Hermano lobo

?Desde cu¨¢ndo mata el lobo a sus cong¨¦neres? ?Desde nunca y jam¨¢s! Es mera letan¨ªa repetir que la ¨²nica bestia que planifica el aniquilamierito de otros animales, y en especial los de su misma especie, es el hombre: animal racional-espiritual hecho a imagen y semejanza de Dios. ?Estamos locos? S¨ª, locos de atar. Me permito pedir humildemente, como lo har¨ªa el hermano Francisco de As¨ªs, o el llorado e inmarcesible Rodr¨ªguez de la Fuente, que dejemos sobrevivir a los pocos lobos que todav¨ªa corretean por este inh¨®spito y envenenado planeta. Por favor, no les inmiscuyamos, mediante la met¨¢fora-coartada que los condena al vilipendio y al exterminio, en nuestros exclusivos instintos criminales y en nuestras abominables pr¨¢cticas guerreras. Hago votos, invocando a la vida, para que desterremos del lenguaje humano la infame sentencia: "El hombre es el lobo del hornbre". Suplico que se haga justicia al lobo, de una vez por todas, usando los t¨¦rminos que en propiedad corresponden para expresar tal idea; que son, ni m¨¢s ni menos, ¨¦stos: "El hombre es el asesino del hombre". Eso s¨ª, mientras Dios lo quiera. ?Faltar¨ªa m¨¢s! Y campen los lobos a sus anchas, desempe?ando el papel de vigilantes sanitarios de la naturaleza, por las estepas y sierras amuralladas del atormentado solar patrio, y se les oiga aullar, majestuosamente, en las noches de invierno y de luna llena. Los parajes m¨¢s rec¨®nditos no perder¨¢n a un morador excepcional, y el ser humano no acabar¨¢ teniendo por compa?¨ªa sino ratas devoradoras del tama?o de un lobo. As¨ª sea-