Mano dura
Se ha anunciado y repetido que, a la vista del recuento anual de muertos y heridos en carretera, Tr¨¢fico va a actuar con mano dura. Las sanciones previstas son muy elevadas. Nadie va a poder negarse a ser sometido a la prueba de alcohol. La retirada de? carn¨¦ de conducir no ser¨¢ infrecuente. El propietario del veh¨ªculo ser¨¢ responsable de las tropel¨ªas que cometa ¨¦l o cualquier persona que se ponga al volante de su coche si se niega a revelar su identidad. Los reincidentes lo van a pasar mal. El conductor peligroso acabar¨¢ siendo condenado a ir a pie. Los l¨ªmites de velocidad tendr¨¢n que respetarse a rajatabla. Los fabricantes de veh¨ªculos ya no podr¨¢n promocionar sus modelos con publicidad que resalte el nervio o la potencia del b¨®lido. Un riego asf¨¢ltico de prudencia cubrir¨¢ nuestras carreteras, todav¨ªa muy defectuosas. Esos aterradores rallies urbanos cuando el tr¨¢fico amaina ser¨¢n perseguidos y castigados con todo el peso de la ley.Pero mientras se ultima la puesta a punto de estas medidas absolutamente razonables, las mismas autoridades que intentan salvarnos de] accidente mortal permiten que ante sus narices los adolescentes, ruidosamente motorizados a las puertas de las discotecas, salgan de all¨ª con la litrona en las venas y el escape libre para hacer las mayores animaladas sobre dos ruedas con total impunidad y al lado de los guardias. Sorprende e irrita esta ausencia de vigilancia.
La situaci¨®n es muy triste y surreal. En cualquier pa¨ªs medianamente civilizado se alecciona en la escuela a los j¨®venes, no s¨®lo para que respeten las normas de tr¨¢fico, sino para que se abstengan de beber alcohol cuando van a conducir un veh¨ªculo. Aunque sea a pedal. En Espa?a ingieren alcohol los menores de edad en la v¨ªa p¨²blica y, por si esto fuera poco, practican borrachos el motocross nocturno. La autoridad debe pensar que si caen como moscas la culpa es s¨®lo de ellos.
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