La g¨®ndola y el 'porno'
Un eslogan recorr¨ªa estos d¨ªas la Bienal, repetido entre los m¨¢s modernos de los visitantes espa?oles: "La pieza de Miralda [representante oficial de Espa?a en la Bienal de Venecia] no es nada, es una trivialidad comparada con la de Jeff Koons".T¨ªpico de los esnobs es no atender m¨¢s que a lo m¨¢s reciente haciendo caso omiso de la historia; Miralda, en este caso, hace 20 a?os que trabaja en una recuperaci¨®n de lo kitsch como mate-, rial art¨ªstico; es, por tanto, algo as¨ª como el padre de la criatura. Pero no se trata ahora de dar lecciones de historia, sino de que esta comparaci¨®n, en realidad de t¨¦rminos totalmente incomparables en cuanto a cronolog¨ªa, puede dar m¨¢s de s¨ª por lo que evidencia sobre el momento art¨ªstico actual y sobre dos artistas totalmente diferentes.
Jeff Kooris, un joven artista norteamericano, ha presentado una pieza en la que se le ve absolutamente a pelo, tal como Dios; lo puso en el mundo, mirando fascinado el abandono y el ¨¦xtasis de su pareja, Cicciolina, que luce medias caladas blancas, liguero tambi¨¦n blanco, zapatitos; de tac¨®n alto plateadas, corselet y C . hadema de flores pastorales en la cabeza. Ambos personajes, en brillante cart¨®n piedra, est¨¢n colocados encima de una enorme serpiente que sugiere m¨¢s bien un altar del amor, con florecillas; dispersas aqu¨ª y all¨¢. A principios de los a?os setenta, John di Andrea, un artista norteamericano hiperrealista, mostr¨® tambi¨¦n a una pareja haciendo el amor (realizada hasta el m¨¢s m¨ªnimo detalle en fibra de vidrio), sobre una alfombra. All¨ª no hab¨ªa ning¨²n adorno: como correspond¨ªa a la moral estricta y natural del postsesenta y ocho, la escena era m¨¢s bien gimn¨¢stica. En cambio Jeff Kooris, artista posmoderno, no se contenta con su escultura; la complementa con tres fotografias a tama?o mayor que el natural en las que ias posturas son ya las propias de las revistas de porno duro, al menos las de Cicciolina, que parece m¨¢s bregada en estas lides; el artista -m¨¢s inexpresivo, todo hay que decirlo tiene el m¨¦rito de no ocultar ninguno de sus atributos. 0 sea, la desfachatez.
Sal gorda o fina
Comprender¨¢n que al lado de Kooris, la obra de Miralda les parezca a algunos una tonter¨ªa, una ?o?ez. Pero no es s¨®lo el grado de sal gorda o sal fina lo que cuenta, sino que est¨¢n diciendo cosas distintas. Al igual que otros muchos artistas actuales, Jeff Koons est¨¢ hablando de la autorreferencialidad del arte: "Esto es arte si yo digo que lo es" (como precisamente apunt¨® Duchamp); o bien: el mundo del arte se ha convertido tan s¨®lo en elmercado del arte, el arte es un fetiche como otro cualquiera, simplemente, hay que atraer la atenci¨®n del espectador. "Usar¨¦ cualquier treta, har¨¦ lo que sea -absolutamente lo que sea- para comunicar y lograr captar al p¨²blico", ha afirmado este artista. Jeff Kooris simplemente ha asimilado el concepto de artificialidad y de kitsch y lo da como premisa aceptada del arte moderno (que lo es); le ha a?adido la estrategia del cinismo y del oportunismo, que hoy en d¨ªa es una posici¨®n ¨¦tica como otra cualquiera.
La obra de Jeff Kooris podr¨ªa a su vez ser comparada a otra de tem¨¢tica sexual: el magn¨ªfico montaje fotogr¨¢fico de la artista canadiense Genevi¨¨ve Cadieux, con las im¨¢genes fragmentadas de un beso y de un detalle de una cicatriz. La literalidad de Koons contra la ambig¨¹edad de Cadieux... Por su parte, el proyecto de Miralda de querer casar a la Libertad neoyorquina con el Crist¨®bal Col¨®n barcelon¨¦s adquiere, visto en comparaci¨®n, un tinte totalmente europeo, casi podr¨ªa decirse de explorador europeo, de misionero, de arque¨®logo, de antrop¨®logo. Pretende involucrar no s¨®lo al espectador sino tambi¨¦n a las instituciones, y que una buena parte de su proyecto recupere el valor ritual y festivo del arte. Me parece que Barcelona no ha aprovechado suficiente esta idea miraldiana como posible fuente de marketing de la ciudad; un proyecto de tanta env ergadura requerir¨ªa, creo yo, un presupuesto mucho mayor para conseguir un efecto a¨²n m¨¢s vistoso, o una campa?a publicitaria m¨¢s amplia. Ideas como el diamante televisi¨®n, el zapato g¨®ndola, el desfile en el que alternan Mae West, la Virgen de Montserrat y Carmen Miranda... son bellas ideas, herederas del surrealismo y del pop, tratadas con un toque de humor ir¨®nico. Hay quien afirma que la iron¨ªa no ha de explicitarse; quiz¨¢ lo que suceda es que hay demasiadas peque?as ideas en el proyecto miraldiano... ideas sutiles, mientras que en el de ciertos artistas actuales hay tan s¨®lo una, y lanzada al espectador como una bomba visual.
Sin embargo, y con ello quisiera acabar estas peque?as reflexiones suscitadas por la Bienal, el riesgo de nuestro momento art¨ªstico consiste precisamente en esto: algunas propuestas art¨ªsticas son de una gran mediocridad de contenido, pero est¨¢n hinchadas por los medios de comunicaci¨®n y todo el relumbr¨®n de posibilidades que ofrece un buen patrocinador. Por ejemplo, el pabell¨®n de Jenny Holzer se dedica a grabar en magn¨ªficas -losas y bancos de m¨¢rmol unas citas que alternan los t¨®picos con las m¨¢ximas del tipo "expirar por amor es bello, pero est¨²pido", "hablamos para enmascarar nuestra impotencia", que an¨¢s bien recuerdan res¨²menes de sesiones de psicoan¨¢lisis que otra cosa, junto a algunas m¨¢s ambiguas y, por tanto, mejores, como "prot¨¦geme de lo que quiero".
Si Jenny HoIzer lo hubiera escrito a m¨¢quina y clavado con una chincheta en una pared, poca gente se hubiera fijado en ello. Su obra actual supone, lisa y llanamente, la estetizaci¨®n declarada del arte conceptual, una aut¨¦ntica academizaci¨®n de esta propuesta, en virtud del despliegue de millones que la realizaci¨®nfisica (justamente aquello en contra de lo cual iban los artistas conceptuales) ha costado. Otras frases se presentan en bandas de luces cin¨¦ticas: no niego que iffipresione, que est¨¦ magn¨ªficamente hecho, pero la verdadera consecuencia es la del triunfo de la escenograf¨ªa y del efectismo, la masificaci¨®n y la sacralizaci¨®n de su m¨¢s que mediano contenido.
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