Pepe Luis Mart¨ªn se acerca a la glor¨ªa
La confirmaci¨®n de alternativa del ronde?o Pepe Luis Mart¨ªn pudo llevarle a la gloria so?ada de un gran triunfo, pero se qued¨® a las puertas por sus reiterados fallos con la tizona. Vaya en su honra que siempre apunt¨® alto y no tir¨® por la indigna y tan al uso calle de enmedio del mandoblazo degollador. Pese a ello, los buenos aficionados y hasta los turistas se marcharon del coso perfumados con los efluvios que derram¨® a raudales.Tambi¨¦n debe figurar en el haber de su contabilidad taurina, como en la de sus compa?eros de terna, que se enfrent¨® a toda una se?ora corrida de toros, una t¨ªa, en la jerga profesional. Los badanudos galafates, con un promedio de 600 kilos de peso, impresionaron por su trap¨ªo, cuajo y seriedad. Con los nada despreciables estrambotes del sentido que les daba la edad casi cinque?a de la mayor¨ªa, y su catadura maulona, lo que aumenta el m¨¦rito de lo realizado ante semejantes brutos por los coletudos.
Aguirre / Campuzano, Oliva, Mart¨ªn
Cinco toros de Dolores Aguirre, y, 5?, sobrero, que sustituy¨® a uno del hierro titular devuelto por inv¨¢lido, de Conde de Ruise?ada, excelentemente presentados, mansos y broncos. Jos¨¦ Antonio Campuzano: vuelta; silencio. Emilio Oliva: silencio; algunos pitos. Pepe Luis Mart¨ªn: ovaci¨®n; vuelta. Plaza de Las Ventas, 8 de julio. Un tercio de entrada
Mart¨ªn ya fue acumulando m¨¦ritos frente al ¨²ltimo morlaco con el percal, en dos ver¨®nicas y una media muy hondas. Despu¨¦s lo llev¨® a la cabalgadura con un vistoso galleo por chicuelinas y arriesg¨® con las banderillas, que coloc¨® con facilidad y limpieza. Tras lo cual, albore¨® sus encantos taurinos con una breve e intensa faena a base de series en redondo, con mando y pellizco, en las que el diestro se gust¨® y gust¨®.
Baj¨® algo el tono con los naturales y volvi¨® a elevarse con abrochados pases de pecho, que fueron de tron¨ªo, como resultaron sus floreos finales por alto. Ya en el de la ceremonia, que se raj¨® pronto y husmeaba la c¨¢lida arena, el ronde?o apunt¨® los pocos detalles que cab¨ªan.
Le llamaban D'Artagnan
Emilio Oliva roz¨® los infiernos con la espada y el verduguillo, como es habitual en el chicianero. Hasta le llamaron D'Artagnan desde los tendidos, pues asaete¨® de mala forma a sus bichos. Al segundo le peg¨® una indigna pu?alada en la barriga que pasar¨¢ al Guinness o libro de los r¨¦cords absurdos. Soport¨® el peor lote y en el resto de su actuaci¨®n pas¨® desapercibido.Un Campuzano muy trabajador conect¨® con el limbo tur¨ªstico, ayuno de sapiencia taurina, a base de sonrisas mientas lidiaba ventajista y atropellado a su primero, al que tambi¨¦n extrajo un par de series pel¨ªn m¨¢s ortodoxas. Le ech¨® coraje al aplomado y peligroso cuarto para quit¨¢rselo de encima. El sevillano se mostr¨® muy productivo toda la tarde e intervino con frecuencia en quites, aunque insulsos.
Babelia
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