Alta velocidad
EL PROYECTO de tren de alta velocidad (TAV) en Espa?a ha vuelto a la discusi¨®n p¨²blica de la peor manera posible, mediante declaraciones parciales, reacciones improvisadas a otras declaraciones y una aparente pugna vasco-catalana sobre la prioridad del enlace. Ya va siendo hora de que este modo de actuar sea sustituido por una explicaci¨®n detallada por el Gobierno del estado de la cuesti¨®n. Ya es hora de conocer cu¨¢l es la situaci¨®n y conclusiones de los estudios de viabilidad y coste tanto del ancho europeo (encargado a Renfe pronto har¨¢ dos a?os) como del tren de alta velocidad, sus trazados futuros y alternativas y el estado del recorrido actualmente en marcha -el tramo Madrid-Sevilla- y las desviaciones presentes y futuras de su coste real en relaci¨®n con el previsto.En vez de explicar estos datos y de presentar formalmente estos estudios, que dar¨ªan pie a la toma de decisiones instaladas en la racionalidad econ¨®mica, las autoridades de Renfe dan largas a la l¨ªnea Madrid- Barcelona -l¨®gicamente situada en el cap¨ªtulo de las prioridades- escud¨¢ndose en la presunta conveniencia de no competir con el puente a¨¦reo. Aparte de otras razones que hacen inconsistente esta postura, parece positivo que el tren compita con el avi¨®n, tambi¨¦n para mejorar el servicio de ¨¦ste, o incluso para evitar su colapso, si tenemos en cuenta el auriento de tr¨¢fico a¨¦reo que seguramente producir¨¢ su futura liberalizaci¨®n.
Otras declaraciones sobre la cuesti¨®n han empezado a tejer apresuradamente una artificiosa pol¨¦mica vasco-catalana, al comp¨¢s de las manifestaciones de preferencias del Gobierno franc¨¦s por el enlace a trav¨¦s de La Jonquera antes que el de Ir¨²n. Hay ya un cat¨¢logo de argumentos esgrimidos en favor de cada una de esas prioridades. A favor de Ir¨²n se argumenta el ahorro de tiempo en el viaje Lisboa-Madrid- Par¨ªs, la potenciaci¨®n de comunicaciones en una zona econ¨®micamente deprimida y pol¨ªticamente delicada y el apoyo al puerto de Bilbao como centro de mercanc¨ªas, aunque para competir con puertos tan especializados y avanzados como Rotterdam-Amsterdam.
Las ventajas del enlace por La Jonquera se resumen en su sinton¨ªa con el proyecto franc¨¦s de anteponer el trazado mediterr¨¢neo al TGV atl¨¢ntico; en la utilizaci¨®n del ¨¢rea de Barcelona como eje de distribuci¨®n de mercanc¨ªas del Mediterr¨¢neo, en un punto bien comunicado por carretera tanto con toda la costa mediterr¨¢nea espa?ola -con servicio al turismo y a las mercanc¨ªas ligeras perecederas- como con el resto de Europa, y en que la estrategia de competencia portuaria Barcelona-Tarragona frente a Marsella-G¨¦nova es m¨¢s factible que la de los puertos del Cant¨¢brico. Asimismo parece ofrecer unas posibilidades de rentabilidad muy superiores, o eso entienden las autoridades francesas cuando dan prioridad a la conexi¨®n mediterr¨¢nea.
Ciertamente, las instituciones catalanas (las c¨¢maras de comercio, los organismos pol¨ªticos) han sido las que con mayor antelaci¨®n e insistencia han propugnado el TAV y el ancho de v¨ªa europeo. Pero este asunto no debe manejarse como un concurso de televisi¨®n en el que gana quien lo dice primero.
Quiz¨¢ convenga hacer tabla rasa de esa historia y de esos m¨¦ritos, como conviene no sopesar la cuest.i¨®n desde el ¨¢ngulo de las coyunturas pol¨ªticas de cada comunidad aut¨®noma. Se precisa enfocar el reequilibrio de infraestructuras de transporte desde su impacto real (?qu¨¦ reequilibra m¨¢s la cornisa cant¨¢brica, una autopista que la recorra enteramente o el simple cruce de un tren r¨¢pido por una de sus esquinas?) y no desde ning¨²n victimismo, sea cual sea su origen. Es decir, tomando la decisi¨®n m¨¢s oportuna desde la racionalidad econ¨®mica y desde el estudio sereno de los argumentos t¨¦cnicos. Y no desde el diletantismo o el enfrentamiento gratuito entre comunidades.
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