Proyecto
Fue una maldici¨®n que el chico terminara la carrera de arquitecto. Antes sus padres viv¨ªan en una casa de pay¨¦s encalada cuyas paredes durante dos siglos hab¨ªan creado un interior profundo que ol¨ªa a manzana. En el corral hab¨ªa una higuera y un limonero. Mientras el v¨¢stago de esta humilde familia de labriegos estudiaba en la ciudad las teor¨ªas de Mier van der Rohe, de Otto Wagner y de los vanguardistas m¨¢s audaces, en aquel corral florec¨ªan cada a?o los rosales junto al gallinero. Hab¨ªa sido un alumno aventajado, pero aun as¨ª no encontr¨® trabajo al finalizar los estudios. Sus padres con gran sacrificio le dieron una salida y el hijo s¨®lo quiso rendirles un homenaje realizando para ellos un proyecto que fuera a ?a vez una prueba de amor y de audacia. La casa familiar fue derruida. Desaparecieron las frescas estancias por donde corr¨ªa la brisa despu¨¦s de inflar las cortinas de flores. Tambi¨¦n se ausentaron los antiguos perfumes que dorm¨ªan en las arcas, los matices de luz que la cal ara?ada hab¨ªa dejado entre las vigas. Sobre este derribo creci¨® un cubo de acero y cristal de tres alturas y all¨ª donde antes maduraba la higuera y el limonero en medio de gallinas, rosas y conejos ahora volaba una proa muy a¨¦rea con un baupr¨¦s que luego ser¨ªa el dormitorio principal. El nuevo arquitecto en aquel espacio tram¨® un ideal de vol¨²menes transparentes y colgados que se un¨ªan con una escalera de metacrilato sin pretil y cuando la obra estuvo terminada los labriegos la habitaron con una mezcla de orgullo y terror. Han pasado ya algunos a?os. Vestidos de negro, ¨¦l con boina, ella con pa?uelo y delantal, ambos se hallan encaramados desde entonces en lo alto de un espig¨®n de cristal que hace de mirador y todav¨ªa no han osado bajar de all¨ª, aunque los bomberos se han prestado a ayudarles. Gozan de una espl¨¦ndida panor¨¢mica. Sentados en sillas de Philip Johnson, desde all¨ª divisan todo el campo de coles y berenjenas, pero ¨¦ste ya no les pertenece. Hubo que venderlo para que el chico lograra realizar su ¨²nico proyecto.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
