Jos¨¦ Luis Turina, un maestro de hoy
La Orquesta Sinf¨®nica de Madrid, dirigida por Jos¨¦ Ram¨®n Encinar, tuvo a su cargo el quinto concierto del cielo que organiza la Comunidad de Madrid. No hubo gran asistencia de p¨²blico, quiz¨¢ por "sobrecarga", como dicen en la Telef¨®nica, pero s¨ª rein¨® un clima interesado y entusiasta. Encinar multiplica sus actividades; no se sabe de d¨®nde saca tiempo para montar y dirigir una y otra obra distintas, siempre abordadas con seriedad y expuestas con bella musicalidad.Sin previo aviso, desaparecieron del programa las Escenas andaluzas, de Bret¨®n, pues se redujeron solamente al Bolero. Es m¨²sica sinf¨®nica de un tiempo espa?ol en el que la zarzuela lo dominaba todo, de modo que ahora nos suena un tanto como pieza de museo en la que falta cierta gracia, m¨¢s evidente en la Serenata en la Alhambra, o el ¨ªmpetu de La jota de la Dolores, aunque en ¨¦sta el buen Glinka se adelant¨® varias d¨¦cadas al salmantino Tom¨¢s Bret¨®n.
Orquesta Sinf¨®nica de Madrid
Solista: V¨ªctor Mart¨ªn (viol¨ªn). Director: Jos¨¦ Ram¨®n Encinar. Obras de Bret¨®n, J. L. Turina y Liszt. Auditorio Nacional. Madrid, 22 de mayo.
Despu¨¦s, el Concierto para viol¨ªn, de Jos¨¦ Luis Turina, excepcionalmente interpretado en su parte solista por V¨ªctor Mart¨ªn, volvi¨® a dejarnos la impresi¨®n de temprano magisterio tan frecuente cuando escuchamos partituras turinescas. Si el abuelo levantara la cabeza... (me refiero a don Joaqu¨ªn, el de la Sinfon¨ªa sevillana) supongo que colmar¨ªa de bendiciones a su descendencia a pesar de las diferencias de estilo y de t¨¦cnica. Nada amaba Turina tanto como la perfecci¨®n de escritura, y en esto su nieto Jos¨¦ Luis merece todos los aplausos recibidos, la admiraci¨®n y la estima que le rodea.
Obra bien hecha
"La obra bien hecha", abanderada por Eugenio D'Ors, tiene en el m¨²sico madrile?o un ejemplo excelente. Lo es tambi¨¦n su capacidad de comunicaci¨®n a pesar de la contemporaneidad sustancial de sus obras. Pero la sustancia es, probablemente, lo contrario de la manera, el modismo o el tic, al igual que el equilibrio y el camino que todo discurso musical debe cubrir resulta imposible sin alg¨²n concepto de la forma, sin una organizaci¨®n interna que sustente el conjunto de la obra y sin una cierta noci¨®n de plan r¨ªtmico. De todo ello hay en el concierto de Turina en cantidad suficiente como para llenar muchas hojas de comentario, sobre todo despu¨¦s de la versi¨®n desveladora de Encinar y los sinf¨®nicos.La jornada concluy¨® con un poema de Liszt rara vez escuchado: Festklange (Sones de fiesta) que, en 1853, anunciaba la futura aparici¨®n de Ricardo Strauss y su m¨²sica narrativa. La interpretaci¨®n fue francamente buena y los sinf¨®nicos se comportaron con arreglo al t¨ªtulo que han heredado.
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