La Contra sale del gueto
La guerrilla antisandinista incumple el acuerdo de desarme y gana terreno al Ej¨¦rcito
ENVIADO ESPECIALEl comandante Guerrero, de 26 a?os, luce una rid¨ªcula peluca rubia de mujer que contrasta con una barba negra como el carb¨®n y con un flamante fusil AK-47 de fabricaci¨®n sovi¨¦tica. Aunque lo niegue, est¨¢ fuera de su zona, una de las cinco fijadas en los acuerdos del 19 de abril para que la guerrilla antisandinista, la Contra, se reagrupe para su desarme, desmovilizaci¨®n y reinserci¨®n en la vida civil antes del 10 de junio. Ni ¨¦l ni el grupo de combatientes que le acompa?a en su patrullar por la carretera que une El Jocote con Yal¨ª, 130 kil¨®metros al noreste de Managua, piensan entregar sus fusiles mientras Humberto Ortega siga al frente del ej¨¦rcito contra el que han combatido nueve a?os.
"Hace unos d¨ªas", asegura el comandante Guerrero a dos enviados especiales de EL PA?S, "nos cruzamos con un destacamento sandinista en esta misma carretera. Ellos eran unos 200; nosotros, 70. Yo les dije: '?Qu¨¦ pasa? ?Quieren algo? ?No? Pues nosotros tampoco. Va pues, adi¨®s'. Y cada uno sigui¨® su camino como si nada".Los dos bandos tienen orden de evitar los incidentes, los choques directos. "Si nos atacan, nosotros respondemos. Si no, pues vayan con Dios", asegura este jefe Contra, quien dice que ya combati¨® por estas latitudes hace m¨¢s de seis a?os.
El general espa?ol Agust¨ªn Quesada, jefe de la fuerza de paz de la ONU (ONUCA), atribu¨ªa hace tan s¨®lo unos d¨ªas la espectacular presencia de destacamentos de la Contra a poco m¨¢s de 100 kil¨®metros de Managua al hecho de que se dirig¨ªan hacia las cinco zonas de seguridad en que deben agruparse. "Aparentemente", dec¨ªa, "est¨¢n cumpliendo los acuerdos". A estas alturas, es evidente que no es as¨ª.
El desarme ten¨ªa que haberse iniciado a las tres de la tarde (once de la noche, hora peninsular espa?ola) del pasado mi¨¦rcoles, poco despu¨¦s de que un Daniel Ortega vestido con camisa roja estampada entregase la banda presidencial -al segundo intento- a Violeta Barrios de Chamorro, que luc¨ªa para la ocasi¨®n un inmaculado traje blanco. El anuncio de la nueva jefa del Estado de que el general Humberto Ortega, hermano de Daniel, iba a seguir al frente del Ej¨¦rcito hizo posible, tal vez, la transici¨®n pol¨ªtica del mando, pero puso a los contras en pie de guerra o, por mejor decir, evit¨® que se pusieran en pie de paz.
Franklyn se hace el sordo
El jefe del Estado Mayor de los rebeldes, Israel Galeano, comandante Franklyn, desoy¨® todos los llamamientos a cumplir un compromiso que, en su opini¨®n, quedaba roto por la confirmaci¨®n de Humberto Ortega. La guerrilla luce estos d¨ªas, para regalo de periodistas, fot¨®grafos y camar¨®grafos llegados de todo el mundo, sus mejores galas, muestra un armamento ¨²ltimo modelo y vigila hasta la ¨²ltima mancha de los uniformes verde oliva.Si este ej¨¦rcito irregular, reclutado gracias al d¨®lar norteamericano, fue alguna vez harapiento y desorganizado, como lleg¨® a decirse, ha mejorado sustancialmente, al menos en cuanto a su escaparate. Los peque?os destacamentos que se dejan ver por las carreteras y caminos del Noreste no tienen nada que envidiar a los efectivos del ej¨¦rcito popular sandinista, en pleno repliegue. Y su armamento, en buena parte sovi¨¦tico, no deja de suscitar reflexiones sobre los extra?os vericuetos del tr¨¢fico internacional de la guerra.
No es f¨¢cil comprender el repliegue del ej¨¦rcito popular, que sigue mandando Humberto Ortega. No s¨®lo ha dejado libre las cinco zonas cedidas para el reasentamiento de la Contra, con unos 2.500 kil¨®metros cuadrados en total, sino que se ha retirado, con car¨¢cter general, hacia zonas mucho m¨¢s lejanas, dejando el campo libre para que los rebeldes ganen terreno. Adem¨¢s de explicaciones pol¨ªticas y de moral de derrota, hay que sospechar la existencia de motivaciones puramente estrat¨¦gicas.
. No parece descabellada la siguiente explicaci¨®n: Humberto Ortega sabe que la Contra es peligrosa como fuerza irregular y guerrillera, nunca como ej¨¦rcito de ocupaci¨®n. Sus 10.000 combatientes no tienen capacidad para ello, y si han podido sobrevivir durante nueve a?os se ha debido a que ten¨ªan a mano el santuario de Honduras. El presidente de este pa¨ªs, Rafael Callejas, tal vez el principal beneficiario de esta crisis, ha conseguido quitarse de encima el problema que supon¨ªa la presencia en su territorio de miles de contras y, seg¨²n algunos indicios, no dar¨¢ facilidades para que vuelvan. Ya ha ordenado a su ej¨¦rcito que tome posiciones en la frontera.
En declaraciones a este peri¨®dico, Humberto Ortega se mostr¨® confiado en que de nada sirva a la guerrilla el terreno que est¨¢n ganando porque, asegura, los rebeldes necesitan el apoyo de los campesinos para sobrevivir y ¨¦stos se lo negar¨¢n si ven que no tienen intenciones de contribuir a la tan ansiada paz. El reci¨¦n confirmado jefe del Ej¨¦rcito, afirma que sus hombres se est¨¢n retiraron para darle a la Contra la oportunidad de cumplir los acuerdos.
Sin embargo, tal y como van las cosas, la Contra puede dejar a corto plazo de ser un problema sandinista para convertirse en un problema, y muy grave, para el Gobierno de Violeta Chamorro. Permitir su continuidad, con las armas en la mano, ser¨ªa el peor de los reconocimientos de que el poder civil tiene los pies de barro. Y si los rebeldes insisten en exigir la cuota de poder a la que creen tener derecho, y quieren defenderla con sus fusiles y morteros, la presidenta s¨®lo tendr¨¢ para hacerles frente un ej¨¦rcito -el ¨²nico que existe- creado por la revoluci¨®n sandinista a su imagen y semejanza y cuyos mandos siguen siendo fieles al antiguo r¨¦gimen.
Orden de aniquilar
Puede que resulte parad¨®jico, pero en forma alguna inveros¨ªmil, que llegue el momento en que Humberto Ortega reciba de Violeta Chamorro la orden de aniquilar a la Contra. Hace s¨®lo dos d¨ªas, el general aseguraba a EL PA?S: "La Contra est¨¢ derrotada pol¨ªtica y militarmente, y el Ej¨¦rcito podr¨ªa borrarla de un plumazo". Probablemente no le resulte tan f¨¢cil, pero, en todo caso, no importar¨¢ mucho entonces que la guerrilla haya salido de sus refugios tradicionales de la monta?a. Incluso puede que sea m¨¢s f¨¢cil cazar a sus integrantes en esas circunstancias. El comandante Guerrero y algunos otros contras pierden la sonrisa cuando se les evoca tal posibilidad, que rechazan con escaso convencimiento.Pero la prepotencia de la Contra tiene como l¨ªmite la actitud de EE UU. Sin su apoyo, se derrumbar¨ªa como una marioneta sin hilos. El ex vicecanciller nicarag¨¹ense V¨ªctor Hugo Tinoco, representante sandinista en los numerosos intentos del antiguo r¨¦gimen de hacer las paces con Washington, asegura que es perceptible la existencia de dos bandos en la Administraci¨®n norteamericana. Oficialmente, sin embargo, George Bush apoya al Gobierno de Violeta Chamorro y dif¨ªcilmente podr¨ªa demostrarle su respaldo si no coopera para lograr el desarme de la Contra. De momento, el secretario de Estado adjunto para Asuntos Latinoamericanos, Bernard Aronson, ha declarado que la confirmaci¨®n de Humberto Ortega no pone en peligro la ayuda econ¨®mica prometida al Gobierno de Managua (unos 300 millones de d¨®lares).
El secretario general de la ONU, Javier P¨¦rez de Cu¨¦llar, ha solicitado por su parte un nuevo presupuesto de 57 millones de d¨®lares para facilitar el reasentamiento de contras y familiares de ¨¦stos en Costa Rica y Honduras. Si el 10 de junio no se ha completado el desarme de los rebeldes, ese desarme que ni siquiera se ha iniciado a¨²n en Nicaragua (s¨®lo entreg¨® sus fusiles un peque?o grupo en Honduras, heridos en su mayor¨ªa), todo el plan de paz quedar¨¢ en entredicho y se oir¨¢ otra vez la voz de esos ca?ones que Violeta Chamorro prometi¨® fundir para hacer m¨¢quinas.
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