Colorido criollo

Kid Creole y sus Coconuts celebraban en esta gira por Espa?a su d¨¦cimo aniversario como grupo de m¨²sica de baile. Una trayectoria larga y regular que les ha mantenido en un prudente plano medio de actualidad. Ahora, despu¨¦s de grabar siete elep¨¦s y ofrecer cientos de conciertos por todo el mundo, regresaron a los escenarios madrile?os para ofrecer un espect¨¢culo que reflejase en su totalidad el car¨¢cter de la banda. Una fiesta de colorido y ritmo, con 14 m¨²sicos incansables entreg¨¢ndose sin reparos, sigue siendo la oferta del Chico Criollo.El esp¨ªritu festivalero del sonido y la coreograf¨ªa es la t¨®nica general de sus conciertos, en los que se cruzan peligrosamente los momentos brillantes con las m¨¢s sangrantes banalidades. Tres chicas, las Coconuts, bailan fren¨¦ticamente desde la primera a la ¨²ltima canci¨®n, mientras apoyan con sus escu¨¢lidas voces al resto de la banda. Guitarras, bajo, percusiones y secci¨®n de metal cumplen perfectamente su papel, y crean con facilidad una trama sonora ideal para que el p¨²blico baile durante casi dos horas. Poco importan los ritmos empleados para este fin, ritmos que van desde el calipso al soul pasando por un funk relativamente puro y el reggae m¨¢s comercial. Menci¨®n especial merece una vocalista, Cory Daxe, puesto que con su prodigiosa garganta logr¨® los momentos de m¨¢xima intensidad de la noche; jazz y blues unidos en una voz y puestos al servicio de m¨²sicas mucho m¨¢s ligeras.

Instrumentalmente, el concierto estuvo muy cuidado. M¨²sicos realmente buenos acostumbrados a jugar con todas las alternativas posibles para cada canci¨®n, divirti¨¦ndose comedidamente y transmitiendo calor mediante trucos muy estudiados. As¨ª, luces y coreograf¨ªa juegan un papel vital en un espect¨¢culo concebido como algo tan visual como musical.