Opresi¨®n, ni de los oprimidos
Bien pudiera decirse que la M-30 es el mayor escaparate de Espa?a. Disponer a la orilla de ese inmenso r¨ªo del tr¨¢fico de alg¨²n r¨®tulo comercial o de un edificio simb¨®lico supone una publicidad permanente que pueden contemplar diariamente cientos de miles de viajeros, no s¨®lo madrile?os, sino de otros muchos que cruzan por Madrid de una parte a otra de la Pen¨ªnsula.Uno de esos edificios privilegiados es una espl¨¦ndida mezquita -se dice que la m¨¢s grande de Europa-, que acaba de construirse, revestida de m¨¢rmol y coronada por un airoso minarete, la cual ser¨¢ consagrada al culto de Al¨¢ pr¨®ximamente. Este hecho hubiera sido en otros tiempos motivo de un conflicto religioso entre nosotros, pues hay que recoger que los espa?oles fuimos bastante intolerantes con los musulmanes.
Despu¨¦s del Concilio Vaticano II, que habla muy respetuosamente del islam, y en consonancia con el esp¨ªritu ecum¨¦nico y dialogante que desde Juan XXIII estamos promoviendo y cultivando los Cat¨®licos, respetamos sinceramente a los creyentes de otras confesiones, reconoci¨¦ndoles su. derecho a vivir y manifestar sus propias creencias. Por lo que hace a la construcci¨®n de esta mezquita en concreto, no tengo noticia de que se haya levantado ni una sola voz en contra por parte de la Iglesia cat¨®lica, pese a que ya existe otra en Madrid, am¨¦n de algunos locales menores de culto musulm¨¢n.
M¨¢s a¨²n, al menos en los pa¨ªses de la Comunidad Europea que han recibido durante estos ¨²ltimos decenios grandes contingentes de trabajadores inmigrados y de exiliados pol¨ªticos, en buena parte procedentes de pa¨ªses de tradici¨®n musulmana, tanto los obispos como los sacerdotes, religiosas y militantes de base han luchado incansablemente para acogerles, ayudarles y defenderles de los muchos atropellos, injusticias y desprecios que debieron sufrir, en especial durante la primera ¨¦poca de los movimientos migratorios. Lo mismo podr¨ªa decirse proporcionalmente de Espa?a. He sido testigo presencial en casi todos los pa¨ªses del Mercado Com¨²n de tales actividades, colaborando tambi¨¦n modestamente de diversas maneras.
Desde luego, esto es algo que deb¨ªamos hacer y que debemos seguir haciendo, por solidaridad con los oprimidos, por respeto a la dignidad del hombre y sus derechos, y, en nuestro caso, por exigencias de la caridad cristiana. Pero tampoco debemos cerrar los ojos ni la boca cuando algunos que han estado oprimidos se convierten en opresores a su vez. De todos es conocida la actitud fan¨¢tica y violenta que adoptan en ocasiones algunos grupos fundamentalistas musulmanes, no solamente en defensa de su fe, lo que ser¨ªa leg¨ªtimo con tal de que se hiciera con procedimlentos pac¨ªficos y dialogantes, sino para imponerla a veces como norma.
Un ejemplo tristemente famoso lo tenemos en el caso de la condena a muerte de Salman Ruslidie por parte de Jomeini y de su sucesor, lo que est¨¢ obligando a un hombre libre a esconderse como una alima?a y llevar una vida indigna de un ser humano. Si en los Versos sat¨¢nicos -libro que no he le¨ªdo, ni tengo inter¨¦s alguno en leer- ha blasfemado de la fe musulmana y herido los sentimientos del islam, lo adecuado ser¨ªa que sus autoridades religiosas defendieran a Mahoma y al islamismo con las mismas armas: con la pluma y la palabra, con la raz¨®n y las razones.
La fe religiosa puede enaltecer y sublimar virtudes humanas como la raz¨®n y la justicia, pero nunca suprimirlas ni deformarlas con el fanatismo y la pasi¨®n, laviolencia y la injusticia. Y si ya ser¨ªa contrario a los derechos humanos el que un Gobierno adoptara semejante,s medidas en su propio pa¨ªs, es todav¨ªa m¨¢s grave el querer imponer estos procedimientos en otros pa¨ªses, con actitudes ideol¨®gicas de corte imperialista.
Sin embargo, existen otras situaciones menos conocidas en el mundo occidental, aun estando m¨¢s extendidas y generalizadas, y que revelan tambi¨¦n la t¨®nica de intolerancia que est¨¢ manifestando en algunos pa¨ªses el fundamentalismo musulm¨¢n all¨ª donde puede imponer sus leyes y costumbres. Limit¨¢ndonos a los, Estados de la pen¨ªnsula ar¨¢biga, Fidel Gonz¨¢lez, antiguo director de la prestigiosa revista Mundo Negro, especializada en temas africanos, dice en un documentado informe titulado La dificultad de ser cristiano en Arabia, recientemente aparecido en el semanario Vida Nueva: "El grado de libertad religiosa concedida a los cristianos var¨ªa de pa¨ªs a pa¨ªs. Va desde una ben¨¦vola tolerancia en los Emiratos ?rabes a la persecuci¨®n y prohibici¨®n absoluta de toda manifestaci¨®n religiosa cristiana, como puede ser la de llevar un crucifijo o una medalla al cuello, o introducir una Biblia en el pa¨ªs, en Arabia Saud¨ª".
Es de notar que en aquellos pa¨ªses residen m¨¢s de medio mill¨®n de cat¨®licos, en su mayor¨ªa inmigrados filipinos, indios, coreanos y paquistan¨ªes, que suplen con mano de obra barata a los trabajadores occidentales, que disfrutaban grandes sueldos y que abandonaron el pa¨ªs cuando la ca¨ªda del petr¨®leo no pod¨ªa mantener los elevados salarios de los tiempos boyantes del oro negro.
Pues bien: en los pa¨ªses m¨¢s tolerantes se permite para todo el territorio nacional un ¨²nico edificio para el culto, en el lugar designado por el Gobierno y sin ninguna cruz, signo o r¨®tulo indicativo al exterior. Y, por supuesto, ?ninguna catedral cat¨®lica junto a una v¨ªa urbana de intenso tr¨¢fico, como la mezquita, bien ostensible y ostentosa, de la madrile?a M-30! Pero es que, adem¨¢s, en Arabia Saud¨ª, que es precisamente el Estado que ha sufragado la construcci¨®n de dicha mezquita -porque el terreno fue un regalo de los madrile?os, cat¨®licos en su mayor parte-, no solamente no se permite el culto cristiano p¨²blicamente, como ocurre en los otros pa¨ªses del ¨¢rea, sino que est¨¢ prohibido y perseguido hasta en privado, y, como dice el informe aludido, "la polic¨ªa busca ansiosamente a todo posible sacerdote como si se tratase de un terrorista". Por cierto, que hay nada menos que cuatro sacerdotes cat¨®licos clandestinos en toda Arabia Saud¨ª, que tiene una extensi¨®n m¨¢s de cuatro veces la de E,spa?a, y donde residen tinos 380.000 cat¨®licos, en su mayor¨ªa extranjeros inmigrados, obreros sin cualificar y empleados/as del servicio dom¨¦stico.
Esta situaci¨®n supone una flagrante violaci¨®n de los derechos humanos reconocidos por las Naciones Unidas, concretamente contra los n¨²meros 18, 19 y 20 de la Declaraci¨®n Universal de 1948, y constituye una especie de apartheid religioso que todos los Gobiernos e instituciones humanitarias del mundo deber¨ªan denunciar, por amor a la verdad y a la justicia, y en defensa de los que son oprimidos por sus creencias religiosas.
Es cierto, lamentable y condenable que en tiempos pasados los pa¨ªses europeos colonizamos, exprimimos y oprimimos a los africanos, entre otros, a los pa¨ªses ¨¢rabes de los que hablamos. Pero esto no da tampoco ning¨²n derecho -una vez que se lleg¨® a la necesaria descolonizacion- para que ellos, a su vez, adopten actitudes injustas, opresoras y discriminatorias.
Hay que fomentar entre las razas y los pueblos un esp¨ªritu de di¨¢logo, de tolerancia y de respeto; de amistad, colaboraci¨®n y solidaridad. Conviene matizar y recordar que ni todos los musulmanes son fundamentalistas, ni todos los fundamentalistas son fan¨¢ticos y violentos. Pero cuando se den estas actitudes, debemos condenarlas abiertamente.
Si, como se ha dicho, dictadura, ni del proletariado; tambi¨¦n podr¨ªamos concluir que opresi¨®n, ni de los oprimidos.
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