El presidente no se enteraba

El presidente de la corrida de ayer tiene un nombre que es una bendici¨®n para los aficionados, pues se llama el se?or Valderas y serv¨ªa para gritarle "?Valderas, que no te enteras!". Efectivamente, no se enteraba, el se?or Valderas, de que los toros sal¨ªan inv¨¢lidos o, si se enteraba, le tra¨ªa sin cuidado: s¨®lo devolvi¨® al corral uno y debi¨® devolver lo menos cuatro, reglamento en mano. No se dice que los presidentes barran a favor de la empresa -ser¨ªa infundio-, mas el resultado , es ese. Toros que no devuelven al corral es buen di nerito que la empresa se ahorra y ayer el presidente se?or Valderas, que no se enteraba, le ahorr¨® tres. En cambio a los toreros les hizo la Pascua, porque les anul¨® toda posibilidad de lucimiento. Con toros desfallecidos que renuncian a embestir, o si emprenden la embestida se quedan a mitad de recorrido con la lengua fuera y la pata fl¨¢cida, no hay quien toree. Ni Joselito el Gallo ser¨ªa capaz.Los toros desfallecidos que se quedan con la lengua fuera y la pata fl¨¢cida son ideales para las figuras, que tienen consolidado su cartel, les funciona el t¨®pico, y con ponerse cerca de sus mortecinas caritas haciendo posturas de maestro, de profesional o de artista -seg¨²n la ense?a que haya levantado cada cual-, les vale de sobra. La postura est¨¢ en alza ¨²ltima mente y vende un horror. Sin embargo, para los diestros que no tienen contratos, los toros desfallecidos con la lengua fue ra y la pata fl¨¢cida son la desesperaci¨®n. Los tres espadas de ayer -en quienes se daba aquel supuesto- estaban desesperaditos. Primero hab¨ªan de porfiar tenazmente para que los toros embistieran, y luego, si les daba la gana de embestir, aguantar sus parones.

De cualquier forma, Luis Reina ensay¨® un toreo cl¨¢sico del que consigui¨® ofrecer buena versi¨®n en el cuarto de la tarde, las pocas veces que el toro le acept¨® su oferta de redondos y naturales. Antonio Mond¨¦jar, bullidor y pundonoroso, dej¨® muestras de su valent¨ªa en el quinto, consintiendo la probona embestida. Pedro Lara practic¨® un toreo reposado con el capote y con la muleta, ¨²nicamente en el tercero, ya que el sexto padec¨ªa invalidez total y torearlo resultaba imposible.

La afici¨®n se sent¨ªa ofendida y reprochaba al presidente la mala pasada que hab¨ªa jugado al torero por no devolver el toro al corral. "?Valderas, que no te enteras!", le volv¨ªan a gritar. Pero se enteraba, seguro. Pues si no se hubiera enterado, con aquellos vozarrones, ser¨ªa porque estaba sordo como una tapia. Y, la verdad, no ten¨ªa cara de sordo el se?or Valderas.