Ruinas
No pude resistir la tentaci¨®n de escribir estas l¨ªneas despu¨¦s de leer en su peri¨®dico la columna La mirada, de Manuel Vicent, y de recordar otra intitulada Inventario. Gracias a Inventario pude impregnarme del Mediterr¨¢neo de los comerciantes fenicios, de los h¨¦roes griegos, de las pesadas velas romanas... La magia de la cuenca mediterr¨¢nea dio lugar a las mal llamadas "culturas cl¨¢sicas que dieron al hombre la in mortalidad, plasmada ¨¦sta en las puras l¨ªneas del templo del cabo Sunion. Pero atr¨¢s quedan los gr¨¢ciles trirremes y sus marineros temerosos de los dioses; los Ulises de hoy surcan nuestro mar sobre naves de metal que escupen aguas sucias, humos y cortan las nieblas de la ma?ana con ondas electromagn¨¦ticas..."El hombre dios ha muerto", tan s¨®lo algunas ruinas atestiguan su existencia, nuestro Mediterr¨¢neo de hoy lo rige la "mediocridad mediatizada", basta con hojear los prospectos elaborados por las agencias de viaje... Los templos de anta?o son ahora bloques inest¨¦ticos de apartamentos por donde asoman las cabelleras de los b¨¢rbaros. Y si no me cree, fijese bien, porque la griega Hemeroscop¨¦on se llama ahora Denia-
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