Un pa¨ªs para los noventa
HELMUT SCHMIDTLos alemanes orientales tienen ante s¨ª vinos cuantos a?os turbulentos, opina el autor del texto. Pero luego el camino, aunque escarpado, ser¨¢ ascendente. A su juicio, la RDA puede ser el pa¨ªs de los a?os noventa con cotas de crecimiento econ¨®mico de siete puntos porcentuales y m¨¢s, sin olvidarse por ello de continuar con los estrechos contactos con la Comunidad Europea.
El problema de la liberaci¨®n posterior de las cuentas de ahorro congeladas transitoriamente y los problemas de la propiedad pueden solucionarse con calma; al mismo tiempo habr¨¢ que regular las reclamaciones de los ciudadanos que han sido expropiados por el Estado del Partido Socialista Unificado de, Alemania, as¨ª como las reclamaciones de aquellos que de buena fe -por ejemplo, en el curso de la reforma del suelo- adquirieron una propiedad, la han administrado durante d¨¦cadas y se han ganado con ella su sustento. La uni¨®n monetaria interalemana no necesita esperar a esto. Ahora bien, si esta uni¨®n tiene que hacerse realidad en el verano de 1990, como ha dado a entender Helmut Kohl, se requiere para ello, de un lado, que se den las condiciones objetivas m¨ªnimas mencionadas anteriormente, sin las que una conversaci¨®n ser¨ªa nula y se malograr¨ªa el esperado acercamiento econ¨®mico y psicol¨®gico; de otro lado, se requiere asimismo de un pacto entre la RFA y la RDA. Una simple declaraci¨®n de intenciones de los ¨®rganos constitucionales de la RDA sobre un pr¨®ximo ingreso seg¨²n el art¨ªculo 23 de la Constituci¨®n de la Rep¨²blica Federal de Alemania no es suficiente. Hay en Europa un ejemplo muy instructivo a prop¨®sito de la uni¨®n monetaria entre dos Estados soberanos, representados aqu¨ª por B¨¦lgica y Luxemburgo; el banco central belga define ¨¦l s¨®lo la pol¨ªtica financiera y monetaria; Luxemburgo no tiene ning¨²n banco central propio. De modo similar, nosotros podr¨ªamos encontrarnos con la siguiente situaci¨®n: el banco emisor de la RDA se convertir¨ªa en una filial del banco federal, algo semejante al banco central nacional de D¨¹sseldorf` o Kiel; la responsabilidad de la pol¨ªtica monetaria residir¨ªa exclusivamente en el banco federal, mas tambi¨¦n la responsabilidad de realizar los pagos peri¨®dicos de intereses y de amortizaciones adeudados por la RDA al extranjero.Leyes en la transici¨®n
Al nuevo Gobierno de la RDA no se le puede pedir una r¨¢pida declaraci¨®n de ingreso seg¨²n el art¨ªculo 23; ¨¦sta no tendr¨ªa ning¨²n efecto pr¨¢ctico si no va acompa?ada de amplios acuerdos (?tambi¨¦n con la CE!) y leyes sobre la transici¨®n. Sin duda, en teor¨ªa, la C¨¢mara Popular y el Parlamento federal podr¨ªan ponerse de acuerdo y determinar que a partir de una fecha base tambi¨¦n la RDA se rigiera ¨²nicamente por la ley fundamental. Pero s¨®lo con esto no tendr¨ªa todav¨ªa valor en la RDA ninguna de las innumerables leyes que en la RFA regulan el derecho laboral y tarifario, el derecho de competencia, el derecho de protecci¨®n del medio ambiente, las leyes sobre seguridad social y, finalmente, el derecho del servicio p¨²blico; no tendr¨ªa valor tampoco ninguna norma de la CE. Faltar¨ªa en especial toda regulaci¨®n del ajuste financiero que con tanta urgencia necesita la RDA. Si es que se han de restablecer los antiguos l?nder de Mecklemburgo, Brandeburgo, Sajonia-Anhalt, Turingia y Sajonia -y son muchas las razones a favor-, y si adem¨¢s se a?ade el land del Gran Berl¨ªn, se aproximan complejas negociaciones sobre el ajuste financiero horizontal.
La RDA y sus l¨¢nder neces¨ªtan medios presupuestarios de la Federaci¨®n, no s¨®lo para su financiaci¨®n ordinaria, sino tambi¨¦n para las inversiones p¨²blicas, sobre todo en la red de tr¨¢fico y de tel¨¦fonos, en la protecci¨®n de la atm¨®sfera, del suelo y del agua. En total se requieren muchos m¨¢s medios de los que al parecer se imagina el ministro de Hacienda federal, quien ha dicho que las necesidades adicionales en la financiaci¨®n p¨²blica de la Alemania unida se cubrir¨ªan con los aumentos que normalmente se producen todos los a?os en los impuestos. Aqu¨ª se especula con la buena fe de los votantes de los alemanes federados, que no sienten ninguna satisfacci¨®n con grav¨¢menes adicionales. Pero la solidaridad sin sacrificio propio es imposible; esto lo saben tambi¨¦n los ciudadanos. Mientras la verborrea de Bonn sobre reparaclones regala nuestros o¨ªdos con Posibles tratados de paz con docenas de Estados tradicionalmente enemigos y aparecen encima de la mesa exigencias astron¨®micas, la referencia de Theo Waigel a la formaci¨®n de un capital germano federal y al mercado de empr¨¦stitos puede parecer ilusoria, incluso en el caso de que se rechazara la mayor¨ªa de dichas reclamaciones.
Amplias negociaciones
De todo esto se sigue lo siguiente: el Gobierno de la RDA no debe comprar nada a ciegas, como tampoco lo hizo el Sarre. Tiene que llevar a cabo amplias negociaciones, para las que en la actualidad no cuenta con un n¨²mero suficiente de especialistas.
?Pero lo que m¨¢s tiempo requiere es el entendimiento con nuestros vecinos y socios! El canciller federal debe presentar continuamente a la presidencia irlandesa de la CE y al presidente de la Comisi¨®n de la CE informaciones y consultas; son dignas de tener en cuenta las sesiones extraordinarias del Consejo Europeo. Es tambi¨¦n de imperiosa necesidad la consulta permanente y estrecha con Mitterrand. Nadie le perdonar¨ªa a Helmut Kohl si a la hora de dar una explicaci¨®n satisfactoria de la reunificaci¨®n alemana se perdiera nuestra bone entente con Francia. Un consenso m¨¢s amplio exclusivamente entre alemanes podr¨ªa resultar peligroso para nuestras buenas relaciones de vecindad con los dem¨¢s pueblos de Europa si nosotros seguimos entreg¨¢ndonos a la euforia nacional.
Es claro que conviene asentar el nuevo Gobierno de la RDA sobre una amplia base parlamentaria, pues tendr¨¢ que tomar decisiones pol¨ªtico con stit ucion ale s de gran importancia, tambi¨¦n dentro de la RDA; por ejemplo, ?qu¨¦ ocurre con las 100.000 o m¨¢s personas al servicio de la Stasi? ?C¨®mo llega la justicia, dirigida hasta ahora por el Partido Socialista Unificado de Alemania, a formar parte del ordenamiento de un Estado constitucional? ?Habr¨¢ un tribunal supremo independiente?
Pero no es menos conveniente que tambi¨¦n en Bonn se ponga fin a los ataques t¨¢cticos entre los partidos y se sustituyan por una colaboraci¨®n constructiva. M¨¢s de tres docenas de modificaciones de la ley fundamental han precisado, a causa del requisito de mayor¨ªa de dos tercios en el Parlamento y en el Senado, de una constante y estrecha colaboraci¨®n pol¨ªtico-constitucional para poder salir adelante. En la reunificaci¨®n de los dos Estados alemanes se va a poner en juego la decisi¨®n pol¨ªtico-constitucional m¨¢s importante de los ¨²ltimos 40 a?os; por eso es tan importante la construcci¨®n de una amplia base pol¨ªtica.
La oportunidad de la uni¨®n alemana no es ni m¨¦rito ni campo exclusivo del Partido Cristiano Dem¨®crata o de su actual presidente; tampoco puede convertirse en el prado de recreo del caballito socialdem¨®crata. Es necesaria una comisi¨®n parlamentaria integrada por miembros destacados de los partidos; hay que incluir tambi¨¦n al Senado. Y las comisiones conjuntas con la RDA que anunci¨® el canciller federal el 28 de noviembre de 1989 tienen que empezar ya a funcionar.
Entonces habl¨® Kohl de "estructuras confederativas" con el "objetivo de una federaci¨®n"; poco despu¨¦s de las elecciones libres deb¨ªan formarse una comisi¨®n parlamentaria, una junta de gobierno y comisiones t¨¦cnicas comunes entre la RDA y la RFA. Ahora es el momento para ello. Los alemanes de la RDA necesitan la seguridad de no estar obrando al dictado de Bonn, sino de estar defendiendo libremente sus derechos. Si, pues, esto ha de ocurrir seg¨²n el art¨ªculo 23 -contra las manifestaciones de Kohl en noviembre y de nuevo a su regreso de Mosc¨²-, no se puude excluir en absoluto que el Gobierno de la RDA con esta ocasi¨®n, y antes de su incorporaci¨®n, negocie una enmienda de la ley fundamental que tenga en cuenta las peculiaridades y las experiencias adquiridas en los ¨²ltimos 40 a?os por sus ciudadanos.
A?os turbulentos
Los alemanes orientales tienen ante s¨ª unos cuantos a?os turbulentos. Pero luego el camino, aunque escarpado, ser¨¢ ascendente; estoy seguro de ello. Cotas de crecimiento econ¨®mico de siete puntos porcentuales y m¨¢s en la RDA parecen posibles. La preocupaci¨®n por el control extranjero de las empresas se desvanecer¨¢ r¨¢pidamente; tampoco en la RFA se ha desatado ning¨²n capitalismo feroz con motivo de los gigantescos trusts extranjeros -Phillips, Shell, Esso, Ford, Opel, IBM, Nestl¨¦- Al contrario, la mano de obra especializada de la RDA, su preparaci¨®n y tenacidad, la aptitud de sus ingenieros y constructores, la voluntad de existencia econ¨®mica independiente en decenas de miles de artesanos..., todas son cartas de triunfo en esta competici¨®n.
Mi amigo Kurt K?rber ha marcado la palabra de la RDA como el pa¨ªs pionero de los a?os noventa; el hecho es en s¨ª muy probable. En Alemania se vivir¨¢ un impulso de creatividad cultural que volver¨¢ a situar a Rostock, Greifswald, Jena, Dresde, Leipzig, Weimar, y sobre todo Berl¨ªn, en plano destacado del mundo europeo.
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