Su¨¢rez, blanco de las iras de los aficionados
Unas 500 personas recibieron ayer, en el aeropuerto madrile?o de Barajas, a la selecci¨®n espa?ola, que regres¨® a las 21.15 procedente de Verona en un vuelo privado. En medio de un calor agobiante y un ambiente tenso, los directivos, el t¨¦cnico y los jugadores fueron apareciendo en el exterior de la terminal. Su¨¢rez, uno de los ¨²ltimos en comparecer, fue el m¨¢s abucheado por los aficionados. Gritos de ",fuera, fuera!" y "nos has buscado la ruina" le acompa?aron desde que recogi¨® su equipaje hasta que se refugi¨® en su coche. Crispado y con la mirada en el suelo, s¨®lo fue capaz de decir: "No tengo nada que a?adir".
"?Qu¨¦ pasa?, ?qui¨¦n viene?, ?por qu¨¦ hay tantas c¨¢maras?", preguntaba una se?ora que no comprend¨ªa el porqu¨¦ de tanto l¨ªo en Barajas. "Es que viene Sof¨ªa Loren", le respondi¨® un hombre con aire de venganza y que no pod¨ªa creerse que alguien no supiera que tama?o foll¨®n se hab¨ªa organizado porque estaba a punto de llegar la selecci¨®n espa?ola de f¨²tbol.La polic¨ªa del aeropuerto, desbordada por la multitud, jugaba al despiste: "No se sabe cu¨¢ndo llega". El vuelo privado contratado por la federacion era dif¨ªcil de localizar. Tras varios minutos de incertidumbre, alguien dio la notocia: "Por la sala 1, a las nueve y cuarto". Fue como el chupinazo de san Ferm¨ªn: a la carrera. Todos quer¨ªan obtener la primera fila para ver el espect¨¢culo.
"?Oiga, d¨¦jeme pasar!", ped¨ªa la madre de Mart¨ªn, Vazquez a un polic¨ªa; "mi hijo viene en el vuelo y ¨¦stas son mis hijas". Ellas eran dos j¨®venes, una la hermana del jugador y la otra su novia. "mire, se?ora, aunque usted sea la madre de Mart¨ªn V¨¢zquez, no puede pasar", le respondi¨®.
Sonia, la novia de Butrague?o, y Manuel, el padre de Sanchis, y los padres de Chendo, con su nieto en los brazos, intentaron pasar, en cambio, inadvertidos.
Quique Flores fue el primero en salir. "?Oh, es Sanch¨ªs!", grit¨® una chavalita. Con resignaci¨®n, Quique constat¨®, una vez m¨¢s, que ha pasado por el Mundial sin pena ni gloria o, lo que es lo mismo, en el m¨¢s absoluto anonimato: "Estoy apesadumbrado porque ha sido peor perder como se perdi¨® que hacerlo de otra forma".
La tensi¨®n creci¨® al ver aparecer a Michel. Serio, muy serio, con su hijo peque?o, cruz¨® la barrera y se dirigi¨® a los periodistas: "Nos habr¨ªa gustado venir de otra manera, pero no ha podido ser". Michel llevaba en ese momento 44 horas sin dormir.
?ngel Mar¨ªa Villar, el presidente de la federaci¨®n espa?ola, sali¨® despu¨¦s y confirm¨® que en el vuelo tambi¨¦n hab¨ªa viajado Su¨¢rez, quien, en principio, pens¨® quedarse en Italia; "S¨ª; finalmente, ha venido. No habr¨¢ ninguna destituci¨®n. Tiene contrato en vigor". Luego volvi¨® a hablar de la mala suerte de la selecci¨®n y neg¨® que tuviera tensas relaciones con el t¨¦cnico.
"?Mart¨ªn V¨¢zquez, pesetero!"
?Ay, madre, pero mira que es guapo!", exclam¨® una mujer de mediada edad. "?Qu¨¦ va a ser guapo, se?ora! ?Es un pesetero! ?Qu¨¦ se vaya a Italia de una pu?etera vez!". Era Mart¨ªn V¨¢zquez quien hacia su entrada. Con su aparici¨®n, las protestas se avivaron. "Me rio de quienes digan que la quinta del Buitre ha fracasado", manifest¨®. "?se es un hijo de puta", adujo un seguidor, indignado por la declaraci¨®n de inocencia del jugador. "MI hijo ... Pobre... Con lo bueno que es ... No se merece esto", se quejaba la madre de Mart¨ªn V¨¢zquez, que, desconsolada, presenciaba la escena y dirig¨ªa el tr¨¢fico mientras su hijo se defend¨ªa como pod¨ªa con el carrito de las maletas".
Mientras tanto, Manolo, por otra puerta, aparcaba el suyo y, con calma, atend¨ªa a los periodistas. Quer¨ªa hablar, al menos eso, ya que no pudo jugar en Italia tanto como hubiera querido: "Si hubi¨¦semos ganado a Uruguay, de estos d¨ªas fue la llamada de mi presidente, Jes¨²s Gil [el del Atl¨¦tico de Madrid], para darme ¨¢nimos". Cuando termin¨® su conferencia de Prensa particular, hab¨ªa trascurrido una hora de la llegada de la selecci¨®n. En ese intervalo hicieron acto de presencia Rafa Paz, Andrin¨²a, Villarroya, Chendo y su esposa, Pardeza y la suya, Julio Salinas con milchas maletas y Sanchis con unos esqu¨ªs.
"?Pero seguro que est¨¢ Su¨¢rez?", pregunt¨® un periodista al jefe de Prensa de la federaci¨®n. "S¨ª, ahora saldr¨¢", respondi¨® ¨¦ste. Eran casi la diez de la noche cuando el seleccionador apareci¨®. Los jugadores pasaron a un segundo plano y los aficionados se volvieron hacia ¨¦l: "?Fuera, fuera!", "?vete a tu casa y dejanos en paz!", "?nos has buscado la ruina!"... Serio y con la mirada perdida, soport¨® el aluvi¨®n de protestas. "No tengo nada que decir, ya lo he dicho todo", se limit¨® a declarar. Regres¨® porque no quer¨ªa que se cuestionara su ausencia. Su presencia testimonial -hoy vuelve a Italia- le sirvi¨® para comprobar que ¨¦l era, a juicio de los all¨ª presentes, el responsable de que ese vuelo de Italia hubiera llegado el 27 de junio y no el 9 de julio.
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