Motoristas
Muchas de las opiniones dadas por el an¨®nimo autor de La mitolog¨ªa de la moto no son compartidas por el grueso de motards, moteros o quemados de este pa¨ªs, y en ning¨²n caso por m¨ª mismo.No creo que ninguno de los individuos que se desplazan sobre dos ruedas se considere narcisista, viril, exhibicionista, ni tampoco temerario, rebelde (supongo que lo dir¨ªa por Marlon Brando), o contestatario.
S¨ª me defino, sin embargo, como persona que ha optado por la moto por las sensaciones que transmite, porque me gusta conducir, sentir aire, olores, e arretera, curvas..., porque me integro co n la moticieleta que est¨¢ entre mis piernas y no debajo de mis posaderas.
En cuanto a inexperiencia o falta de responsabilidad, hay que reconocer que existe. No debe extra?ar a nadie que as¨ª sea, pues la sociedad ha demostrado que necesita de unos aparatos con autoridad para ejercer un control.
En Espa?a ese aparato se llama Jefatura de Tr¨¢fico. Es la encargada de crear, revisar y hacer que se cumpla el C¨®digo de Circulaci¨®n. El problema surge por que la legislaci¨®n vigente es ob
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soleta, no teniendo en cuenta los avances que han tenido lugar en las ¨²ltimas d¨¦cadas. La imagen de la Lambretta que no rozaba ni por asomo los 100 Km/h est¨¢ anticuada. El A-2 lo consegu¨ª hace ahora cuatro a?os en una sola ma?ana. Alrededor del mediod¨ªa me examin¨¦ del te¨®rico y una hora m¨¢s tarde me encontraba haciendo equilibrios sobre una Vespa 125, propiedad de la Jefatura Provincial. Era un circuito cerrado en el que no pas¨¦ de meter la segunda marcha y sin un solo obst¨¢culo en movimiento. Cinco meses m¨¢s tarde adquir¨ª una Katana de segunda mano con 50 poderosos caballos que me lanzaban a m¨¢s de 170 Km/h.
Se?ores, seriedad: un chaval de 18 a?os con medios (1.500.000 pesetas), v¨ªdeo (para ver los grandes premios), no muy maduro, se convierte en un peligro p¨²blico, qu¨¦ duda cabe.
Tomen cartas en el asunto y modifiquen la legislaci¨®n. Alemania ya lo hizo. Antes de los 21 a?os, o m¨ªnimo dos a?os de posesi¨®n del A-2, no podremos conducir una m¨¢quina de m¨¢s de 27 caballos.
Apuntando esto es normal que el autor haga referencia a la alta mortandad, sobre todo, entre j¨®venes menores de 25 a?os.Por otro lado, tambi¨¦n es cierto que el parque m¨®vil ha crecido mucho durante los ¨²ltimos a?os, por lo cual es normal que los accidentes vayan en aumento, como ocurre en el caso de los coches.
Por ¨²ltimo, puntualizar un dato que parece escapar a los ojos de detractores de la moto en general y a los organismos oficiales en concreto:
La moto, tantas veces discriminada, en mayor grado por los taxistas (salvo excepciones), aunque crezca en potencia y prestaciones, tambi¨¦n mejora d¨ªa a d¨ªa rigidez, suspensiones, frenos y protecciones que hacen que nuestra conducci¨®n sea cada vez m¨¢s segura.
El que nosotros seamos, como tantas veces hemos o¨ªdo en pap¨¢ y mam¨¢, parte de la carrocer¨ªa, es una filosof¨ªa. Dejad, por favor, que corra de nuestra cuenta- .
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