijo Balduino, "y ese duro pasado ha marcado sin duda el rostro del rey", asegura Henri van Daele.
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