'La puta barata'
La frasecita se le escap¨® a un productor de cine espa?ol: "El guionista es una puta barata". Para un fabricante a quien le trae sin cuidado la bondad de lo que fabrica, es exacta: nadie m¨¢s indicado que ¨¦l para despreciar a quien alquila su imaginaci¨®n por un mendrugo. Pero lo grave de esta groser¨ªa no es que se diga, sino la concepci¨®n del cine que encubre: para muchos de quienes las producen -hay excepciones, pero tan escasas que no hacen norma- la escritura de una pel¨ªcula es cosa tan secundaria que se le encomienda a gente que acepta sueldos de paria a cambio de hacer uno de los trabajos m¨¢s creativos, y sin duda el m¨¢s laborioso, de cuantos hay dentro de un filme. En la l¨®gica de ese productor, que est¨¢ lejos de ser el ¨²nico de su especie, la armaz¨®n creativa y la lenta tarea de elaboraci¨®n est¨¢n en manos de putas baratas. Y as¨ª les va.Ahora, sin ortopedias oficiales, el cine est¨¢ a merced de su iniciativa y encuentra dificultades, sobre todo a causa de la endeblez de sus dos basamentos esenciales: el industrial de su financiaci¨®n y el creativo de su escritura. Este ¨²ltimo se ha convertido en una urgencia del tipo de "a burro muerto, cebada al rabo". Los motores del cine se percatan ahora de que les hacen falta muchos m¨¢s escritores y de que hay que fomentar su existencia. ?Se han percatado tambi¨¦n de que, salvo rar¨ªsimas excepciones, la forja de un buen escritor requiere d¨¦cadas?
En Espa?a, el n¨²mero de escritores de pel¨ªculas que se dedican con dignidad profesional a su oficio es tan exiguo que asusta contarlo. Hay grandes guionistas, pero caben en el cuenco de una mano. No pod¨ªa ser de otra manera tras lo dicho. Pero que nuestros mejores guionistas reciban por su trabajo (que a veces les lleva a?os de incubaci¨®n y realizaci¨®n) la mitad o menos que un fot¨®grafo o un montador, que hacen el suyo en unas semanas y que no aportan a la calidad del filme m¨¢s que un guionista, huele a esc¨¢ndalo.
Que en Hollywood el guionista sea el mimado (por encima de director y de t¨¦cnicos y s¨®lo por debajo de algunas estrellas) del negocio se entiende en par¨¢metros de producci¨®n que no ser¨ªa justo traer aqu¨ª. Pero que la media de sueldo de un guionista prestigioso sea en Espa?a 6, 8 o 10 veces inferior a la de Italia o el Reino Unido es asunto cuya gravedad radica en que se ve materialmente en la pantalla.
En efecto, el desprecio al escritor alcanza grados que dejan perplejos a especialistas extranjeros en la materia. El editor de una publicaci¨®n internacional coment¨® que ¨¦l y sus colegas no se explican la frecuencia con que observan gruesos errores de enfoque y armaz¨®n, descuidos y balbuceos, en los filmes espa?oles que van a los festivales. Cuando le aclararon la situaci¨®n en que aqu¨ª se encuentra un guionista dijo: "Eso es mortal para el cine". La carencia de un buen n¨²mero de guionistas expertos y remunerados en consonancia con el car¨¢cter decisivo de su tarea es el mayor desastre de cuantos convierten a la vida del cine espa?ol en simple supervivencia.
Prurito de autor¨ªa
Contribuye al desastre la discusi¨®n, a estas alturas est¨²pida, sobre la autor¨ªa del filme. Hay pel¨ªculas cuyos principales autores son sus directores, pero para entendernos no pasan de una entre 1.000. En las otras 999 hay que buscar autor¨ªas colectivas predominantes. Hay directores que no son escritores, que no tienen idea de c¨®mo se hace veros¨ªmil un di¨¢logo o una situaci¨®n y no obstante escriben guiones, que l¨®gicamente son deficientes. En el fondo desprecian tambi¨¦n al escritor: creen que con cuatro inh¨¢biles plumazos, la pel¨ªcula est¨¢ en condiciones de filmarse. Si se contabilizaran los da?os est¨¦ticos y financieros que esto ha supuesto para el cine espa?ol en los ¨²ltimos a?os, habr¨ªa aqu¨ª una epidemia de c¨®licos de u?as.
La dram¨¢tica abundancia de productores como aqu¨¦l y la igualmente dram¨¢tica carencia de directores-escritores (que es el ideal, pero un ideal dif¨ªcil de conseguir y que s¨®lo aparece de cuando en cuando en forma de Bergman, Rosellini, Tarkovski, Wilder) se complementan como dos caras de una misma mala moneda. No hay alternativa a lo que Kurosawa, genuino escritordirector, expone en su Autobiograf¨ªa: "Con un buen gui¨®n un buen director puede realizar una obra maestra; con el mismo gui¨®n un director mediocre puede hacer una pel¨ªcula pasable. Pero con un mal gui¨®n ni siquiera un buen director puede hacer una buena pel¨ªcula". Am¨¦n.
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