Empiezan en Madrid unas jornadas sobre los escritores en los pa¨ªses del Este

El ministro de Cultura, Jorge Sempr¨²n, lament¨® mediante telegrama no poder asistir al acto El debate Este-Oeste, con que ayer comenzaban en la Biblioteca Nacional las sesiones vespertinas de las jornadas Perestroika y literatura, organizadas por la Asociaci¨®n Colegial de Escritores de Espa?a y la Facultad de Filolog¨ªa de la Universidad Complutense. La inauguraci¨®n propiamente dicha hab¨ªa sido por la ma?ana en la Facultad, con intervenciones de Gustavo Villapalos, Fernando Mor¨¢n, Javier Garc¨ªa S¨¢nchez, el sovi¨¦tico Yuri Chernichenko y la alemana orientall Helga K?ningsdorf

Los aficionados hab¨ªan acudido a la Biblioteca Nacional con gran ilusi¨®n, porque Jorge Sempr¨²n tiene cartel bien ganado de entrar a todo trapo a lo que huela a la palabra comunismo. Fue una decepci¨®n la ausencia para el p¨²blico, sobre todo cuando se oy¨® a otros ponentes decir cosas que, resultaba conjeturable, habr¨ªan suscitado la arrancada del ministro.As¨ª, por ejemplo, el dramaturgo Alfonso Sastre, residente en Euskadi, dijo: "Soy un ferviente partidario de la revoluci¨®n cubana", y manifest¨® desilusi¨®n, porque la presencia de Sempr¨²n hubiera dado una tensi¨®n interesante al debate, por la biografia de ambos, que fuimos mifitantes del PCE, y porque hace muchos a?os que ¨¦l y yo no hablamos de estos temas". Y Andr¨¦s Sorel tambi¨¦n hubiese dado que hablar al ministro cuando se refiri¨® a que hoy, en Espa?a, Ios intelectuales se regodean degollando al malo de la pel¨ªcula: el comunismo; Dios nos libre de esos nuevos inquisidores de la historia".

Alfonso Sastre cont¨® experiencias personales sintom¨¢ticas, como cuando vio en L?Humanit¨¦ la noticia de la intervenci¨®n sovi¨¦tica en Budapest en 1956, titulada a una discreta columna: 'El orden se ha restablecido en Hungr¨ªa', o cuando el montaje de su obra En la red en Mosc¨² fue censurado en una escena de adulterio, un relato de torturas policiales y se le puso un final donde los militantes comunistas, en vez de ser capturados en una redada, acaban pegando tiros a la polic¨ªa, a la par que cantaban Asturias, patria querida. Andr¨¦s Sorel titul¨® su ir¨®nica y tajante intervenci¨®n El comunismo ha muerto. Viva el capitalismo, y advirti¨® a los "nuevos hermanos del Este" de las excelencias que en la com¨²n sociedad europea tendr¨¢ el no pensar.

La rumana Ileana Malancioiu, nacida en 1940, relat¨® sus problemas con la censura de Ceausescu por escribir poemas como Enterrados de pie, en el que se explicaba que esa postura de los cad¨¢veres era m¨¢s ¨²til para que el d¨ªctador tuviese m¨¢s tierra para extender los tent¨¢culos. "Han muerto los mejores j¨®venes para derrocar al tirano", dice. "Y yo ahora estoy con los que el Gobierno actual llama gamberros: esos estudiantes no aguantan que las mentiras sigan y que el comunismo vuelva a entrar por la puerta de atr¨¢s".

El sovi¨¦tico Lev Aninisky, prestigioso cr¨ªtico nacido en 1934, dijo que a los j¨®venes de la URSS ya no parece interesarles la experiencia de una generaci¨®n adulta que ha luchado toda la vida por un,socialismo de rostro humano, pero insisti¨® en que esa experiencia puede ser ¨²til. "En la URSS", dijo, "lo que importa ahora es derrotar las viejas palabras". Y, apoy¨¢ndose en Gorki, a?ade: "Rusia representa la unidad entre el Este y el Oeste. La cabeza es europea; el cuerpo, asi¨¢tico. El problema es el cuello, que siempre es fr¨¢gil".