Una 'Giselle' poco rom¨¢ntica
Giselle es el m¨¢s aut¨¦ntico ballet rom¨¢ntico franc¨¦s que se ha preservado -v¨ªa San Petersburgo- hasta nuestros d¨ªas. El que mejor Ilustra la integraci¨®n total del movimiento, la historia dram¨¢tica y el esp¨ªritu de la ¨¦poca que llev¨® al ballet a su apogeo durante el reinado de Luis Felipe. Favorita de las bailarinas que desde Carlota Gris? han logrado hacerse con el papel -y de todos los p¨²blicos-, resiste las producciones de aficionados, las Giselles sexagenarias y los estirones de su mensaje (en sentido social,- feminista y hasta antipsiqui¨¢trico), resurgiendo siempre fresca y lozana, con su virtud intacta, dispuesta a perdonar no s¨®lo a su Albretch, sino a las legiones de core¨®grafos y directores que han abusado de ella desde hace siglo y medio.
Ballet del Gran Teatro de Varsovia
Giselle. Coreograria: Antofin Gridin e Irina Michajliczeriko, seg¨²n la original de J. Coralli y J. Perrot, revisada por M. Petip.. M¨²sica: Adolphe Adam. Int¨¦rpretes: Anna Bialecka (Giselle), Marlus Malecki (Albretch), Elzbieta Kwiatkowska (Mirta), Lukasz Gruciel (Hilari¨®n). Direcci¨®n: Maria Kryszkowska. Ciclo M¨²sica en Palacio. Palacio Real, Madrid, 6 de julio.
Frialdad
El marco del patio del Pr¨ªncipe del palacio de Oriente, ideal quiz¨¢ para La bella durmiente, despoj¨® a la Giselle presentada por el Ballet del Gran Teatro de Varsovia de su naturalidad campesina en el primer acto, y a las willis de su tenebrosidad de brujas-v¨ªrgenes en el segundo, y la producci¨®n polaca -que ya de por s¨ª tira a fr¨ªa y un punto ceja alta- no contribuy¨® a superar estos problemas. El ¨¦nfasis est¨¢ puesto en la estilizaci¨®n -la armon¨ªa de colores, el ritmo pausado, una voluntad de elegancia muy obvia- a expensas de la fuerza dram¨¢tica. El acto blanco rechaza tambi¨¦n caracterizar a las willis -esos espectros de doncellas burladas que en las noches de luna atacan a los machos y los hacen bailar hasta que mueren de agotamiento-, incapaces de dar miedo a nadie, porque sus dedos acusadores y sus cabeceos de desd¨¦n no llevan carga alguna en ellos. No es s¨®lo que cuerpo de baile y solistas anduvieran justos de t¨¦cnica o que el dise?o global de la coreograf¨ªa dejara que desear; es la ausencia de convicci¨®n rom¨¢ntica lo que da?a a esta Giselle.Con todo, el cuerpo de baile tuvo buenos momentos -la gran diagonal funciona incluso para los que no creen en las willis-, y su jefa (Elzbieta Kwiatkowska) dio la imagen, sobre todo en la salida, de la Mirta implacable. Giselle (Anna Bialecka) y Albretch (Marius Malecki) mostraban la misma falta de implicaci¨®n con sus personajes que la directora con la obra, aunque trabajaron como los bailarines competentes que sin duda son. S¨®lo Hilari¨®n (Lukasz Gruzlel) parec¨ªa alterado por la tragedia que se mascaba, y el p¨²blico lo recompens¨® calurosamente. En el primer acto el paso a dos campesino dio ocasi¨®n de lucirse a Beata Wieco y Arkadius Stepien.
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