Vuelven los b¨¢rbaros
Europa occidental descubre con estupor que el odio al jud¨ªo late a¨²n en su inconsciente
Al desenterrar y empalar un cad¨¢ver en el cementerio de Carpentras, los b¨¢rbaros estaban diciendo que los jud¨ªos no tienen derecho a sus muertos ni a la memoria de sus muertos. Ese mensaje lanzado en Francia hace una semana es el mismo que el de los desconocidos que en los ¨²ltimos meses han pintado cruces gamadas, entre otros, en el monumento vien¨¦s a las v¨ªctimas del holocausto. La profanaci¨®n del cementerio de Carpentras ha sido una brutal sacudida para los 700.000 jud¨ªos franceses. En los cinco primeros d¨ªas que siguieron al macabro atentado, la sucursal parisiense de la Agencia Jud¨ªa registr¨® 2.000 peticiones de salida inmediata para Israel, contra 50 en el curso de una semana normal.En Francia, los peri¨®dicos y las emisiones de radio y televisi¨®n ofrecen estos d¨ªas nuevos testimonios de antisemitismo. Jud¨ªos que reciben amenazas telef¨®nicas del tipo: "Terminar¨¢s en Auschwitz como tus padres"; cruces gamadas pintadas en cementerios, sinagogas, monumentos a las v¨ªctimas del nazismo, y en domicilios, comercios y coches particulares. Insultos callejeros a los escolares que pasan con sus kippas en la cabeza.
Marc Aron, l¨ªder de la comunidad Jud¨ªa de Ly¨®n, cree que desde hace un siglo el porcentaje de antisemitas en la sociedad francesa no ha cambiado sustancialmente. Lo que ocurre ahora, dice Aron, es que 9a irrupci¨®n en la vida p¨²blica de un discurso antiigualitario fundado en el nacionalismo y la xenofobia est¨¢ incitando a pasar a la acci¨®n a una minor¨ªa que se autorreprim¨ªa en las ¨²ltimas d¨¦cadas".
Se refiere al discurso del Frente Nacional de Jean-Marie Le Pen, al que las ¨²ltimas encuestas atribuyen el apoyo del 15% de los franceses. Los jud¨ªos, instalados en Francia desde hace siglos, no son, en principio, la bestia negra del l¨ªder ultraderechista franc¨¦s. Le Pen tiene muchas m¨¢s cosas contra los inmigrantes ¨¢rabes y africanos, cuya expulsi¨®n propugna sin ambages. Pero en su cruzada contra los inmigrantes, Le Pen ha trivializado el discurso racista, lo ha convertido en el pan nuestro de cada d¨ªa. Y por ah¨ª ha terminado por colarse el antisemitismo, que s¨®lo propugnan abiertamente grup¨²sculos situados a¨²n m¨¢s a la derecha que Le Pen.
Europa, incluida la URSS, cuenta con un 25% del total de la poblaci¨®n jud¨ªa mundial. En la parte occidental del continente viven m¨¢s de 1.300.000 jud¨ªos, buena parte concentrados en Francia y el Reino Unido. ?Por qu¨¦ en un momento hist¨®rico en que la Europa occidental camina hacia su unidad y la oriental sale de la tiran¨ªa vuelven a escala continental los fantasmas antisemitas?
"No es una opini¨®n""El antisemitismo no es una opini¨®n", acaba de decir el socialista franc¨¦s Laurent Fabius, "es un crimen". En realidad, es un crimen pasional y, por tanto, no tiene l¨®gica. El antisemitismo apela a lo irracional, y por eso su reaparici¨®n deja estupefacta a una Europa occidental que se cre¨ªa definitivamente instalada en el triunfo de las luces, el consenso y el bienestar.
Para un cierto inconsciente europeo, ser jud¨ªo franc¨¦s, jud¨ªo alem¨¢n o jud¨ªo austr¨ªaco significa ser un traidor en potencia, un artista de la doble militancia. Antes de la II Guerra Mundial, numerosos jud¨ªos intentaron probar que no era as¨ª, que quer¨ªan y pod¨ªan ser asimilados por las sociedades europeas. La soluci¨®n final les record¨® que, pese a todos sus esfuerzos, segu¨ªan siendo el otro. De ese terrible descubrimiento naci¨® el Estado de Israel.
Al fil¨®sofo Jean-Fran?ois Lyotard, especialista en el pensamiento jud¨ªo, no le ha extra?ado la profanaci¨®n de Carpentras. "Los jud¨ªos", dice, "siguen sin ser de la familia. Los jud¨ªos se reclaman de un libro, su libro. Y Europa, primero cristiana, luego republicana, hoy rica y permisiva, nunca ha querido saber nada de ese libro que, sin embargo, est¨¢ en la base de toda su cultura".
En Austria, la ley proh¨ªbe los partidos y publicaciones que difundan ideas nazis. As¨ª que los antisemitas austriacos tambi¨¦n se andan con cuidado. Por ejemplo, los nacionalpopulistas del Partido Liberal de Jorg Haider, una formaci¨®n que obtuvo el 9,7% de los sufragios en las elecciones parlamentarias de 1986 y que, a tenor de las encuestas, casi puede doblarlos en los pr¨®ximos comicios.
En Francia, Austria, la Rep¨²blica Federal de Alemania (RFA) y otros pa¨ªses de Europa occidental, el culto abierto a Hitler queda para los grup¨²suculos neonazis y esos gamberros llamados skin-heads o cabezas rapadas. A diferencia del franc¨¦s y en paralelo con el de algunos pa¨ªses de Europa del este, Polonia en particular, el austr¨ªaco es un antisemitismo sin jud¨ªos. En Austria viven tan s¨®lo unos 13.000 jud¨ªos, algunos miles m¨¢s si se considera la poblaci¨®n flotante de los refugiados del Este. Antes de la II Guerra Mundial eran 200.000, de los que 70.000 fueron exterminados por los nazis. El antisemitismo austriaco rebrot¨® en 1986 con el esc¨¢ndalo mundial provocado por el descubrimiento de que el presidente Kurt Waldheim hab¨ªa mentido sobre su pasado nazi.
La afirmaci¨®n de una supuesta exageraci¨®n jud¨ªa respecto a la tragedia de la II Guerra Mundial es uno de los aspectos m¨¢s peligrosos del actual antisemitismo en Europa occidental. En Francia ha dado lugar al nacimiento de una corriente llamada revisionismo, de la que son portavoces Robert Faurisson, Bernard Notin y algunos profesores de la Universidad de Ly¨®n. Con pretendidos argumentos cient¨ªficos, estos disc¨ªpulos del te¨®rico nazi Alfred Rosenberg sostienen que el holocausto es "una supercher¨ªa". Los revisionistas recuperan las patra?as de Los protocolos de los Sabios de Si¨®n, todo el discurso de un supuesto compl¨® jud¨ªo para dominar el mundo del que el comunismo y la masoner¨ªa son s¨®lo instrumentos. No es casual que el monumento a Rosa Luxemburgo fuera profanado en Berl¨ªn el 7 de enero de 1989, fecha del 702 aniversario de su muerte. Hace poco le lleg¨® el turno al dramaturgo Bertolt Brecht. Manos desconocidas inscribieron sobre su tumba: "Sau jud" (cerdo jud¨ªo), la vieja f¨®rmula nazi.
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