La ley y la justicia
En 1917, cuando la tierra de Israel fue conquistada por el Reino Unido, hab¨ªa all¨ª -en la llamada Filast¨ªn por sus moradores ¨¢rabes- 60.000 jud¨ªos y 550.000 palestinos (seg¨²n los datos de la Enciclopea Hebrea), es decir, una mayor¨ªa aplastante y absoluta de palestinos con respecto a los jud¨ªos.El Reino Unido, en calidad de conquistador y soberano, expres¨® en la famosa Declaraci¨®n Balfour su admiraci¨®n por la empresa sionista, cuyo significado era la futura creaci¨®n de un Estado jud¨ªo. Los ¨¢rabes mostraron una en¨¦rgica oposici¨®n a la Declaraci¨®n Balfour; a la creaci¨®n de un Estado jud¨ªo; a la inmigraci¨®n jud¨ªa y a la colonizaci¨®n jud¨ªa. Se comportaron de la misma manera en que lo har¨ªa cualquier otro pueblo en su situaci¨®n. As¨ª se comportar¨ªan tambi¨¦n los noruegos, suecos, argentinos y jud¨ªos. Ning¨²n pueblo en el mundo hubiera aceptado que ninguna naci¨®n extranjera (y el Reino Unido lo era no s¨®lo para ellos, sino tambi¨¦n para nosotros) le impusiera dentro de su patria la presencia de otro pueblo diferente que viniese y que finalmente le enajenase su soberan¨ªa. Los palestinos eran entonces casi medio mill¨®n. El pueblo jud¨ªo contaba, a la saz¨®n, con casi 15 millones de personas en todo el mundo. Si hubiera llegado entonces a Israel aunque fuera s¨®lo la mitad o un tercio del pueblo jud¨ªo, Filast¨ªn se hubiera convertido en poco tiempo en un pa¨ªs diferente.
En realidad, los jud¨ªos que emigraron a Israel lo hicieron no porque quisieran cometer un atropello contra los palestinos ni porque aspiraran a una expansi¨®n territorial. Llegaron porque se encontraban en un gran peligro como pueblo sin patria frente al creciente antisemitismo. Dentro de un mundo que iba organiz¨¢ndose en claros marcos de autodeterminaci¨®n nacionales, tambi¨¦n ellos se vieron obligados a hacerlo, para lo cual precisaban no s¨®lo de libertad, sino tambi¨¦n de un territorio. Pero incluso aquellos palestinos que entendieron las verdaderas motivaciones del sionismo argumentaban firmemente lo opuesto: "A lo mejor, realmente vosotros corr¨¦is un gran peligro, y ten¨¦is raz¨®n en la necesidad de autodeterminaci¨®n y de un territorio nacional; incluso aunque os creamos que no nos vais a expulsar de nuestra patria cuando establezc¨¢is vuestro Estado, todav¨ªa no podemos ni estamos dispuestos a pagar con nuestras tierras y con nuestra futura soberan¨ªa nacional para solucionar vuestro problema. No somos los culpables de la Di¨¢spora ni de sus persecuciones. Se inici¨® ya a finales de la ¨¦poca del Primer Templo, antes de que hubiera un solo ¨¢rabe sobre la Tierra. Y ya en los d¨ªas del Segundo Templo, cuando ten¨ªais una relativa independencia, un tercio del pueblo jud¨ªo se hab¨ªa asentado fuera de la tierra de Israel. No somos culpables de vuestra guerra contra los romanos, ni tampoco lo somos de la destrucci¨®n del Segundo Templo. Si realmente hubierais amado vuestra tierra y vuestra patria no la hubierais abandonado y os hubierais arraigado en ella con todas vuestras fuerzas. Si pudisteis encontrar con inteligencia, capacidad y poder, sustento en otros lugares distintos y lejanos, como Yemen y Afganist¨¢n, el C¨¢ucaso, Argentina, Canad¨¢ y Polonia, ?por qu¨¦ no os hab¨¦is aferrado tambi¨¦n aqu¨ª? ?Por qu¨¦, a comienzos del siglo XIX, de un pueblo de 2.500.000 que erais s¨®lo 5.000 (!) viv¨ªan en la tierra de Israel? Los turcos que gobernaron el pa¨ªs cientos de a?os no os impidieron emigrar m¨¢s de lo que lo hicieron, por ejemplo, los ingleses para entrar a Inglaterra, los italianos a Italia, y, sin embargo, os hab¨¦is inclinado por aquellos pa¨ªses y no por ¨¦ste. ?Por qu¨¦? De todas formas, no de vosotros hemos conquistado esta tierra, sino de los bizantinos. Entonces ya no estabais aqu¨ª; hab¨ªais abandonado vuestra patria sin haber dejado ninguna se?al de que alg¨²n d¨ªa pretender¨ªais volver. De cuando en cuando ven¨ªan algunos grupos de jud¨ªos. Algunos piadosos y ancianos que ped¨ªan terminar sus d¨ªas aqu¨ª, pero lo mismo que vinieron tambi¨¦n se fueron. Mayor presencia jud¨ªa y m¨¢s grande la hubo en Bagdad, El Cairo, Estambul, Damasco y Marraquech. ?S¨®lo por eso deb¨ªamos pensar que aquellos pa¨ªses pertenecen m¨¢s a los jud¨ªos que a sus moradores y que, de repente, un d¨ªa aterrizar¨ªan all¨ª Jud¨ªos del Este de Europa?"
En suma, algunas veces nos olvidamos de que los palestinos no son los responsables del problema jud¨ªo que dio lugar al nacimiento del sionismo, y, por tanto, su oposici¨®n en los a?os veinte a la emigraci¨®n jud¨ªa es l¨®gica y natural. Todo pueblo (incluso nosotros) hubiera reaccionado exactamente igual que ellos. Es verdad que los jud¨ªos no ten¨ªan otra opci¨®n, y su verdadero gran problema existencial les oblig¨® a encontrar una parcela de tierra bajo sus pies exclusivamente de su propiedad, por lo cual obtuvieron tambi¨¦n el reconocimiento moral de tomar s¨®lo una parte de Palestina, pero no se les otorg¨® ning¨²n derecho moral para negarle a los palestinos su patria.
La parte occidental de la tierra de Israel es tambi¨¦n la patria de los palestinos. El pueblo palestino procede de esta parte. Hasta hace 80 a?os todos los palestinos viv¨ªan en esa zona. Venir a decirles hoy: "Iros a Jordania, que ¨¦sa es vuestra verdadera patria", es una injusticia. Aunque en Jordania actualmente residen un mill¨®n de palestinos, la mitad de ellos son refugiados que abandonaron Cisjordania en la guerra de 1967. Entre 200.000 y 300.000 son refugiados de la guerra de 1948 y el resto emigraron durante los ¨²ltimos 40 a?os, cuando Cisjordania y Jordania constitu¨ªan un solo pa¨ªs. Pero si los palestinos tienen alg¨²n derecho sobre Jordania, y en un futuro arreglo ser¨ªa posible incluirlos en una confederaci¨®n con el Estado palestino, nadie tiene el derecho de decirle a un pueblo: "Cambia la totalidad de tu patria". S¨®lo los jud¨ªos, que est¨¢n acostumbrados a cambiar de patria como si se tratara de un par de calcetines (as¨ª fue como naci¨® el primer jud¨ªo, Abraham, dejando su patria: "Vete de tu pa¨ªs, de tu patria y de tu casa paterna" (Gn 12,1), pueden atreverse a proponer con tanta facilidad a un pueblo cambiar de patria.
Si nosotros sostenemos que Transjordania es tambi¨¦n parte de la hist¨®rica tierra de Israel, y, por tanto, nos pertenece, y como es grande y amplia la cedemos con benevolencia a los palestinos, ¨¦stos pueden respondernos expl¨ªcitamente: "Con todo respeto, a lo mejor, seg¨²n vuestro concepto, Transjordania est¨¢ incluida en vuestra patria hist¨®rica, pero no en la nuestra. Si realmente tanto la quer¨¦is, pues bien, no la abandon¨¦is. Cogedla para vosotros, coged los 90.000 kil¨®metros
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