Sin derecho a enfermar
Una serie de iniciativas particulares ayudan a paliar el desamparo sanitario de los inmigrantes ilegales
Cerca de 300.000 extranjeros, seg¨²n estimaciones no oficiales, residen ilegalmente en Espa?a. El 60% de ellos se reparten entre Catalu?a y Madrid. Algunos entraron clandestinamente. A otros se les deneg¨® el estatuto de refugiado. Todos comparten, sin embargo, una misma realidad: vivir sin papeles, en una situaci¨®n de marginalidad laboral y social. Muchos sobreviven con trabajos clandestinos. Otros duermen y comen de la caridad. La mayor parte, pese a haber residido y trabajado durante algunos a?os en Espa?a, queda al margen de las redes de protecci¨®n social, al no haber podido regularizar su situaci¨®n. Cuatro iniciativas en el campo sanitario intentan aliviar esta situaci¨®n de desamparo asistencial.
Lusiakwen Pindi tiene 31 a?os y es angole?o. Sus conocidos le llaman Daniel, que es m¨¢s f¨¢cil de pronunciar. Lleg¨® a Espa?a hace doce meses por motivos pol¨ªticos. Daniel es ciego y presenta una seria alteraci¨®n psiqui¨¢trica.Como Daniel hay otros muchos inmigrantes que viven y trabajan en Espa?a y que necesitan una asistencia sanitaria que la red p¨²blica nos les da por su condici¨®n de ilegales. Los menos consiguen ser atendidos median te cartillas de beneficiencia.
En medio de este desamparo cuatro centros sanitarios alivian el panorama atendiendo de manera regular a los pacientes sin comprobar la caducidad de sus papeles: la secci¨®n de enfermedades importadas del Centro de Medicina Tropical, situado en e puerto de Barcelona, y dependiente del Institut Catal¨¢ de la Salut, que dirige el doctor Jos¨¦ Luis Bada Ainsa, y las unidades de medicina tropical del hospital Cl¨ªnico de Barcelona, (en marcha desde 1985), del hospital Ram¨®n y Cajal de Madrid, y del centro de Sant Jaume i Santa Magdalena de Matar¨®, el m¨¢s veterano de todos.
Este hospital privado del Maresme catal¨¢n lleva 14 a?os atendiendo a inmigrantes, aunque la unidad como tal tiene 10 a?os de existencia. Xavier Balanz¨®, uno de sus responsables m¨¦dicos calcula que solamente el 4% de los pacientes atendidos, de los 1.500 a los que se abren historias cl¨ªnicas completas al a?o, tienen cartilla de la seguridad social. El resto son ilegales. "En el hospital s¨®lo les pedimos el nombre y el pasaporte, si lo tienen", afirma.
La unidad no s¨®lo trata las enfermedades ex¨®ticas, sino que ofrece una atenci¨®n m¨¢s amplia que incluye, por ejemplo, un programa de salud materno-infantil. Pese a la labor del hospital, el problema de fondo contin¨²a vigente. En su mayor¨ªa, los inmigrantes que llegan al Maresme no consiguen el empadronamiento y se tienen que contentar, en el mejor de los casos, con un trabajo en r¨¦gimen de explotaci¨®n encubierta. En estas condiciones, como reconoce el doctor Balanz¨®, "es dif¨ªcil que puedan mantener, por ejemplo, durante seis meses, un tratamiento de tuberculosis que cuesta m¨¢s de 40.000 pesetas".
Lugar de peregrinaci¨®n_
La direcci¨®n del centro ha mantenido el servicio, pese a las p¨¦rdidas anuales cifradas en 15 millones de pesetas sin contar el coste del personal. El hospital Sant Jaume 1 Santa Magdalena se ha convertido en un lugar de peregrinaci¨®n para buena parte de los inmigrantes que viven en Catalu?a. Desde el a?o pasado, la Generalitat se ha sumado al proyecto y aligera la carga econ¨®mica con la aportaci¨®n del 60% de los gastos por enfermo atendido.
Madrid, la ciudad con el mayor n¨²mero de inmigrantes ilegales de Espa?a (cerca de 90.000), no contaba con nada parecido hasta que hace nueve meses se puso en marcha la Unidad de Medicina Tropical del hospital Ram¨®n y Cajal. Su responsable, Rogelio L¨®pez-V¨¦lez, de 33 a?os, es especialista en Medicina Interna y complet¨® su formaci¨®n en enfermedades infecciosas en Canad¨¢ y en medicina tropical en. Liverpool (Reino Unido).
A su regreso de ?frica, donde trabaj¨® como cooperante en Liberia y Sierra Leona, L¨®pez-V¨¦lez recorri¨® diversos organismos con un viejo proyecto suyo bajo el brazo: la creaci¨®n de un centro de referencia de medicina tropical que incluyera, con car¨¢cter permanente, la atenci¨®n de este amplio numero de ciudadanos extranjeros sin cartilla de la seguridad social.
En el hospital Ram¨®n y Cajal, de Madrid, encontr¨® el apoyo que necesitaba en el jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas, Antonio Guerrero, y en la gerencia. A finales de 1989, la Unidad de Medicina Tropical abri¨® sus puertas y desde entonces ha practicado unas 1.500 consultas, entre 15 y 20 diarias. El 20% de ellas a inmigrantes sin seguridad social. "Tratamos de solucionar en parte la situaci¨®n a¨®tica y de absoluto desamparo en la que se encuentra este colectivo", afirma el doctor L¨®pez-V¨¦lez, que ha conseguido que con una simple carta de la unidad se le de a los inmigrantes toda la documentaci¨®n necesaria para acceder a los diferentes servicio hospitalarios.
Derechos humanos
L¨®pez-V¨¦lez considera que al hablar de injusticias sanitarias se est¨¢ hablando "no de derechos sociales adquiridos o de caridad, sino de un derecho humano fundamental: el derecho a la salud" "Esta gente no tiene derecho a ninguna asistencia sanitaria, ni siquiera a urgencias, aunque normalmente los m¨¦dicos de estos servicios les atienden por razones humanitarias. Pero luego les falta el seguimiento", a?ade.
En ocasiones, los inmigrantes padecen enfermedades psiqui¨¢tricas que no son tratadas o necesitan f¨¢rmacos que en Espa?a no est¨¢n comercializados. El escaso surtido de estos medicamentos oblig¨® a la unidad de medicina tropical a montar su propia estructura farmace¨²tica, con medio mill¨®n de pesetas y unos 30 productos diferentes catalogados.
Adem¨¢s de una mayor especializaci¨®n en la materia, el responsable m¨¦dico de esta pionera unidad sanitaria en Madrid reclama para este colectivo centros de atenci¨®n primaria donde se les solucionen las enfermedades m¨¢s frecuentes y se les preste una atenci¨®n continuada.
Otras iniciativas, al margen de estas instituciones sanitarias, se desarrollan con ayuda de voluntarios en algunas capitales donde hay inmigrantes. Entre los africanos que residen en Madrid todav¨ªa corre de boca en boca la experiencia del padre Antonio D¨ªaz Freijo al frente de la Casa de la Palabra, recientemente clausurada. Tambi¨¦n la Federaci¨®n de Asociaciones de Refugiados y Asilados intenta conseguir una subvenci¨®n de la Comunidad de Madrid para poner en marcha un centro de acogida que incluya una cl¨ªnica y un comedor.
M¨¢s ¨²lcera y menos malaria
La an¨¦cdota la cuenta el doctor Xavier Balanz¨®, uno de los encargados unidad de atenci¨®n a minor¨ªas ¨¦tnicas del hospital Sant Jaume i Santa Magdalena de Matar¨®. Balanz¨® sonr¨ªe al recordar c¨®mo hace 10 o 12 a?os, cuando esta experiencia innovadora en Espa?a llevaba poco tiempo en marcha, algunos norteafricanos, interpretando seg¨²n su cultura y sus costumbres que todo lo bueno entra por la boca, inger¨ªan sin rechistar los supositorios que se les recetaban.Frente a lo que pudiera creerse, las enfermedades m¨¢s habituales entre los inmigrantes no son las "ex¨®ticas", propias de los pa¨ªses de donde provienen, sino otras muy frecuentes en territorio espa?ol, agravadas por sus malas condiciones de vida. Xavier Balanz¨® subraya, por ejemplo, que uno de cada seis inmigrantes soportan ¨²lceras gastroduodenales.
En este punto coincide con Rogelio L¨®pez-V¨¦lez, responsable de la unidad de medicina tropical del hospital Ram¨®n y Cajal de Madrid, que destaca las anginas o los dolores de cabeza como motivo frecuente de consulta.
L¨®pez-V¨¦lez a?ade que otras de las enfermedades que aparecen en este colectivo existen ya en Espa?a (hepatitis, tuberculosis, sida o enfermedades de transmisi¨®n sexual -ETS-) y para ellas las autoridades sanitarias tienen planes de actuaci¨®n establecidos.
Dentro de las patolog¨ªas tropicales, los problemas m¨¢s frecuentemente diagnosticados, seg¨²n L¨®pez-V¨¦lez, se centran en parasitosis intestinales (60%), paludismo (malaria) y filarias (microgusanos que se infiltran en la sangre o en la piel). El riesgo de contagio a la poblaci¨®n espa?ola es casi nulo, porque no se dan las condiciones ambientales adecuadas ni existen insectos vectores capaces de transmitirlas.
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