Un hombre de cine
Por lo general, y hay que a?adir que por desgracia, los comercializadores (distribuidores y exhibidores) de cine son simples hombres de negocios: en la biblioteca de sus oficinas hay libros de cuentas y no de est¨¦tica cinematogr¨¢fica; en sus cerebros se mueven n¨²meros, cantidades, y no criterios, cualidades; tienen el olfato profesional desarrollado para rastrear pel¨ªculas rentables, pero no para seguir las pistas de las que, riesgo incluido, desarrollan el lenguaje cinematogr¨¢fico y contribuyen a la educaci¨®n del espectador en el delicado arte de ver cine. Est¨¢n en su derecho, que es el derecho incuestionable de cualquier hombre a no significar nada.?sa es la norma, pero -no muchas- tiene excepciones: comercializadores de cine que adem¨¢s de vivir de ¨¦l viven para ¨¦l, que son genul nos hombres de cine y act¨²an en su negocio como tales.
A uno de ellos le toca hoy el turno de ser noticia. Y noticia seria. En las jergas de los frecuentadores de festivales cinematogr¨¢ficos se le conoce como El Barbas, El Macho, El Ruso y El Dientes. Se llama Enrique Gonz¨¢lez Macho, y all¨ª por donde pasa va cercado por amistad gratuita, lo que provoca virulentas tirrias en algunos mercachifies poderosos y solitarios, sin m¨¢s amigos que los que tiene en n¨®mina, y a quienes escandaliza el desprecio de ese su colega por la ganancia f¨¢cil.
Gonz¨¢lez Macho es un tipo grandull¨®n, c¨¢ntabro, due?o de una peque?a distribuidora y de los cines madrile?os Renoir, le acompa?a siempre una sonrisa desconcertante (pues no se sabe si es indulgente o burlona) y est¨¢ perpetuamente escandalizado por los precios de Cannes. Su frase ritual es: "Sal¨ª del hotel, respir¨¦, gast¨¦ acera, mir¨¦ a las t¨ªas y tom¨¦ una cerveza. Tres millones".
Principios
Este comentarista ha o¨ªdo a este negociante-hombre-de-cine cine rechazar una pel¨ªcula con esta frase: "S¨ª, s¨¦ que con ella me puedo forrar, pero no est¨¢ en mi l¨ªnea". Y en una ocasi¨®n en que opin¨® ante ¨¦l que corr¨ªa mucho riesgo programando otra, recibi¨® esta respuesta: "S¨¦ que no me va a dar un duro, pero ponerla es una cuesti¨®n de principios". Se refer¨ªa a Mi amigo Ivan Lapshin, de Alexei Guerman, una de las m¨¢s dificiles y hondas contribuciones al desarrollo del lenguaje cinematogr¨¢fico de las ¨²ltimas d¨¦cadas.
?Y qu¨¦ mejor le puede ocurrir a una desamparada, por exquisita, pel¨ªcula espa?ola que caer en manos de este hombre de cine? Que le pregunten a Felipe Vega, a Gonzalo Su¨¢rez, a Ana D¨ªez, a Jos¨¦ Mar¨ªa Carre?o, entre otros muchos. La programar¨¢, la mantendr¨¢ hasta el l¨ªmite de lo sostenible, aunque inicialmente no vayan ni diez espectadores a cada sesi¨®n, la sacar¨¢ adelante, y s¨®lo si ve que nada m¨¢s puede hacer por ella la sacar¨¢ de la programaci¨®n.
Cuesti¨®n de principios: con 20 o 30 sujetos de esta especie metidos en sus tripas comerciales, otro gallo cantar¨ªa en las ruinas del cine espa?ol.
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