La primera humillaci¨®n
El toro entra en la plaza ciego, con movimiento incierto y sin intenci¨®n: a¨²n no est¨¢ provocado. La primera provocaci¨®n se lleva a cabo con el capote, despacio y con ritmo, sin agresi¨®n, recibiendo la fogosidad del toro nuevo como un juego.Entra despu¨¦s el caballero picador, bajo el sombrero que le identifica y gobernando su caballo ciego, allende emblema de velocidad y aqu¨ª sin alas de Pegaso cubierta su belleza y su met¨¢fora con una realidad concreta y pesada, convertido en artificio torpe e inofensivo, en parapeto con patas.
El toro, inocente a¨²n, pasa por el caballo sin reparar en ¨¦l m¨¢s que como estorbo, hasta que el diestro lo coloca frente a su primera humillaci¨®n y el picador le provoca con la voz y con la vara desde lejos. El toro es tan bravo que en aquel instante quiere el caballo, se arranca y el choque produce un arco de tensi¨®n muscular que comienza en el toro, recorre la vara y alcanza hasta el hombro del picador.
Bien prietos los cuartos traseros, el toro acomete al enemigo, arma y desarma con violencia contra el parapeto sin encontrar el lugar para ofender al caballo y dibuja su bravura en el aiere con el rabo. El picador hace punter¨ªa a distancia, tuerce el rostro al caballo a la parte izquierda y recibe la embestida con la puya hiriente, buscando la medida precisa del castigo; c¨®mplice con el matador, templa la fuerza que ha de frustrar en el bravo. Ya no est¨¢ limpio el toro, a partir de ahora lo manchar¨¢ la sangre.
La distancia entre la acci¨®n y el espectador amaina la gravedad de la ofensa, pero, a pesar de todo, el borboteo de la sangre lerevuelve el est¨®mago al extranjero es el ¨²nico momento en el que nadie envidia al espectador de barrera cero. Si el picador no acierta o el toro no se encela y sale suelto , al picador sele queda la pica en el aire desangelada y ha de volver a componerse para completar la suerte. Una suerte con peso comparada a la levedad del banderillero. Las alas del caballo se prendieron de los pies del banderillero y al picador le qued¨® la gravedad, la pesantez de movimiento.
Sensaci¨®n de inevitable
Ambas suertes, sin embargo, est¨¢n asociadas a la precisi¨®n y a la determinaci¨®n, aunque la rapidez del de las banderillas confiere a su habilidad la sensaci¨®n de inevitable -ha de ser como es y cualquier imprevisto es fruto del azar- mientras que el picador es responsable de su oficio, del que depende el ¨¦xito del diestro.
Pocas cosas hay m¨¢s admirables que cuando el choque entre el toro y el caballo se produce perfecto. No obstante, es la suerte que mayor enfado puede engendrar entre el p¨²blico si el picador se excede en su celo de menguar el riesgo del torero. Podr¨¢ haber alg¨²n encuentro descompuesto pero no peligroso; el picador apenas corre riesgo f¨ªsico, su peligro est¨¢ en el buen pulso que evite una carnicer¨ªa, y en levantar la mano a tiempo y dejar salir al toro sin excesivo quebranto, dejando bien alto el trap¨ªo del toro y el valor del torero.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.