Pinturas de guerra
Disfraces rituales entre los impacientes rebeldes liberianos, que esperan el asalto final
ENVIADA ESPECIALVisten las ropas de cualquier civil liberiano; unas cintas rojas ci?endo sus melenas crespas o sobre los brazos u armas son los ¨²nicos distintivos que los rebeldes que sitian Monrovia utilizan para reconocerse entre ellos; algunos blanquean la piel oscura de sus rostros con yeso blanco y pintan sus labios con tintes cobrizos. Los m¨¢s extravagantes lucen pelucas estrafalarias, siguiendo quiz¨¢ los antiguos rituales para la guerra del ?frica profunda, a cuyas creencias est¨¢ firmemente entregado el 80% de los dos millones de habitantes de Liberia. A medida que van tomando posiciones alrededor de la capital liberiana, las apariciones de los combatientes del Frente Patri¨®tico Nacional, de Charles Taylor, se multiplican con la misma velocidad con que se producen las deserciones entre las tropas gubernamentales del presidente, Samuel Doe.
Como precauci¨®n, algunos de los miembros del Gobierno, los pocos que a¨²n permanecen en Monrovia, han puesto a salvo en "casas seguras" sus pertenencias m¨¢s queridas, generalmente un equipo de m¨²sica o un v¨ªdeo con cintas de Julio Iglesias. Saben que entre la exigencia de Taylor para que Doe se rinda y la tozudez de Doe, todav¨ªa residente de la casa presidencial, existe la fuerte probabilidad de un ba?o de sangre.
Las deserciones se multiplican entre los soldados gubernamentales, que llevan bajo sus uniformes ropas civiles para tener m¨¢s posibilidades de huida en caso de combate. S¨®lo el pasado s¨¢bado, unos 50 militares de los 400 que a¨²n quedan concentrados en la mansi¨®n presidencia? (inicialmente eran unos 8.000) aprovecharon el permiso de salida diario para hacer sus compras y no regresaron. La falta de dinero y de abastecimiento de desertores y soldados llegados de otras partes del pa¨ªs en busca de seguridad animan a los saqueos y atropellos nocturnos contra los sectores m¨¢s indefensos de la poblaci¨®n.
Los testimonios de europeos y liberianos, que con mayor frecuencia van tropezando con los rebeldes, indican un cambio de actitud en los guerrilleros tras sus sangrientas represalias en la captura de Bong Mine y Buchanan. Los rebeldes afirman que su lucha va dirigida contra el Gobierno de Doe y no contra los civiles, y que estos tristes episodios fueron provocados por las "traiciones" de colaboradores mandingos y por la resistencia de los soldados, que en Buchanan (uno de los dos ¨²nicos lugares donde hubo realmente batalla) cost¨® la vida a Johnson, el lugarteniente de Taylor, un ex veterano de la guerra de Vietnam en las tropas norteamericanas y cerebro de las operaciones militares y de la disciplina de los rebeldes.
Respeto a los refugiados
Un grupo de religiosas europeas, que resid¨ªan en misiones del interior del pa¨ªs y que fueron cayendo en manos de los rebeldes desde el comienzo de su avance hace seis meses a partir de la regi¨®n de Nimba, aseguran que ¨¦stos siempre respetaron sus recintos y a los refugiados que dorm¨ªan bajo su protecci¨®n. En su primer ataque en Tapeta, en Nimba, tras los tiroteos de aviso entraron en la casa de la misi¨®n: "Somos freedom fighters [combatientes por la libertad]", dijeron, asegur¨¢ndolas que no ten¨ªan nada que temer.De acuerdo con sus relatos, sin embargo, el ansia de venganza de los guerrilleros es evidente. "Pueden estar tranquilas, si fuesen krahn o mandingos, ya ser¨ªa otra cosa", les dec¨ªan en algunas ocasiones los atacantes. Su rencor y el de las poblaciones de Nimba que se han ido sumando espont¨¢neamente a la sublevaci¨®n va dirigida contra los culpables de las represiones que siguieron al intento de golpe de Estado efectuado en 1985 por Quiwonpba, lugarteniente de Doe, que se enfrent¨® al presidente ante las reticencias de ¨¦ste de ceder el poder a los civiles.
"Hemos pasado lo nuestro estos cinco a?os", dicen los rebeldes a los habitantes de las misiones, que les piden no arremetan contra los civiles, a la vez que subrayan: "Ahora es el momento de saldar las deudas pendientes".
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