El fiasco de Bratislava
Los problemas internos de Polonia, Hungr¨ªa y Checoslovaquia frenan su retorno conjunto a Europa.
La cumbre celebrada recientemente en Bratislava, entre los jefes del Estado, de Gobierno y ministros de Asuntos Exteriores de Polonia, Checoslovaquia y Hungr¨ªa fue una idea del presidente checoslovaco, Vaclav Havel. Como un intento de expresar la voluntad de retorno a Europa de tres naciones que fueron secuestradas durante cuatro o cinco d¨¦cadas por las dictaduras fascista, primero, y comunista, despu¨¦s, era una iniciativa encomiable, como todas las adoptadas por esa gran autoridad moral que es el actual jefe del Estado checoslovaco.
No obstante, los resultados -o la ausencia de ellos- demuestran que la buena voluntad y la fe en el di¨¢logo entre personas e instituciones no bastan para lo grar avances en la dif¨ªcil pol¨ªtica de pa¨ªses tan saturados de problemas como los tres citados. La cita de Bratislava, mal preparada y convocada en el peor momento, ha sido m¨¢s fuente de irritaciones que de soluciones y puede haberse con vertido ya en un lastre para nuevas iniciativas m¨¢s maduradas.Es dif¨ªcil criticar a Havel -ese autodeclarado "diletante de la pol¨ªtica"-, que como intelectual piensa mucho m¨¢s en lo que une a las naciones de la cultura centroeuropea que en los intereses que separan a los Estados que las representan. El resultado, sin embargo, ha demostrado que las reservas y los problemas deben estudiarse y limarse en mesas bilaterales de negociaci¨®n y en oscura labor diplom¨¢tica antes de ser des plegados en los salones del cas tillo de Bratislava.
Los h¨²ngaros, ya en un principio, estuvieron a punto de no acudir por el absurdo que les resultaba una fecha en que su Gobierno existente hab¨ªa sido rotundamente rechazado en la urnas y el nuevo ni siquiera es taba esbozado. Abandonaron Bratislava con un fuerte malestar y arrepentidos de haber cedido a las presiones para que acudieran procedentes del mi nistro de Exteriores italiano Gianni de Michelis, observador en la capital eslovaca.
Los intentos de Praga de coordinar la entrada de los tres pa¨ªses en las instituciones europeas s¨®lo podr¨ªa retrasar el acceso a las mismas de Budapest, necesitado como ninguno de lograrlo con urgencia. Por otra parte, no hac¨ªa falta mala fe por parte h¨²ngara para interpretar el discurso de Havel y todo el acto como un intento de establecer en Bohemia el cen tro de una hipot¨¦tica entente en tre los tres Estados.
En el terreno de las minor¨ªas, donde los problemas bila terales entre Praga y Budapest se est¨¢n disparando en las ¨²ltimas semanas por el recrudecimiento del nacionalismo eslovaco y su hostilidad hacia los 700.000 h¨²ngaros que viven en esta rep¨²blica checoslovaca, el establecimiento de una vaga comisi¨®n de estudios es un resultado menos que magro. Las manif¨¦staciones de nacionalistas estovacos durante la cumbre en favor de la secesi¨®n de su re p¨²blica y en contra de la auto nom¨ªa para los h¨²ngaros expre san mucho mejor la situaci¨®n real de la regi¨®n que el clima de di¨¢loi o ilustrado que Havel quer¨ªa conferir a la conferencia.
La Alemania unificada
La pol¨ªtica exterior h¨²ngara combina su plena vocaci¨®n occidentalista con sus intentos de reactivar una cooperaci¨®n re gional en la regi¨®n adri¨¢tica-danubiana, de la que Checoslovaquia no forma parte ya pero Polonia es totalmente extra?a. Por parte polaca, molest¨® tanto al jefe del Estado, Wojciech Jaruzelski, como al primer ministro, Tadeusz Mazowiezki, que Havel no mencionara siquiera los temores de Polonia a una Alemania unificada y su derecho a fronteras garantizadas. El presidente checoslovaco apoya sin duda a Varsovia en esta cuesti¨®n, como ha reiterado muchas veces, pero hay hipersensibilidades que no admiten sobreentendidos en asuntos tan vitales.
Entre los tres ministros de Asuntos Exteriores invitados, el yugoslavo se limit¨® a obser var, el italiano defend¨ªa los intereses leg¨ªtimos y l¨®gicos de la econom¨ªa occidental, que, exceptuando a la potente Rep¨²blica Federal de Alemania, m¨¢s activa e inteligentemente se est¨¢ introduciendo en el Este de Europa.
El ministro austriaco Mock, dedicado a encauzar la integraci¨®n de Viena en la Comunidad Europea -que, infinitamente m¨¢s f¨¢cil que la de los tres pa¨ªses ex comunistas, a¨²n tiene serios obst¨¢culos por delante-, tampoco mostr¨® excesivo entusiasmo en entrar en un proyecto en el que ser¨ªa cabeza de rat¨®n.As¨ª las cosas, la iniciativa de Havel, basada en una idea aplaudida en principio por todos, al aplicarse a la pol¨ªtica concreta con muy escasa profesionalidad, ha sacado a la luz la infinidad de problemas, tensiones e intereses diversos o incluso enfrentados que tienen los pa¨ªses de la regi¨®n. El aura de supuesta profesionalidad de los reg¨ªmenes comunistas, originado por el oscurantismo que ocultaba una ineptitud pavorosa, no puede dar paso ahora -seg¨²n demuestra Bratislava- a una pol¨ªtica sentimental de buenas intenciones cuyas iniciativas tienden a ser contraproducentes.
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