La batalla Norte-Sur
El contencioso entre Espa?a y la CE sobre la reconversi¨®n naval es una de las consecuencias directas del pulso que los pa¨ªses del norte de Europa mantienen con sus socios del sur para el reparto del mercado. Todo ello aderezado por el manifiesto inter¨¦s de Estados Unidos, que intenta aprovechar la discusi¨®n entre los pa¨ªses comunitarios para reciclar hacia el sector civil su industria naval, de marcado acento militar.A Espa?a le ha tocado realmente bailar con la m¨¢s fea en su intento de persuadir a Bruselas para que el r¨¦gimen actual de ayudas a la construcci¨®n naval se prorrogue otros cuatro a?os. La regulaci¨®n de estos subsidios est¨¢ contenida en la VI directiva, cuyo plazo de vigencia termina este a?o, y su objetivo no es otro que garantizar la adaptaci¨®n de los astilleros a las condiciones de un mercado que ahora se caracteriza por el repunte de la demanda.
La CE, consciente de la nueva situaci¨®n, va a ampliar el marco de estas ayudas a trav¨¦s de la VII directiva, que entrar¨¢ en vigor en 1991, pero, en contra de los intereses de nuestro pa¨ªs, la pr¨®rroga s¨®lo tendr¨¢ dos a?os de vigencia. Adem¨¢s, las autoridades comunitarias quieren suspender el r¨¦gimen especial que, dentro de la VI directiva, han disfrutado Espa?a y Portugal y por el cual los dos pa¨ªses pod¨ªan superar excepcionalmente los l¨ªmites m¨¢s altos de ayudas permitidas.
?ste es el quid de la cuesti¨®n y la raz¨®n de ser de la segunda fase de reconversi¨®n. La CE no acepta el plan de reestructuraci¨®n presentado por el Gobierno y exige un nuevo ajuste como medida previa para levantar las cautelas impuestas sobre la construcci¨®n naval espa?ola.
Origen de las presiones
Las presiones de Bruselas tienen su origen en la confluencia de intereses que mantienen principalmente la Rep¨²blica Federal de Alemania (RFA) y el Reino Unido para que Espa?a reduzca su capacidad de producci¨®n.
El caso m¨¢s elocuente es el de la RFA, que intenta buscar como sea un hueco a la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana, cuya industria naval dispone de una plantilla tres veces superior a la de Espa?a. Por su parte, el Reino Unido hace tiempo que suprimi¨® las ayudas al sector, dentro de un proceso paulatino de cierre de sus astilleros. Por si fuera poco, Estados Unidos aprieta lo suyo a trav¨¦s del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) para que la VII directiva quede en agua de borrajas, lo que facilitar¨ªa un interesante margen de maniobra para que la construcci¨®n naval americana -tradicionalmente abocada a la industria militar- pudiera compensar en el segmento civil la reducci¨®n de sus presupuestos de Defensa.
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