Compromiso en el cartel
EL ACUERDO alcanzado por 11 de los 13 pa¨ªses miembros de la Organizaci¨®n de Pa¨ªses Exportadores de Petr¨®leo (OPEP) destinado a garantizar el aumento de sus respectivas cuotas de producci¨®n constituye, ante todo, una significativa atenuante de los efectos para la econom¨ªa mundial del conflicto del golfo P¨¦rsico. Siempre que ¨¦ste no desemboque en un expl¨ªcito enfrentamiento armado, cuyas consecuencias econ¨®micas son hoy, poco menos que imprevisibles, la recuperaci¨®n de los 22,5 millones de barriles diarios como l¨ªmite m¨¢ximo de producci¨®n (frente a los 24 millones de barriles de producci¨®n total de la OPEP antes de la crisis y a los 19 millones actuales) posibilitar¨ªa unos precios del crudo que alejar¨ªan de momento -aunque no definitivamente- el espectro de una recesi¨®n generalizada asociada a un colapso en la oferta.El descenso en los precios en m¨¢s de cuatro d¨®lares el barril con que han respondido los mercados, hasta caer por debajo de los 26 d¨®lares desde los 30,91 con que cerr¨® el de Nueva York el viernes, y la parcial recuperaci¨®n de las cotizaciones en la generalidad de las bolsas son en mayor medida tributarios de ese compromiso que de las expectativas generadas por las acciones diplom¨¢ticas, incluidos los buenos oficios del secretario general de la ONU.
El, empe?o de Arabia Saud¨ª y Venezuela por materializar ese compromiso en el seno de la OPEP, independientemente de la configuraci¨®n formal que revista y de la l¨®gica ausencia del mismo de Libia e Irak, constituye a su vez una tabla de salvaci¨®n para el propio cartel, amenazado de muerte desde antes de que se iniciara el conflicto. Durante los 10 ¨²ltimos a?os, la p¨¦rdida de importancia relativa de la producci¨®n (desde el 50% de la producci¨®n mundial en 1979 al 37% actual) y el fuerte descenso en los ingresos del conjunto de la OPEP (110.000 millones de d¨®lares el pasado a?o, cuando en 1979 superaron los 430.000 millones) han ido minando la disciplina de esta organizaci¨®n y, con ella, su fin ¨²ltimo: la capacidad de control del mercado de forma tal que sea posible maximizar los beneficios de sus miembros.
Entre los factores determinantes de la crisis de la OPEP ocupan un lugar destacado las continuas violaciones de los acuerdos sobre cuotas de producci¨®n que Kuwait, entre otros pa¨ªses, hab¨ªa venido realizando en los ¨²ltimos a?os. Las actuaciones kuwait¨ªes tendentes a incrementar su cuota de mercado han contribuido a sacrificar el mantenimiento de un precio de referencia, en contraposici¨®n radical a las pretensiones de otros pa¨ªses miembros, y espec¨ªficamente de Irak, por elevar el precio del barril ante una capacidad de producci¨®n situada pr¨¢cticamente en el l¨ªmite. Mientras que los ingresos de este ¨²ltimo pa¨ªs dependen pr¨¢cticamente en exclusiva del petr¨®leo, en Kuwait apenas representan un 50%, siendo el resto ingresos procedentes de sus inversiones en Occidente, cuya rentabilidad se ve favorecida, en general, por un precio del petr¨®leo relativamente reducido.
Sobre ese tel¨®n de fondo hay que valorar la aceptaci¨®n del acuerdo por pa¨ªses como Argelia, Indonesia o Nigeria y la pretensi¨®n del conjunto de los firmantes de que los grandes importadores y las compa?¨ªas petroleras movilicen las importantes existencias de crudo acumuladas, estimadas para el conjunto de pa¨ªses miembros de la Agencia Internacional de la Energ¨ªa (21 de los, 24 de la OCDE) en casi 100 d¨ªas de consumo. La dificultad para aceptar una exigencia tal no ha de evitar, sin embargo, la definici¨®n por parte de los grandes pa¨ªses consumidores de una nueva sensibilidad en el tratamiento del conflicto que haga posible esa -no por parad¨®jica menos necesaria- convergencia de intereses entre compradores y vendedores de una materia prima fatalmente destinada a poner peri¨®dicamente en jaque la estabilidad de la econom¨ªa mundial.
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