"El poder desconf¨ªa de la prensa y le cuenta cualquier cosa"
Andr¨¦ Fontaine no aparenta la edad que tiene. A las diez de la ma?ana revisa en mangas de camisa el editorial de su peri¨®dico. Lo hace con rapidez y con eficacia. Da la impresi¨®n de que lo ha hecho siempre, y de que disfruta sabi¨¦ndolo hacer. Su despacho es una novedad: ahora el viejo Le Monde ocupa un edificio moderno, y el lugar donde trabaja su director parece un s¨ªmbolo de lo que este veterano e influyente diario europeo quiere ser ahora, tras un periodo de modernizaci¨®n t¨¦cnica, industrial e informativa que inici¨® ¨¦l propio Fontaine con el objetivo de darle una imagen nueva a un peri¨®dico que en una ¨¦poca tuvo a gala el hecho de no publicar fotograf¨ªas. Tras la crisis de principios de los ochenta, que ¨¦l se encarg¨® de remontar, Fontaine cree que su misi¨®n est¨¢ cumplida, y pasa el testigo.Pregunta. Usted se hizo cargo de Le Monde en un periodo de crisis del peri¨®dico. Pronto dejar¨¢ el diario. ?Cu¨¢l es su balance, desde el punto de vista del peri¨®dico y desde el punto de vista personal?
Respuesta. El peri¨®dico ha cambiado mucho en el curso de estos cinco a?os. Por fortuna, uno de los cambios han sido financieros. Adem¨¢s hemos modernizado las t¨¦cnicas de impresi¨®n y creo que hemos hecho un producto bastante bello, despu¨¦s de haber sufrido much¨ªsimos problemas t¨¦cnicos. El peri¨®dico se presenta ahora de otra manera, es m¨¢s moderno. No pod¨ªa imaginarse Le Monde con un dibujo en primera p¨¢gina, y ah¨ª est¨¢. No ha cambiado s¨®lo en su aspecto, sino tambi¨¦n en sus hombres: no hay un solo jefe de secci¨®n de 1985 que siga en su puesto. Pero no ha cambiado lo suficiente. Aun hay que definirlo m¨¢s. Desde mi punto de vista, la estructura jur¨ªdica actual no es adecuada a las necesidades de un peri¨®dico en v¨ªas de desarrollo. Con respecto, a mi, mi mujer le dir¨ªa que yo ya no soy un periodista, sino el jefe de una empresa, y eso es verdad en cierto sentido, porque he tenido que ocuparme de cosas de las que yo no sab¨ªa absolutamente nada, entre ellas las que son relativas a las relaciones laborales. Pienso ahora que la misi¨®n del jefe de una empresa es una tarea apasionante, porque ha de aplicar teor¨ªas que son propias de las relaciones internacionales cuando se trata de resolver conflictos entre las partes. He comprobado que muchas veces la idea que uno se hace del otro, del que est¨¢ enfrente, es parcial y a menudo falsa. El jefe de una empresa se ocupa del m¨¢s bello de los oficios de los hombres, como dec¨ªa Saint-Exupery, y que no, es otro que el porvenir de los hombres. Ha habido altas y bajas en el cumplimiento de esa tarea: 1985 fue una ¨¦poca extremadamente dif¨ªcil, pero finalmente fuimos capaces de poner a trabajar juntos a personas que no se entend¨ªan.
P.?Qu¨¦ clase de periodista es usted?
R. El concepto de periodista describe realidades muy diferentes seg¨²n el periodista sea de un medio o de otro. Yo soy un periodista de la escritura. Presto mucha atenci¨®n a lo que escribo, y me gusta corregir; por eso estoy tan atrapado por el ordenador, que permite mejorar con extrema precisi¨®n todo aquello que escribimos. Yo soy de la profesi¨®n de la escritura, no de la improvisaci¨®n brillante. Cuando asum¨ª la direcci¨®n de Le Monde hice la apuesta por la escritura. Ten¨ªamos un peri¨®dico que hab¨ªa perdido muchos lectores y me parec¨ªa que si lo escrib¨ªamos mejor y lo imprim¨ªamos mejor pod¨ªamos recuperarlos.. Despu¨¦s de cinco a?os, hemos subido la tirada en unos 50.000 ejemplares y seguimos en una trayectoria de ascenso. La apuesta por la escritura, que fue criticada en principio, queda as¨ª justificada.
Visi¨®n planetaria
P. Usted fue durante dieciocho a?os responsable de la informaci¨®n internacional de Le Monde. ?Qu¨¦ aporta a un periodista esa experiencia en pol¨ªtica exterior?
R. He vivido las grandes ¨¦pocas de la guerra fr¨ªa, toda clase de crisis, he viajado por todo el mundo... Trato de tener una visi¨®n planetaria de las cosas. Estoy convencido de que la visi¨®n- puramente nacional es estrecha y no se corresponde con la realidad que debe afrontar un periodista. Un avi¨®n supers¨®nico atraviesa Francia en media hora y la televisi¨®n ha hecho que el trasvase de ideas y de im¨¢genes sea hoy formidable. Adem¨¢s, yo he estudiado historia cuando era joven y por, ello me adhiero a la f¨®rmula de Albert Camus, que afirmaba que los periodistas somos los historiadores del instante.
P. Su colega Eugenio Scalfari, de La Repubblica romana, dijo hace tiempo, ante estudiantes de periodismo de EL PA?S, que "periodista es gente que le dice a la gente lo que le pasa a la gente". No siempre se cumple esa definici¨®n. ?Cu¨¢les son las tentaciones del periodista?
R. Muchas. La primera es la tentaci¨®n militante, que consiste en tener una tesis e interpretar la realidad a trav¨¦s de esa tesis, reteniendo s¨®lo los datos que convienen a su sustento. Ese no es mi concepto del periodismo. Para llegar a la verdad no puede haber hip¨®tesis de partida porque la objetividad total es un mito: hay que tener en cuenta los hechos que contradicen nuestra propia idea de los hechos. La segunda tentaci¨®n del periodista es el sensacionalismo. Nos dejamos llevar por la imaginaci¨®n y a veces creemos que con dos v¨¦rtebras se reconstruye un diplodocus, cuando es obvio que hacen falta m¨¢s. Un esp¨ªritu laborioso estar¨ªa menos sometido a esta tentaci¨®n. Y la tercera es la tentaci¨®n de la vanidad, que hace que el periodista se crea un hombre muy importante. La modestia ser¨ªa le mejor cualidad para un periodista, que debe preguntarse cada d¨ªa a qui¨¦n sirve y que ha de ponerse siempre en el lugar de la gente, y no en su propio lugar. Un escritor puede escribir para s¨ª mismo, un periodista no debe hacerlo jam¨¢s.
P. ?Qu¨¦ piensa de la iniciativa brit¨¢nica para poner en marcha un c¨®digo deontol¨®gico que prevenga de los excesos del periodista?.
R. ?Qu¨¦ tribunal har¨¢ respetar esa ley? No creo mucho en eso. Nosotros los latinos siempre hemos tenido tendencia a hacer leyes, y yo desconf¨ªo mucho de las intromisiones del poder en la prensa. En un pa¨ªs como Francia, donde la prensa va de la extrema derecha antisemita al trostkismo, ?c¨®mo pueden hallarse los criterios? Hay una legislaci¨®n para la prensa que trata de la difamaci¨®n, la injuria, la vida privada, etc¨¦tera. Pues que se aplique.
'Vedettes' de la informaci¨®n
P. ?Cree que ha habido un cambio en la consideraci¨®n social y pol¨ªtica de los periodistas contempor¨¢neos?
R. S¨ª, ha habido un cambio a favor de la prensa televisiva frente a la prensa escrita. Hace cuarenta a?os los grandes periodistas trabajaban en los diarios. Ahora las vedettes del periodismo est¨¢n en la televisi¨®n. La mayor parte de los pol¨ªticos se interesan m¨¢s por lo que influye la peque?a pantalla que por lo que decimos nosotros. Por otra parte, pertenecemos a esa generaci¨®n que conoci¨® relaciones verdaderamente confiadas entre prensa y poder, sobre todo con hombres tan diferentes como Pierre Mend¨¦s-France y Georges Pompidou. Ahora el poder desconf¨ªa de la prensa y le cuenta cualquier cosa. Nosotros, por otra parte, sabemos que nos cuentan mentiras, y por tanto adoptamos una actitud desconfiada. Betive-Mery [el fundador de Le Monde] nos ense?¨® esta m¨¢xima: "En primer lugar, h¨¢ganse respetar; a partir de ese momento podr¨¢n decirlo todo". A menudo he criticado a los poderes establecidos, incluso a De Gaulle. Si uno era respetado, resultaba posible hacerlo. Como en el caso de una declaraci¨®n de guerra, pienso que en las relaciones entre poder y la prensa las responsabilidades son compartidas.
P. ?Qu¨¦ ha sido para usted ser periodista?
R. Ha sido una pasi¨®n. Acaso es mas f¨¢cil sentirla aqu¨ª, porque se puede tener esta pasi¨®n en cualquier puesto de este peri¨®dico o en cualquiera de los otros diarios. Tuve la oportunidad de ser jefe del servicio extranjero de Le Monde durante dieciocho a?os. Luego fui redactor jefe y ahora cumplo cinco a?os y medio como director. Son responsabilidades importantes que no me han permitido aburrirme. Ha sido una vida muy interesante, pero a veces esa vida interesante , con los problemas que plantea, parece tambi¨¦n la consecuencia de una maldici¨®n china: "?Tendr¨¢s una vida interesante!" Una maldici¨®n china.
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